En defensa de los ninis
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Que me perdone Robert L. Stevenson por tomar prestado el título y algunas ideas de su ensayo "En defensa de los desocupados".
No resistí la tentación cuando vi la nota: "Dejan 4 mil la secundaria en Coahuila".
Si la calidad de la educación fuera buena, el abandono sería más preocupante. Lo curioso del caso es que no todos dejan la escuela por problemas económicos o familiares.
En la nota una profesora menciona que hay algunos que buscan incorporarse al sector de los "ninis", (que ni estudian ni trabajan). Eso de sector me sonó como si fuera una industria próspera y atractiva.
También se afirma que hay jóvenes que "abandonan sus estudios por capricho, porque no les agrada prepararse académicamente y optan por integrarse al grupo de los `ninis'".
Algunos famosos han abandonado la escuela y después regresado con éxito para darles platicas a los estudiantes. Steve Jobs, director de la compañía Apple, les dijo a unos graduados que salirse de la universidad fue una de las mejores decisiones porque lo obligó a ser innovador, hasta para encontrar dinero para cenar.
Como dijo San Pablo, "el que no trabaje, que no coma". Porque no se vale sólo abandonar la escuela para perder el tiempo; bueno fuera que todos hicieran lo mismo que Jobs, abandonar la escuela para ser emprendedor y trabajar. No todos corren la misma suerte, por lo que es difícil defender a este sector de los ninis.
El titulo puede confundir, no hay que perder el tiempo apedreando los perros que ladran en el camino, las cosas hay que hacerlas hoy, con orden y con audacia. El descanso no es no hacer nada, sino actividades de menor esfuerzo.
Aunque hay mucho a favor de ser diligente, trabajar y estar ocupado, siguiendo los argumentos de Stevenson no todo esta a favor de la educación. La defensa aquí es de los que aprovechan el tiempo.
Los estudiantes salen de la escuela con un título y con las bolsas vacías. Con falta de experiencias vividas y de un sentido de la realidad. La escuela no les enseña a pensar por sí mismos.
La planeación, la agenda, los temas corren por parte del maestro y la escuela. En la calle también se aprende, es la escuela de la vida.
El tipo de desocupado, que defiende Stevenson, es el que aprende de la experiencia, que emprende y le gusta arriesgar y no depende de la seguridad de un empleo y un sueldo fijo. Critica a las personas que no son nada sin su trabajo, al que abandona a su familia, amigos y hasta su Dios por un exceso y desordenado afán de trabajo.
Son los scrooge de la temporada navideña. Hasta los más sabios y exitosos pasan por fases de vagancia. "No hay un deber del que hagamos menos caso que el deber de ser felices".
De nada sirve trabajar hasta perder la salud, la alegría, las relaciones familiares. A veces se necesita una dosis de ninis, mientras que sea sólo una etapa temporal.