El ridículo de `Juayderito'
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La entrevista fue un desastre. López Dóriga inició con la pregunta en español "¿Por qué esta película, `El rito'?". La pregunta es difícil de responder, suponiendo incluso que Hopkins hablara español.
Hopkins se le quedó viendo, volteó a su izquierda, se llevó la mano a la oreja y, como buen actor, hizo saber que no entendía ni oía la voz del traductor.
López Dóriga se aventuró a probar su inglés. "¿Juay de rito?". Anthony Hopkins se inclinó y dijo: "¿Mmm?". "Derrito", respondió López Dóriga muy seguro de sí mismo.
Hopkins abrió mucho la boca y dijo: "¡Oh! `The rite'", (lo pronunció "rait").
Dóriga siguió haciendo preguntas en español y su entrevistado sólo se le quedaba viendo.
"¿`El rito' está basado en hechos reales?". Pasaron unos cinco segundos, carísimo tiempo-aire. Hopkins volteó hacia abajo, levantó los brazos y las cejas. Hasta entonces Dóriga dijo: "¿Is a real history de ritus?". Por fin, en qué quedamos: ¿Derrito o ritus? Le acababa de decir Hopkins "The rite".
La carrilla no se hizo esperar: que si López Dóriga tenía síntomas de una posesión diabólica y que por eso no hablaba bien; o cosas como: "Joaquín, dime una frase con el verbo to be". López Dóriga: "To be mos un sirenito". Bueno, hasta página tiene el personaje creado por López Dóriga: www.juaiderito.com. Por eso aquí en Saltillo ya trajimos maestras de Inglaterra.
Creo que lo que en realidad pasó es que a Hopkins, como a Calderón, no le gustó que le dijeran alcohólico, y empezó a fingir que no hablaba español y que no le entendía a López Dóriga para dejarlo en ridículo.
Y si la entrevista resultó en un ridículo, también en política hay prácticas que resultan ridículas, como querer adjudicarse a toda costa una iniciativa, idea u obra.
A raíz de que se puede deducir de impuestos el gasto en educación, se suscitó una guerra de dimes y diretes. Lo importante es el beneficio, al ciudadano no le importa si fue un partido u otro, sino el resultado de un acuerdo que lo beneficia.
Como dicen: "El fracaso es huérfano y el éxito tiene muchos padres".
Esta máxima es llevada al extremo en la política. La práctica de saludar con sombrero ajeno, de colgarse la medallita y levantarse el cuello, es prioritaria entre los políticos.
Otra acción común es la de criticar en el contrincante lo mismo que uno hace. No importa si la iniciativa redunda en beneficios para la población, al político sólo le importa que se perciba que fue su idea, su logro, que él lo hizo solo, como un dios omnipotente.
La artimaña de que un partido le robe una idea a otro es bien común y antigua. Se ponen como poseídos cuando otro partido hace lo mismo.
Es como si dijeran: "Oye, tengo la patente y el monopolio de esa artimaña, ¿por qué ahora me haces lo mismo que antes sólo yo hacía?". Ridículo, como el que hizo Dóriga.
Nota: Cualquier error que vea en esta columna es intencional, para llamar la atención. No culpe al editor, no vaya a ser que también yo haga aquí el ridículo.
jesús50@hotmail.com