La del billete de doscientos

Especial
/ 28 agosto 2015

    El encuentro internacional de poesía se está llevando a cabo en estos días en Saltillo y otros municipios. La figura central del encuentro es Sor Juana Inés de la Cruz, quien cumple 320 años de haber fallecido. Sor Juana Inés aparecía en los billetes de mil pesos. Actualmente aparece en los billetes de 200 pesos, y en ellos dice Hombres necios Diría Sor Juana hoy, que me bajaron de valor....

    Ella se ha de estar riendo, con la ironía que le era propia: Según la ley los billetes con leyendas religiosas no tienen valor, sin embargo el de Sor Juana si vale 200 y ella aparece ahí, vestida de monja, junto al libro que dice Poesías líricas. Primero Sueño.

    ¿Qué hizo Sor Juana para merecer estar en un billete? Gabriela Mistral lo explica en su texto Silueta de Sor Juana Inés de la Cruz. Ahí dice que Sor Juana Inés: Fue primero el niño prodigio que aprende a leer, a escondidas, en unas cuantas semanas; y después la joven desconcertante, de ingenio ágil como la misma luz, que dejaba embobados a los comensales del virrey Más tarde, es la Monja sabia, casi única en aquel mundo ingenuo y un poco simple de los conventos de mujeres... No es verdad lo de la inspiración como ráfaga desmelenada de viento; no se puede hablar de la Musa exhalándole su ardiente jadeo sobre las sienes. Su Musa es la justeza, una exactitud que casi desconcierta; su Musa es el intelecto solo, sin la pasión. La pasión, o sea, el exceso, no asoma a su vida sino en una forma: el ansia de saber.

    Quiso ir a Dios por el conocimiento. No tuvo delante de lo creado el estupor, y tampoco el recogimiento, sino la delectación de gozarlo matiz a matiz y perfil a perfil. Del lucero tembloroso, ella quería saber. Su maravilla es que la ciencia no la llevara al racionalismo.

    Tuvo, entre otras, esta característica de su raza: el sentido crítico, lleno de cordialidad a veces, pero implacablemente despierto. (Creo que hoy está adormilado). Y otra característica más de sus gentes: la ironía. La tiene fina y hermosa como una pequeña llama, y juega con ella sobre los seres. No hay que asombrarse demasiado de esta alianza de la ironía con el sayal Pero en la abeja rubia y pequeña el aguijón se embellece, porque el mismo instrumento que punza fabrica la miel. Tan impregnada está de la ironía Sor Juana, que de la conversación y las cartas la llevan hasta el verso. No es así en el rosal, donde la suavidad del pétalo está separada de la espina; la monja pone la espina en el centro de la rosa.

    Sor Juana tenía hambre de saber, a los siete años intentó convencer a su madre de que la enviase a la Universidad disfrazada de hombre, porque las mujeres no podían ir. Autodidacta, leía los libros de su abuelo; en su juventud, al estudiar una lección, cortaba el equivalente unos cuatro o seis dedos de su cabello y, si cuando le crecía, no la había aprendido correctamente, se lo volvía a cortar. No le parecía bien que la cabeza estuviese cubierta de hermosuras y desnuda de ideas.

    Ella aclara que es mejor tener un vicio a las letras que a algo peor. Sor Juana Inés de la Cruz dejó 180 volúmenes de obras selectas. Ocupó un destacado lugar en la novohispana a través del escrito Respuesta a Sor Filotea de la Cruz, donde hace una encendida defensa de su labor intelectual y en la que reclamaba los derechos de la mujer a la educación. Hacia 1693 dejó de escribir.

    Gabriela Mistral describe así su fin: Tuvo el contagio repugnante y entra en la zona del dolor. Antes no lo conocía, y así, estaba mutilada en su experiencia del mundo. El sabor de la sangre, que es la vida, es el mismo sabor salobre de la lágrima, que es el dolor. .. Vivió la fiebre de la cultura en la juventud; después, el sabor de fruta caduca en la boca, y por último, la búsqueda contrita de aquel simple vaso de agua clara que es la eterna humildad cristiana. La monja que, liberada de la vanidad intelectual, olvida fama y letrillas, y sobre la cara de los enfermos, inhala el aliento de la muerte. Y muere vuelta a su Cristo como a la suma Belleza y a la apaciguadora Verdad.

    jesus50@hotmail.com

    Columna: Ecos de la ciudad

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