La Paz, el acuario de México
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La Paz, BCS.- Sumergirse en las aguas de la capital de Baja California Sur casi siempre es sinónimo de un encuentro (en verdad cercano) con algún animal que vive en libertad, pero no se trata de pequeñeces porque lo mismo puede ser una elegante garza que tenga el gusto de pescar a escasos dos metros de donde descansamos en la playa, una gaviota superdesarrollada que pide un poco de pan... o un grupo de tiburones martillo, cuando se bucea en las profundidades en busca de una aventura más exótica.
Existen 12 sitios de buceo recurrentes en La Paz, esto quiere decir que son 12 lugares bien estudiados por los operadores de buceo locales, ellos proponen los sitios de inmersión de acuerdo al tipo de encuentro que desee el grupo ya sea un lugar con poca profundidad donde se observen los arrecifes y la vida multicolor que habita en ellos o probar suerte para un encuentro con las mantas gigantes, lobos marinos, ballenas, delfines o tiburones.
La recomendación para probar una buena parte del mundo submarino es dedicarle por lo menos tres días al buceo, con tres o cuatro inmersiones por día. La hora de salida es a las ocho de la mañana y el regreso programado a las seis o posterior si se realizarán buceo nocturnos. será vivir en la embarcación casi todo el tiempo que exista sol pero valdrá la pena la mareada.
Llegaron los lobos
Una buena recomendación de los guías fue realizar la primera inmersión en "Los islotes", una colonia de lobos marinos en la zona norte de la Isla Espíritu Santo, que también forman parte del área de protección de flora y fauna de las Islas del Golfo de California.
Los dive masters explican que se trata de un buceo de prueba, con profundidades que van de los tres a los 33 metros, que existe poca corriente, lo que facilita la inmersión y que si existe algún problema con el equipo de alguien será sencillo resolverlo, pero cuando dicen que hay lobos marinos, pues se cree que estarán lejos, dedicándose a engordar buscando comida en mar abierto o asoleádose alejados de los turistas, pero nunca comentan lo cerca que estarán de uno, lo dejan como sorpresa.
Una vez en el mar, la ruta de las islotes es rodeando la zona este de las rocas, debido a que la temperatura del agua es mucho menor que en el Caribe, se requiere de un traje de neopreno completo, de preferencia de 5 mm o superior (si tiene capucha es mejor), por lo tanto este buceo es para conocer el comportamiento del equipo, la flotabilidad con un traje de ese espesor, etcétera, prácticamente lo importante es sentirse a gusto y observar la poca vida marina que se atreve a convivir de cerca con los lobos, como los peces globo, estrellas de mar, pez piedra y listo, pero casi siempre un gigantesco banco de sardinas se divierte jugándose la vida pues 300 lobos se alimentan de bocados como ellos.
Y eso es precisamente la parte más interesante del buceo, porque de repente la poca vida se transforma en una explosión de color, de locura, donde las sardinas forman un gigansteco espejo que refleja la luz que viene desde la superficie y confunde a las gaviotas que se lanzan desde el aire y se acercan a los buzos en sus zambullidas, atrás de ellos se encuentran los cormoranes, que se internan en las profundidades como torpedos que se dan el lujo de regresar a la superficie cuando lo desean, además están los peces más grandes que no pierden la oportunidad de un buen trozo de sardinas... y sí, mientras tanto todos los buzos están a la mitad de ese movimiento hasta que un gigante de tres metros de largo aparece "es el macho" se nota en los ojos de los submarinistas que lógicamente no pueden hablar bajo el agua, se comunican con señas.
detrás de ese gigantesco macho aparecen las hembras y es que una parte de la manada se ha acercado a donde los buzos estaban, persiguiendo al banco de sardinas, así que los animales tienen derecho de acercarse al hombre, pero nosotros estamos obligados a guardar distancia para no alterarlos.
El jugueteo entre los mamíferos marinos y los mamíferos seudomarinos (o sea los que vamos con un tanque de aire en la espalda) terminamos acercándonos unos a otros con cautela, pidiendo permiso, dudando, hasta que sólo unos centímetros nos separa... ellos son más curiosos y tienen la ventaja porque están en su medio si algo pasa pueden salir disparados como cohetes, en comparación con los pesados seres con aletas y esnórquel en que nos convertimos bajo el agua.
Una que otra aleta es mordida, es señal de que es tiempo de retirarse porque se están volviendo "confianzudos" y nadie quiere que después de la aleta sea un visor, un regular o la cara, así que es tiempo de regresar a la embarcación con cientos de anécdotas sobre el mismo evento.
Un tiburón
Nombrar a "El Bajo", es señal inequívoca de que alguien estará asustado, otro se emocionará y el instructor de buceo tomará todo con calma.
Y es que ese nombre provoca todos esos cambios porque se trata del sitio más famoso para encontrarse frente a frente con los tiburones martillo, claro que se necesita suerte, pero es el mejor lugar para tener frente a frente a uno de los peces más evolucionados que existen, son tímidos y pocas veces atacan al hombre, pero siempre la palabra "tiburón" produce diferentes reacciones en la gente.
El lugar se localiza a una hora en lancha de la marina de La Paz y se recomienda sólo para buzos certificados debido a que se trata de una inmersión profunda que puede llegar a los 40 metros y puede existir corriente moderada o intensa que dificulta la experiencia para novatos.
Una vez en el agua el consumo de aire será mayor si estás nervioso, así que vale la pena revisar el nivel de aire que se tiene en el tanque.
Los buceos a esta profundidad son más cortos y se debe estar atento en todo momento, los grupos de buceo deben ser más compactos para que todos pueden atestiguar lo que los demás ven.
Pasan los minutos y nada, sólo los peces del fondo, tal vez una barracuda hasta que el guía se mueve de una manera insistente, sin hacer ruido con el tanque como acostumbra para llamar la atención, sólo coloca su mano en forma vertical arriba de su cabeza... señal de "tiburón".
Todos se quedan quietos, esperando ver a uno a lo lejos, tal vez pequeño, tal vez grande aunque explican que se trata de un sitio donde se observan muchos al mismo tiempo, hasta que ya no hay duda, un buen ejemplar de dos metros y medio pasa a escasos 10 metros del grupo, sigue, nos ve y regresa por donde vino, un contacto efímero, tal vez 30 segundos, pero todo valió la pena por ese encuentro.
Una buceada después el encuentro es más intenso, 10, 12, 14, 17, tal vez más se mueven hacia el fondo, en busca de alimento y afortunadamente los humanos no están en el menú, todo un éxito, La Paz hace honor a su nombre... llegar a ella es lo máximo.