El equipo de Trump teme por los comentarios racistas en el mitin del Madison Square Garden
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La campaña del expresidente emitió un inusual comunicado distanciándose del chiste ofensivo de un cómico sobre Puerto Rico en su mitin del domingo, una señal de que le preocupa perder votos cruciales
NUEVA YORK- Donald Trump y sus aliados presumen de sus posibilidades de victoria en los últimos días de la campaña de 2024. Pero hay indicios, públicos y privados, de que al expresidente y a su equipo les preocupa que las descripciones de sus oponentes, en las que lo presentan como racista y fascista, puedan estar calando en algunos segmentos de votantes.
Esa ansiedad quedó clara tras el acto de seis horas de Trump en el Madison Square Garden de Nueva York, donde los incendiarios discursos del domingo incluyeron un acto de apertura a cargo de un cómico conocido por su historial de chistes racistas, quien se burló de Puerto Rico y calificó a la nación como “una isla flotante de basura” y habló de personas negras que tallan sandías.
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La reacción de las celebridades y los artistas puertorriqueños fue instantánea en las redes sociales, lo que llevó a la campaña de Trump a emitir una rara declaración defensiva en la que se distanciaba de los comentarios ofensivos. En una contienda tan reñida, cualquier electorado puede ser decisivo, y la considerable comunidad puertorriqueña del disputado estado de Pensilvania estaba en la mente de los aliados de Trump.
Danielle Alvarez, asesora principal de la campaña de Trump, dijo en un comunicado que la broma sobre Puerto Rico “no refleja las opiniones del presidente Trump ni de la campaña”.
El ethos de Trump ha sido, por lo general, no disculparse nunca, no admitir errores e intentar ignorar la controversia. La declaración de Alvarez fue una rara ruptura de esa práctica, que refleja la nueva preocupación de que Trump corra el riesgo de recordar a los votantes indecisos el oscuro tenor de su movimiento político en la fase final de la campaña de 2024.
Algunos de los aliados republicanos de Trump, que parecen albergar recelos similares, se apresuraron a criticar la broma y al cómico, Tony Hinchcliffe, quien la hizo.
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David Urban, un asesor informal de Trump vinculado desde hace tiempo a Pensilvania, donde hay un gran número de votantes puertorriqueños, publicó en la red social X: “Me pareció que no tenía gracia y desafortunadamente ofendió a muchos de nuestros amigos de Puerto Rico”, añadiendo la etiqueta “#TrumpLovesPR”.
El rechazo también procedió de funcionarios de Florida, donde se ubica el equipo de campaña de Trump y algunos de sus asesores han desarrollado su carrera.
El senador Rick Scott de Florida publicó en X el domingo: “No tiene gracia y no es verdad”. La representante por el sur de Florida, María Elvira Salazar, condenó los comentarios de Hinchcliffe y dijo sentirse “asqueada”, añadiendo que no reflejaban los valores republicanos.
“Puerto Rico no es basura, es el hogar de conciudadanos estadounidenses que han hecho enormes contribuciones a nuestro país”, publicó el lunes en X Marco Rubio, senador republicano por Florida. Pero también hizo notar que “no eran palabras de Trump. Eran bromas de un cómico insultante que ofende”.
Más allá de la reacción en contra del mitin, el antiguo jefe de gabinete de Trump, el general retirado con cuatro estrellas de los Marines John F. Kelly, ha vuelto a llamar la atención sobre los comentarios y el comportamiento de Trump en el pasado. Describió a su antiguo jefe como un fascista y afirmó que Trump hizo declaraciones elogiosas sobre Adolf Hitler.
El lunes por la noche, en el campus de Georgia Tech en Atlanta, Trump exageró y tergiversó las críticas, afirmando falsamente que la vicepresidenta Kamala Harris había dicho que todo aquel que no votara por ella era “un nazi”. Habló de su padre, Fred Trump, cuyos padres fueron alemanes, y afirmó que su padre le había dicho: “Nunca uses la palabra nazi. Nunca uses esa palabra” y “Nunca uses la palabra Hitler”.
Trump, que ha acusado al presidente Biden de dirigir un “gobierno a la Gestapo”, en referencia a la policía secreta de la Alemania nazi, añadió: “No soy un nazi. Soy lo contrario de un nazi”. El lunes dijo a los asistentes al mitin: “Ella es una fascista, ¿OK? Es una fascista”.
Cuando se le pidió a Karoline Leavitt, vocera de Trump, que comentara si parecía preocuparle que los ataques a Trump pudieran calar entre los votantes, no respondió a la pregunta. En su lugar, dijo: “Debido a los planes del presidente Trump de recortar impuestos, acabar con la inflación y detener la oleada de inmigrantes ilegales en la frontera sur, tiene más apoyo de la comunidad hispano-estadounidense que ningún otro republicano en la historia reciente”.
JD Vance, senador por Ohio y compañero de fórmula de Trump, desestimó las preocupaciones. “Quizá sea una broma estúpida y racista, como tú has dicho”, dijo a los periodistas el lunes. “Quizá no lo sea. No lo he visto”. Pero, añadió, “tenemos que dejar de ofendernos tanto por cada pequeña cosa en los Estados Unidos de América”.
Chuck Rocha, un estratega demócrata que se ha especializado en movilizar a los votantes latinos, pidió públicamente el domingo 30,000 dólares en pequeños donativos a un comité de acción política para poder enviar el video de los comentarios ofensivos a los votantes puertorriqueños de Pensilvania.
El lunes por la mañana ya había alcanzado el objetivo y había enviado un bombardeo de 250,000 mensajes con 15 segundos de la actuación del cómico menospreciando a la isla.
“Los puertorriqueños tienen una afinidad única por su patria”, dijo Rocha. “Cuando se ataca a la isla, eso cala muy hondo en la comunidad”.
Harris aprovechó los comentarios para decir a los periodistas en la Base Conjunta Andrews el lunes por la mañana que el mitin de Trump en el Madison Square Garden ofrecía nuevas pruebas de la división fomentada por el expresidente. Trump, dijo, “aviva el combustible del odio y la división y por eso la gente está harta de él”.
Harris, la candidata demócrata, se prepara para pronunciar un discurso en la Elipse, cerca de la Casa Blanca, que se presenta como el alegato final de sus tres meses de campaña, después de que sustituyera al presidente Biden en la candidatura. Es el mismo lugar donde Trump pronunció un discurso ante sus partidarios el 6 de enero de 2021, pidiendo al Congreso que rechazara los votos del presidente Biden en el Colegio Electoral. Cientos de esos partidarios marcharon entonces al Capitolio e interrumpieron violentamente la certificación.
La actual órbita ampliada de Trump es una mezcla de veteranos de la política, cargos electos y agentes que abrazan la visión de la Nueva Derecha de que el país se encuentra en una batalla existencial interna y que el fin justifica los medios para la victoria.
La mayoría del equipo de Trump cree que los ataques por los disturbios del 6 de enero en el Capitolio y la lucha sobre si es racista cubren un terreno ya conocido por un electorado que se ha insensibilizado ante las provocaciones y amenazas del expresidente sobre convertir el gobierno en un arma.
Sus asesores y aliados cercanos se han maravillado en privado de que nada haya parecido afectar políticamente a Trump hasta ahora, y eso ha hecho que muchos tengan una sensación de invencibilidad sobre lo que puede llegar a hacer de forma impune. Y piensan que, en un entorno mediático fragmentado en el que los medios no tradicionales tienen una enorme influencia, esos titulares e historias importan menos que antes.
Algunos también consideran que el mitin del domingo fue un éxito, argumentando que el hecho de que Trump llenara un estadio en la férrea zona demócrata de Manhattan ofreció una demostración de su fuerza política a los votantes de todo el país.
Pero pocos actos de Trump tuvieron el tipo de racismo y misoginia del mitin del Madison Square Garden.
“Es una farsante —no estoy aquí para invalidarla—, es una farsante, un fraude, es una farsante”, dijo a la multitud Grant Cardone, empresario y personalidad de internet. “Ella y sus proxenetas destruirán nuestro país”.
Y algunos de los aliados más cercanos de Trump expresaron en privado su preocupación por que los titulares sobre el acto sucedieran en un momento problemático, cuando el pequeño grupo de votantes indecisos de todo el país está sintonizando con las elecciones, y que fuera un riesgo innecesario cuando la gente ya está votando durante la votación anticipada en muchos estados.
Ha habido otros momentos que sugieren que el equipo de Trump está preocupado.
Aunque los aliados de Trump suelen insistir públicamente en que los votantes han desoído las advertencias sobre el autoritarismo de Trump, hubo claros indicios de que la campaña estaba preocupada por las declaraciones de Kelly. Trump y otros que trabajaron para él han negado las acusaciones de Kelly.
El equipo de Trump se movilizó al máximo para rebatir a Kelly —lo que indicó que temían que los ataques pudieran calar entre el aproximadamente cinco por ciento de votantes que evalúan como indecisos— durante los preparativos del mitin del Madison Square Garden.
Después de que Harris llamara fascista a Trump, la campaña del exmandatario difundió un video en el que aparecía un superviviente del Holocausto, Jerry Wartski, quien rechazó las comparaciones de Trump con Hitler y exigió que Harris se disculpara. Wartski también asistió al mitin de Trump en el Madison Square Garden, donde varios oradores abordaron sin rodeos las acusaciones sobre su carácter.
Steve Witkoff, promotor inmobiliario y amigo desde hace tiempo, dijo desde el escenario que Trump respetaba todas las creencias y que “las acusaciones de extremismo, no podrían estar más lejos de la verdad”.
Sid Rosenberg, locutor de radio neoyorquino, le respondió a Hillary Clinton quien comparó el acto de Trump con un mitin a favor de Hitler realizado en 1939. Rosenberg bromeó diciendo que estaba “fuera de lugar que yo hablara en un mitin nazi, solo estaba en Israel”. Dijo que votar por Trump era votar por un gobierno “que se preocupa por el pueblo judío”, al tiempo que calificaba a los demócratas como “odiadores de judíos”. Hulk Hogan solo miró a la multitud y dijo: “No veo a ningún apestoso nazi aquí”.
El propio Trump también intentó señalar su fuerza con grupos diversos, citando que tanto judíos como musulmanes y católicos lo apoyaban. “En realidad, el Partido Republicano se ha convertido en el partido de la inclusión”, dijo.
Quizá lo más llamativo fue la declaración conjunta emitida días antes del mitin por el presidente de la Cámara de Representantes, Mike Johnson, y el senador Mitch McConnell, líder de la minoría republicana, en la que pedían a Harris que dejara de llamar fascista a Trump. La acusaban de exacerbar las tensiones políticas, ignorando el historial del expresidente de demonizar a sus propios oponentes.
La presencia de McConnell en esa declaración fue especialmente notable.
A pesar de su apoyo a Trump hace meses, McConnell dijo a su biógrafo Michael Tackett que esperaba que el expresidente “pagara un precio” por su papel en relación con el atentado del 6 de enero en el Capitolio. Según la biografía de Tackett, McConnell calificó a Trump de “errático” y dijo que los votantes estadounidenses eligieron sabiamente al expulsarlo del cargo. También dijo que consideraba las acciones de Trump en relación con el 6 de enero “lo más parecido a un delito grave que puedas imaginar”, aunque no votó a favor de condenarlo en un juicio político y dijo que el sistema de justicia penal sería el lugar adecuado para abordar eso.
Shane Goldmacher colaboró con reportería.
Maggie Haberman es corresponsal política sénior e informa sobre la campaña presidencial de 2024, las contiendas electorales en todo Estados Unidos y las investigaciones sobre el expresidente Donald Trump.
Jonathan Swan es periodista de política que cubre las elecciones presidenciales de 2024 y la campaña de Donald Trump.
Michael Gold es corresponsal de política del Times que cubre las campañas de Donald Trump y otros candidatos a la presidencia en 2024. c. 2024 The New York Times Company.
Por Maggie Haberman, Jonathan Swan y Michael Gold, The New York Times.