Por James Carville, The New York Times.
Aunque no soy de los que participan en la industria de la predicción política —recientemente inflada por misteriosas inversiones en criptomonedas que apuestan por una victoria de Donald Trump—, ahora me acerco a la mesa de póquer político para jugarme todas mis fichas: Estados Unidos, todo estará bien. Harris será elegida como la próxima presidenta de este país. De eso estoy seguro. Y estas son mis tres razones:
TRUMP ES UN PERDEDOR ELECTORAL REITERADO. ESTA VEZ NO SERÁ DIFERENTE
La mayor razón por la que Trump perderá es que todo el Partido Republicano lleva una racha perdedora desde que Trump se hizo con el poder. Veamos 2018: la mayor victoria aplastante de los demócratas en la Cámara de Representantes en unas elecciones de mitad de mandato desde Watergate. Veamos 2020: Joe Biden lo echó decisivamente de la Casa Blanca. Veamos 2022: una vergüenza de intermedias para los republicanos tras el caso Dobbs. Y a los demócratas les ha ido bien en las elecciones especiales desde que las personas elegidas por Trump en la Corte Suprema ayudaron a eliminar un derecho básico de las mujeres estadounidenses. ¿Qué creen? El aborto está en la boleta de nuevo.
Simplemente ya no parece haber suficientes votantes —incluso en los estados más disputados— que acudan a votar por Trump cuando él solamente está predicando a sus seguidores leales. No ha aprendido de sus derrotas electorales ni ha hecho el trabajo necesario para formar una amplia coalición electoral en 2024. No olvidemos que siete semanas después de que Nikki Haley abandonara las primarias republicanas, obtuvo 158.000 votos en Pensilvania, y algunos votantes descontentos con Haley están considerando apoyar a Harris. Aunque Haley ha apoyado a Trump, perder incluso una fracción de esos votantes deja a Trump en la recta final de esta carrera con una importante fractura del fémur. Y la cereza del pastel: la mayoría de los votantes piensan que Trump es demasiado viejo para ser presidente, pero él, en lugar de calmar sus preocupaciones, se está pasando los últimos días de la campaña bailando al ritmo de los Village People y cancelando entrevistas.
Por el otro lado, en solo tres meses Harris ha reunido una coalición unificada y electrizada. Desde Alexandria Ocasio-Cortez hasta Liz y Dick Cheney, es la más amplia que hemos visto en la historia política moderna. Y la coalición de Harris está tan entusiasmada como la oposición, que es más pequeña. Estas se perfilan como unas elecciones con una participación récord, y si la coalición más amplia acude con el mismo entusiasmo, las cosas habrán terminado para Trump.
EL DINERO IMPORTA, Y HARRIS TIENE MUCHÍSIMO
Más realidad: en la política, el dinero importa. Si no fuera así, alguien estaría perdiendo un montón de tiempo recaudándolo. Que se lo digan a Lindsey Graham, quien se queja de que los republicanos están siendo aplastados en la recaudación de fondos. Tiene razón en quejarse, ya que Harris parece una fábrica de hacer dinero.
Desde que se unió a la contienda, la vicepresidenta ha recaudado la asombrosa cifra de 1000 millones de dólares, y el último trimestre uno de sus comités de recaudación de fondos obtuvo 633 millones de dólares, lo que eclipsa lo que Trump recaudó con dos comités juntos. Además de compensar lo que algunos multimillonarios de la tecnología han dado a Trump, todo este dinero ha dado a Harris los recursos que necesita para persuadir a los votantes indecisos con anuncios y para organizarse sobre el terreno. Con su operación de campo moviéndose como una máquina enorme, parece probable que nunca haya habido una mayor disparidad en los esfuerzos de acercarse a los votantes. Trump puede lanzar todos los anuncios de televisión de alto perfil que quiera pintando a Harris como extremista, pero de lo que se habla menos es de que ella está más que contraatacando con anuncios que recuerdan a los votantes cómo Trump traicionó su juramento al cargo después de las elecciones de 2020 y puso fin al derecho de la mujer a elegir. Ella está preparada con el efectivo necesario para recordar enérgicamente a las mujeres suburbanas, y a los votantes en medio, que, de hecho, Trump es el candidato extremista.
ES SOLO UN SENTIMIENTO
Mi última razón es 100 por ciento emocional. Se nos dice constantemente que Estados Unidos está demasiado dividido, irremediablemente afectado por el tribalismo, para comprender lo que está en juego. Eso es totalmente falso. Si los Cheney y AOC entienden que la Constitución y nuestra democracia están en juego, todos los verdaderos conservadores y todos los verdaderos progresistas deberían entenderlo también. La inmensa mayoría de los estadounidenses son personas racionales, sensatas y de buena voluntad. Me niego a creer que el mismo país que una y otra vez ha superado sus errores para inclinar su futuro hacia la justicia cometerá el mismo error dos veces. Estados Unidos superó a Trump en 2020. Sé que sabemos que somos mejores que esto.
Ahora bien, no pretendo que mi predicción de una victoria de Harris genere complacencia. Aún tenemos días de trabajo vital por hacer. Digo todo esto porque un movimiento que marcha con esperanza es 1000 veces más estruendoso que un movimiento que marcha con temor.
Durante la última década, Trump ha infectado la vida estadounidense con una enfermedad política maligna, una que habría acabado con muchas otras democracias mundiales. El 6 de enero de 2021, nuestra propia democracia estuvo a punto de sucumbir a ella. Pero Trump ha declarado claramente que esta será la última vez que se postule para la presidencia. Precisamente por eso deberíamos alegrarnos por lo que viene a continuación: Trump es un perdedor; va a perder de nuevo. Y es muy probable que no haya nadie más que pueda llevar la antorcha del movimiento MAGA tras él; desde luego no su compañero de fórmula.
En unos días, no solo tenemos la oportunidad de elegir a Kamala Harris como presidenta, sino la oportunidad de poner fin a la sórdida carrera de Donald Trump y llevar a MAGA a una remisión prolongada.
Nos vemos del otro lado.
James Carville es un veterano de las campañas presidenciales demócratas, incluida la de Bill Clinton en 1992, y asesor de American Bridge, un súper PAC demócrata. c. 2024 The New York Times Company.