David y Goliat
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El relato bíblico de David y Goliat evoca una victoria considerada imposible. Por un lado está Goliat, guerrero de origen filisteo que utiliza casco y armadura de bronce y estiba peligrosa lanza del grueso de un rodillo de telar.
Las antiguas escrituras lo describen como un hombre diestro en el combate y con una altura de 2 metros con 95 centímetros. David por su parte, el mismo que años más tarde reinó en la tierra prometida por más de 30 años, era un diminuto y pacífico pastor de ovejas armado sólo de una fe infinita y una sonda. El desenlace lo conocemos todos. David hace una pregunta: "¿Quién es este pagano filisteo que se atreve a retar al ejército de Dios viviente?". La pelea inicia y sin que nadie lo esperara David con puntería letal lanza con su sonda una piedra y acaba con la vida del gigante.
Hace unas semanas una pelea considerada imposible de ganar se dio en los juzgados federales. Tereso Medina y la CTM de Coahuila junto a la Cámara de la Industria del Acero (Canacero) demandaron al estado mexicano detener la desgravación arancelaria a las importaciones de acero chino decretada desde el mes de enero. Al eliminar los aranceles a la introducción de este producto, se colocó a la industria acerera mexicana en una posición en donde competir se volvió imposible. China, país con subsidios por debajo de la mesa y en donde los costos de producción, en especial los energéticos son sensiblemente más bajos, tiene una industria acerera que en 2011 produjo 683 millones de toneladas contra 18.1 millones de toneladas de Mexico, esto es 38 veces el tamaño de nuestra industria. Además, nuestro País tiene un déficit comercial con el país del dragón un déficit cercano a los 41 mil millones de dólares. Pero China quería más.
Abrir la puerta al acero del gigante asiático sin ninguna protección, significa enterrar nuestra industria siderúrgica que representa 15.1 por ciento del PIB manufacturero, 2.6 por ciento del PIB nacional y genera 63 mil empleos directos y 550 mil indirectos. 23 mil de esos empleos están en Coahuila.
La demanda presentada ante la justicia federal exigía gravar nuevamente el acero chino ante la inminente quiebra de la industria nacional. Por su parte el estado mexicano argumentando que abrir el mercado sigificaba obtener productos más baratos y competitivos, defendía las importaciones sin pensar primero que se dañaba a la economía nacional pues se perderían miles de empleos y segundo, que si bien en el mercado existirían productos con un costo más bajo, el origen de esos precios está viciado pues están subsidiados de manera oculta. Pero esto parecía importarles muy poco, siguiendo al pie de la letra los libros de economía neoliberal en donde lo importante es la ley del más fuerte.
Pero la Canacero y la CTM en lugar de la sonda de David utilizaron recursos legales como armas para noquear al Goliat chino y obtuvieron de un juez federal la suspensión definitiva en un juicio de amparo y con ello, México tendrá que volver a aplicar impuestos a la importación de productos de acero chino.
Por supuesto no se trata de volver a cerrar al país al mercado externo ni de priviliegiar a ningún grupo que pretende eliminar de esta forma a su competencia. Es asumir prácticas comúnmente utilizadas por otros países para proteger a industrias estratégicas del dumping. Un ejemplo claro es el mismo chino que impuso aranceles anti-dumping contra la importación de pollo y de acero norteamericano y estos por su parte prohibieron durante algún tiempo la entrada de atún mexicano y la entrada de camiones de carga mexicanos.
Es posible que esta sea la oportunidad de iniciar la defensa de otros sectores que sufren de competencia desleal. La industria de la mezclilla y de prendas de vestir, de la penicilina, del calzado y el campo mexicano requieren iniciar ya batallas legales como la que libró la CTM de Coahuila y la Canacero. La defensa de los intereses nacionales y la protección del empleo deberían de ser el centro de todos esos esfuerzos pues nos enfrentamos a gigantes con poderosos intereses. Al final podemos darnos cuenta como afirma una sabia frase popular: "Como no sabían que era imposible. Lo hicieron".