Ensañarse contra el ausente
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Al reforzarse la idea de que Javier Villarreal es el villano, perdemos la perspectiva de que sus movimientos no pudieron efectuarse en la soledad
En los últimos tres o cuatro días, los principales medios han dado cuenta de la más reciente pretensión legal del (todavía) Señor de los Dineros, Javier Villarreal.
Para malestar del hígado de muchos, el recuento va más o menos así: arrancando semana, un periódico con circulación nacional dio a conocer que el prófugo de la justicia anda buscando recuperar las cuentas y bienes que (se ha dicho) la PGR le tiene aseguradas. Presentó un amparo,y le fue admitido. De ese documento se desprende esta declaración relacionada con una operación bancaria (un retiro, que no pudo realizar) el pasado 26 de julio: "Procedí a ponerme en contacto con funcionarios del banco mencionado, quienes me informaron que la cuenta estaba asegurada precautoriamente, mostrándome una copia del acuerdo correspondiente" (VANGUARDIA, octubre 25, 2013).
De lo anterior, se infiere (al menos) que: primero, Javier Villarreal sigue vivo; segundo, está en México; tercero, aun cuando debe saberse prófugo de la justicia en ambos lados del Río Bravo, el señor decide retirar, sin éxito, dinero de su tarjeta (operación que queda registrada y de la que puede desprenderse ubicación y un largo etcétera); cuarto, si requiere sacar dinero del banco es porque no tiene efectivo (aun cuando, de alguna manera, seguirá pagando lo que requiere para vivir y a los abogados que le tramitan amparos); quinto, sabiéndose prófugo de la justicia,tranquilamente decide acudir a una sucursal bancaria (donde, por cierto, hay cámaras de seguridad, ¿ya se estarán pidiendo las imágenes?) para reclamar el servicio recibido; sexto, la PGR se dedica a algo diferente y no a buscarlo; séptimo, Javier Villarreal no tiene cuentas con nombres falsos y por eso decide usar una a su nombre. O, si las tuvo, ya se acabaron; octavo, sabiéndose prófugo de la justicia, después de querer retirar dinero, después de reclamar en una sucursal bancaria, decide buscar el amparo.
Muchas piezas no terminan de encajar. ¿O sí?
A dos años de que las autoridades en Coahuila lo aprehendieran fugazmente (recuérdese aquella foto, chaleco gris y corbata azul bien anudada), a un año de que fuera brevemente aprehendido en Texas (allá, la del recuerdo fue en playera Nike, poblado bigote y cabellos alborotados). ¿decide hacer todo lo necesario para ser ubicado y (al menos) ocupar un espacio en la primera plana?
El periodismo, dijo Tomás Eloy Martinez en tierras colombianas por allá de 1996, no es un circo para exhibirse, sino un instrumento para pensar. Y aquí, en este caso en particular, sigue habiendo más preguntas que respuestas.
Acostumbrados a la reacción y no a la reflexión, atinaríamos apenas a decir que el exSeretario es un cínico y por eso anda buscando recuperar lo mal habido. Pero ¿ahí termina, en verdad, el análisis? ¿Dónde estaba, por ejemplo, la PGR? ¿Quién avisó al periódico de circulación nacional lo del amparo? (¿O van a decir que de los miles de amparos tramitados, algún reportero curioso se encontró con el dato, en un estrado, por casualidad?) ¿Por qué reaparecer en escena de manera tan obvia?
Poca reflexión, como digo. Y no solo eso: al ensañarse contra el ausente, se olvida a los presentes.
Al reforzarse la idea de que Javier Villarreal es el villano y un cínico, perdemos la perspectiva de que todos aquellos movimientos no pudieron efectuarse en la soledad. Blanca paloma, tampoco. Pero en la corrupción, mejor tener cómplices que testigos; tejer una red, para que los amigos no caigan.
Insisto en la idea aquí vertida reiteradamente: después de Villarreal, nadie de quienes le siguieron han señalado faltantes, trucos o inconsistencias. Los que estaban entonces, siguen ahora. Del Gobierno de la Gente al Gobierno Bisagra, y de ahí al Gobierno de la Identidad Múltiple (o del Eslogan Inquieto, como quiera decírsele), no ha habido funcionario que haga eco de lo que, desde afuera, parece claro.
El actual Gobierno insiste, de hecho, en algo así como una teoría del enriquecimiento espontáneo. Desde siempre, este Gobierno, con sus omisiones, encubre.
En este mar embravecido, la poca esperanza remanente se guarda en la Auditoría Superior del Estado. No correrá a la velocidad de las expectativas, pero tiene paso firme. ¿O no?
@victorspena