Coahuila: Llegó la nueva ENSU y ojo al tema de los conflictos

Opinión
/ 27 julio 2025

Cuando un mayor número de personas ha tenido contacto directo con situaciones de conflicto, se rompe la noción de seguridad, entonces la violencia se convierte en una experiencia concreta, cotidiana y emocionalmente cargada

La Encuesta Nacional de Seguridad Pública Urbana (ENSU) del Inegi del segundo trimestre de este año era bastante esperada, sobre todo para la región Laguna y particularmente para el gobierno de Torreón. Y finalmente salieron a la luz los datos que revelan que la “caída” en la percepción de inseguridad en el pasado trimestre se mantuvo.

Veamos. El trimestre pasado se reportó la caída de 9.7 puntos porcentuales en la percepción de inseguridad en Torreón y de 7.3 puntos en La Laguna de Coahuila y Durango en comparación con el trimestre anterior, de ahí que causara tanto escándalo.

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Para este trimestre, la región Laguna pasó de 44.7 por ciento de personas que se percibieron inseguras a 42.5. Es decir, hubo una ligera mejora, pero en términos amplios no se registró tanta variación. Lo mismo para Torreón, aunque en sentido negativo, pues pasó de 42.4 a 44.3.

La deducción, si se compara con los datos del pasado trimestre, que fueron los que brincaron por su mayor diferencia, es que prácticamente se mantienen. En otras palabras, el deterioro en la percepción de seguridad, reportado el trimestre pasado, no mejoró en este trimestre.

Además, si se compara con junio del año pasado, es más notoria la caída en la percepción de seguridad, tanto en La Laguna como en Torreón.

Un dato que llama mucho la atención en la encuesta de este trimestre es el aumento, tanto en La Laguna como en Torreón, de la población que experimentó conflictos o enfrentamientos, pues en Torreón pasó de 18.9 a 29.7, y en toda La Laguna, de 15.2 a 25.3.

Se trata de una variable que analiza si las personas tuvieron algún conflicto o enfrentamiento, de manera directa, con familiares, con las personas vecinas, con las personas compañeras de trabajo o escuela, con personal de establecimientos o con autoridades de gobierno.

Me parece importante ponerle atención a esta variable en La Laguna. Lo explico: cuando un mayor número de personas ha tenido contacto directo con situaciones de conflicto –ya sea en forma de riñas, agresiones, disputas vecinales o enfrentamientos armados en un nivel más fuerte–, se rompe la noción de seguridad como un estado abstracto o estadístico. La violencia se convierte en una experiencia concreta, cotidiana y emocionalmente cargada, lo que incrementa la percepción de vulnerabilidad y peligro inmediato. Las personas ya no sienten que “les pasa a otros”, sino que reconocen que “me puede pasar a mí”.

Es decir, esos conflictos en los que está inmersa la gente desencadenan un sentimiento (una percepción) de que no hay del todo seguridad. Inclusive –y esto llama la atención– si no hay una correlación directa con un aumento en los delitos de alto impacto. El problema es que los conflictos cotidianos se perciben como antesala de delitos más graves. Son señales de un deterioro.

Ahí está, por ejemplo, el caso de Melissa, una chica de Torreón que ha denunciado constantemente las agresiones de su pareja sin que la autoridad ponga un alto al agresor, y cuya historia fue publicada en las páginas de VANGUARDIA. Ese “conflicto cotidiano” trasciende a un sentido de percepción de inseguridad.

AL TIRO

Entonces, se debe poner atención a esa variable de las personas que experimentaron o presenciaron conflictos, porque en un contexto donde cada vez más se experimentan o se presencian, la narrativa de la percepción de inseguridad va a continuar o, inclusive, a amplificarse.

Esto forma parte de lo que algunos autores, como Gabriel Kessler –estudioso sobre la percepción de la inseguridad–, denominan “inseguridad sentida”, que no necesariamente coincide con la estadística criminal oficial, pero tiene una gran influencia en la conducta social (como evitar espacios públicos, modificar rutinas o demandar mano dura), es decir, se construye socialmente la percepción más allá de los índices delictivos.

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La ENSU, por ejemplo, mide los cambios de hábito por temor a la delincuencia en tres variables: permitir que las y los menores de edad salgan solas y solos, llevar cosas de valor y caminar de noche en los alrededores de la vivienda. De un trimestre a otro, las tres variables aumentaron en Torreón, mientras en La Laguna, únicamente la de llevar cosas de valor no aumentó.

Así pues, en un asunto de percepción como la ENSU, las autoridades deben tener claro que no se trata únicamente de abordar el tema de la seguridad desde el punto de vista estadístico de reducción o incremento de delitos, sino que se deben considerar las experiencias cotidianas como factores que detonan la construcción de una percepción en materia de seguridad.

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Licenciado en Ciencias de la Comunicación por la universidad La Salle Laguna. Tiene más de 10 años como periodista. Es corresponsal de Vanguardia en la región Laguna, así como reportero investigador de Semanario. Ha trabajado y colaborado en otros medios como Revista de Coahuila, Newsweek en Español, SinEmbargo, W Radio, Imagen Laguna, entre otros. Fue becario de la Sociedad Interamericana de Prensa (SIP) y de la Red Global de Periodismo de Investigación. Ha obtenido premios y reconocimientos como el Premio Nacional de Periodismo Rostros de la Discriminación y el Premio Nacional de Periodismo y Divulgación Científica, así como menciones honoríficas en el premio de la Sociedad Interamericana de Prensa y el Premio Latinoamericano de Periodismo sobre Drogas. Actualmente también se desempeña como corresponsal de El Universal en Coahuila y Durango y es profesor de la Universidad Iberoamericana Torreón.

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