Acuérdate de Acapulco (y de los demás municipios afectados)

Opinión
/ 8 noviembre 2023

Más allá de las incesantes críticas al Gobierno Federal por no advertir de manera oportuna a la población sobre el inminente riesgo que representaba la entrada del huracán Otis a las costas guerrerenses, la gestión de la tragedia por parte de las autoridades también ha sido blanco de severos cuestionamientos.

Para empezar, la ausencia del titular del Ejecutivo en el lugar del desastre no ha sido bien vista por aquellos que todo lo perdieron; si bien, el mandatario nacional ha sobrevolado las zonas afectadas, no ha sostenido encuentro alguno con los damnificados; no ha percibido de primera mano sus necesidades ni escuchado de manera directa sus justos reclamos. Lo que sí hizo el Presidente durante el fin de semana pasado fue supervisar los avances en la construcción del Tren Maya y el terreno donde será edificado el aeropuerto de Tulum en Quintana Roo.

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Así, mientras miles de personas claman por ayuda humanitaria al tiempo que desconocen cómo y cuando volverán a la normalidad, el Jefe del Estado mexicano muestra sin recato sus prioridades. Por ello, una caravana de afectados por el implacable meteoro salió de Acapulco con rumbo a la Ciudad de México para exigir la asignación de los recursos suficientes que permitan la reconstrucción del puerto y áreas colindantes. A su llegada, seguramente serán tildados de adversarios del régimen, pero esa es otra historia y ya daremos cuenta de ella.

Como si lo anterior no fuera suficiente, el Gobierno de México eliminó de un plumazo la declaratoria de emergencia en 45 municipios del estado de Guerrero. ¡Así como lo lee, amable y única lectora! Debido a las intensas lluvias, vientos fuertes e inundaciones ocurridas antes y después del golpe de Otis, la Secretaría de Seguridad y Protección Ciudadana declaró en estado de desastre a 47 municipios guerrerenses, cuyos nombres fueron publicados en el Diario Oficial de la Federación el pasado 2 de noviembre; sin embargo, en la edición vespertina del día siguiente se incluyó una “nota aclaratoria” en la que se consideraban en emergencia tan sólo los municipios de Acapulco y Coyuca de Benítez, por lo que el resto quedó inexplicablemente borrado de la lista.

Ahora bien, anteriormente la mencionada declaratoria servía para que se liberaran los dineros del Fondo de Desastres Naturales en beneficio inmediato y directo de las familias afectadas por un fenómeno natural, pero −como ya ha sido abordado en este espacio– el Fonden fue eliminado en el 2020 junto con otros 108 fideicomisos, por lo que ahora no se tienen los recursos suficientes para enfrentar la contingencia. Según los expertos, en el escenario más conservador, se necesitarán más de 100 mil millones de pesos para revertir los daños ocasionados por el huracán; no obstante, el gobierno cuenta −para lo que resta del año− con una bolsa de 7 mil 500 millones destinados a desastres de este tipo, mientras que para 2024 se proyectan en el presupuesto 17 mil 900 millones de pesos para atender emergencias derivadas de fenómenos naturales; dicho de otra forma, aplicando la totalidad de los fondos así etiquetados en este año y el siguiente, se alcanzaría para reunir apenas el 20 por ciento de lo requerido, ello suponiendo que no se presentaran otras eventualidades similares que también ameritaran atención financiera.

¿Qué sigue entonces? Pues que la mayoría oficial en la Cámara de Diputados, después de rechazar el proyecto de la oposición, aprobará con bombo y platillo un presupuesto especial propuesto por su bancada, lo que necesariamente implica un nuevo recorte a los ramos generales y a las participaciones estatales, porque pretender que se redireccionen recursos previamente asignados a las megaobras de la 4T es verdaderamente impensable.

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Aquí en confianza, a nuestros hermanos y hermanas de Guerrero les llueve sobre mojado; lo mismo han sido víctimas de un inmisericorde desastre natural que de la falta de alerta sobre el mismo; del vandalismo y la rapiña sin freno; de la ausencia del mandatario mexicano y su indolencia al minimizar los efectos del meteoro; de la escasez de recursos públicos para aliviar el dolor de cientos de miles; de la eliminación del Fonden sumada a la incorrecta previsión presupuestal y, por si fuera poco, del deleznable uso político de una desgracia sin precedentes. Pero que no cunda el pánico, porque desde el estrado mañanero, el Presidente de las y los mexicanos aclaró que para este próximo diciembre las familias en Acapulco estarán muy contentas: “no habrá una amarga Navidad”, afirmó el tabasqueño, al tiempo que sus seguidores aplaudían profusamente bajo el resguardo de los gruesos muros de un palacio virreinal.

Nota: Lo antes expuesto representa la opinión personal del autor

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