Coahuila: Ciudadanizar la política y el gobierno...

En campaña siempre se escucha decir a los candidatos: “una vez que ganemos la elección, buscaremos a los mejores para cada puesto”, refiriéndose a la estructura que conformará su gabinete. Con los gobiernos priistas –de 1929 al 2000– cuando el partido era hegemónico de cabo a rabo, se sabía que bajo ningún motivo confundirían el surimi con el tsunami, e invariablemente se mantendrían químicamente puros. Para fines prácticos, esto no representaba mayor virtuosismo, todos sabíamos que así operaban. Así, con los mejores en cada puesto, formaron por 71 años los cuadros que nos gobernaron. Ya ve cómo nos fue.

Advenedizos, sin experiencia, aprendices, todólogos, en fin. Tantos ejemplos. Lo sorprendente era que de la noche a la mañana un economista amanecía diplomático, declarando: “Yo no conozco la Secretaría de Relaciones Exteriores. No soy diplomático. Se los digo de corazón y con humildad: Vengo a aprender de ustedes”. U ocupaba diversas secretarías, como si fuera la “impronta de la sustancia”, en una temporada lo mismo le daba estar en Hacienda, en Turismo, en Medio Ambiente, en Economía o en Salud.

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Para fines prácticos, el nicho del PRI se encontraba en el mismo PRI. Hasta cierto punto normal, eran quienes triunfaban. Pero los experimentos de roles que no diferenciaban entre actitud y aptitud nos llevaron a la desgracia nacional que a la fecha padecemos.

Quien comenzó a incluir profesionales de otros partidos en la administración pública fue Ernesto Zedillo. ¿Se acuerda de Antonio Lozano Gracia, panista, que fue procurador de la República en 1994? Pago de cuotas, acuerdos cupulares, como haya sido, fue dos años parte del equipo tricolor, no me refiero a la selección nacional, sino al gabinete de ese sexenio.

En el 2000, cuando termina lo que Vargas Llosa llama “la dictadura perfecta, el triunfador de la contienda, Vicente Fox, fiel a su estilo empresarial, contrató a cinco firmas de headhunters –así lo había declarado– para que buscaran y escogieran a los mejores en cada puesto. La condición era que tuvieran “amor por México, alto sentido de la responsabilidad social, honestidad probada, reconocida capacidad y obtención de resultados”. Con y sin headhunters hubiera dado lo mismo.

Otra vez pareció ser que el panorama de los “mejores” sólo fue hacia dentro del PAN, porque 30 de sus ministros –de diferentes carteras– eran de extracción albiazul, nueve eran simpatizantes del mismo partido y sólo uno, Francisco Gil, secretario de Hacienda emanado del PRI. ¿Pago de favores? Otra vez, la misma práctica. No podría ser de otra forma. El equipo se conformó con puros cuadros emanados de Acción Nacional. Se entiende, había ganado el PAN. Pero la declaración había sido: buscaremos a los mejores. Al más puro estilo tricolor, casualmente, los mejores se encontraban en el PAN.

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Para generar confianza y sentido de inclusión en la población que no votó por el candidato, en una elección y en otra también, quienes compiten ordinariamente utilizan esa misma jerga. Andrés Manuel también la utilizó y acabó en el gabinete pura gente de su recién estrenado partido, perdón, y un priista.

Lo último que escuchamos en ese mismo tenor fue la declaración del ahora candidato electo al gobierno del estado de Coahuila, que con una conceptualización rimbombante se refirió en sus discursos una y otra vez a la idea de “ciudadanizar la política y el gobierno” y afirmó –en mítines, declaraciones, debates y en los pasillos– que (...) “para que Coahuila avance, se necesita un gobierno ciudadano, esa es la fórmula mágica para dar resultados contundentes”.

Y como en el postmodernismo cada quien tiene su “veldá” –cfr. Niurka Marcos–, habrá que ver que entiende el gobernador electo por “ciudadanizar la política y el gobierno”. A la primera, sin necesidad de utilizar ningún modelo hermenéutico –Gadamer, Ricoeur, Husserl, Heidegger– la afirmación nos lleva a entender que su gobierno no contemplará un equipo-gabinete que tenga como nicho el partido de referencia del candidato. ¿No sé si esté en lo correcto? Usted ayúdeme a entender, ¿es así? El prometer no empobrece (cfr. el expresidente Fox).

Más cuando se dice “la conformación de una gran alianza con diversas fuerzas políticas, así como la sociedad civil y la iniciativa privada, garantiza un gobierno plural, en donde se tome en cuenta a la ciudadanía”. ¿Qué es lo que entiende usted? Entonces, ¿no pagará facturas políticas? ¿No habrá pago de cuotas a los grupos y familias que le hicieron posible llegar a la gubernatura? Si es así, entonces, éstas sí son buenas noticias.

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Por tanto, esperemos la lista de personas y personajes que emanados de la sociedad civil, la iniciativa privada y la ciudadanía conformarán el “gobierno plural” del candidato triunfador. Sería bueno saber también sí, así como se habla de una “ciudadanización de la política y el gobierno”, compartimos la misma idea por el concepto “plural”, por aquello del relativismo y el subjetivismo.

En el dado caso de que no fuera así, que casi se lo firmo, no lo será. Lo deseable sería que al menos los que tradicionalmente le han acompañado y seguramente lo acompañarán –chicos y chicas emanados de las juventudes revolucionarias– tuvieran la aptitud y la actitud. Por supuesto, en el contexto que enmarca a muchos que probablemente ocupen algunas secretarias, la actitud les sobra, pero habrá que ver si tienen la aptitud.

La desilusión aparecerá inminentemente cuando “la ciudadanización del gobierno y la política” se supedite a pagos de cuotas políticas, recomendaciones, compromisos con “ciertas familias”, padrinos, compromisos de campañas, amiguismos, compadrazgos, entre tantas otras cosas que marcan diferencia entre lo que se dice y lo que se hace. Muy pronto veremos si el joven gobernador electo “ciudadaniza la política y el gobierno”, como lo afirmó una y otra vez, o simplemente fueron dichos que se requerían para quedar bien. Así las cosas.