Coahuila 2023: El saldo que dejan los debates a la gubernatura, en voz de los expertos

Claudia Luna Fuentes, Gustavo Espinosa Padrón, Antonio Serrano Camarena y Enrique Abasolo analizan lo que los dos debates de esta semana dejan al electorado coahuilense.

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Promesas y bolsillos rotos

CLAUDIA LUNA FUENTES

Con un debate bastaba. Primero, porque son recursos públicos para arenas políticas en las que con una sola muestra se accede al resultado/tendencia. Esto, ya que los candidatos han dado señales de su personalidad, intereses y formas de comunicación en medios y redes a los que se les destina también dinero público, es decir de impuestos ciudadanos. Así, en estos dos debates, de tres que serán, se observó la misma tendencia: Manolo Jiménez Salinas inalterable -quien lleva la ventaja en las encuestas-, no respondió a provocaciones ya que cuenta con recursos económicos, movilización partidista y está en una entidad priista, lo sabe. Ricardo Mejía Berdeja prosiguió argumentando con fiereza sobre los puntos flacos de las administraciones estatales priistas de los últimos 18 años. Lenin Pérez Rivera mantuvo su temperancia propositiva y Armando Guadiana Tijerina sostuvo un rol de imprecisión campechana.

Las propuestas palidecieron para dar lugar a la salvaguarda de lo logrado -amparándose en hechos pasados-, a las descalificaciones o a las denuncias.

Y para usar una figura retórica, la gran sombra en ambos debates fue la mega deuda referida como una gran preocupación ciudadana por Patricia Tobías, una de las líderes de opinión invitada a cuestionar. También fue un tema reiterado por Mejía, Guadiana y Pérez.

Coahuila es el segundo estado con mayor deuda del país, sólo por debajo de Chihuahua, según la Coparmex. Por tanto, la mega deuda dejaría sin una sana capacidad de operación presupuestal al candidato que se convierta en gobernador. ¿Cuáles propuestas florecerán en este contexto?

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Espacios para ideas, pero también de señalamientos

GUSTAVO ESPINOSA PADRÓN

Los dos debates realizados entre candidatos a la gubernatura de Coahuila -uno organizado por el Instituto Electoral del Coahuila y el otro por la sociedad civil organizada- han generaron comparaciones y críticas hacia la autoridad electoral, particularmente en torno a la organización, las manifestaciones del público y la intervención de los moderadores, a quienes se acusa de parcialidad.

Se ha dicho que el debate convocado por COPARMEX permitió a los candidatos enfocarse en las propuestas y no en descalificaciones, gracias al ambiente controlado y el formato que eligieron para su desarrollo, pero esa no es una comparación apropiada.

La autoridad electoral está limitada por la forma en que toma decisiones: a través de un órgano colegiado en el cual los partidos tienen voz e inciden en los acuerdos adoptados y que terminan siendo, en todo caso, los mejores posibles. En cambio, el debate organizado por la sociedad civil es una invitación que los partidos y candidatos solo pueden aceptar o rechazar. Eso permite establecer un formato como el que vimos el miércoles pasado.

Ambos ejercicios deben celebrarse, ya que el debate político es un espacio para el contraste de ideas, de propuestas y también de señalamientos hacia el adversario. Es un espacio en el cual, quienes aspiran a gobernar, pueden responder y aclarar cualquier señalamiento que se les haga.

En conclusión, los debates políticos son una herramienta valiosa y resulta importante promover más debates organizados por la sociedad civil y asegurar la moderación activa para el segundo ejercicio organizado por el IEC.

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Es lo que hay... nos lo dejaron más que claro

ENRIQUE ABASOLO

Los debates son uno de varios indicadores del nivel y el estado de nuestras democracias.

Como no podía ser de otra manera, en México se trata de conectar la mayor cantidad de golpes de efectismo populista. Y el muy particular caso que nos ocupa, los recientes “debates” rumbo al relevo en la Gubernatura Coahuilense, no podía ilustrar mejor lo anterior.

Aunque un sector de la opinión pública exige ejercicios más propositivos, con un mayor despliegue técnico en la exposición de problemas concretos y sus posibles soluciones, dada la escasa o nula interlocución de nuestra clase política con la sociedad, no es del todo ocioso que los debates sean un espacio franco para el ataque frontal entre candidatos hacia sus respectivas debilidades y puntos flacos, claro, siempre y cuando estén sustentados en hechos demostrables.

Los dos debates recientes entre aspirantes a gobernar nuestra Entidad nos formaron por lo menos una idea de lo que sería el gobierno con cualquiera de los dos candidatos que van arriba en las encuestas:

El puntero y abanderado por el partido hegemónico en el Estado, Manolo Jiménez Salinas, se resiste a hablar de la Megadeuda y a asumir el moreirato como una calamidad viva en el régimen que hereda, lo cual nos pinta a un futuro gobernador desentendido de éste y otros temas que son clamor y reclamo popular genuino.

Armando Guadiana por su parte, presentó su numerito de humoradas y ocurrencias, muy jocosas, muy bien recibidas, que también nos anticipa lo que sería su improbable administración: una encabezada por un añoso mandatario física y mentalmente disminuido, aunque bueno para los dicharachos y para sacarnos la risotada fácil; que nunca se hace responsable de sus actos pero tiene siempre una frase pintoresca a mano para todo, sospechosamente parecido al monarca chiquito de Palacio Nacional.

Eso es lo que hay para elegir y ambos debates nos lo dejaron más que claro, transparente.

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Debates “light con salsa”

ANTONIO SERRANO CAMARENA

El ejercicio democrático de los debates lo calificaría como “light con salsa”, esto es, muy desabrido y con picante para darle algo de sabor. Light porque ha carecido de propuestas estructuradas, con datos que nos ayuden a los ciudadanos a hacer evaluaciones y realmente decidir por un rumbo para el estado. La salsa ha sido la cantidad de descalificaciones y ofensas de candidatos, que ante su falta de propuestas, faltan al respeto no a los candidatos, sino a todos aquellos que esperamos soluciones para mejorar nuestra calidad de vida. Es solo por el morbo y los malos chistes que ha habido de qué hablar al respecto. De hecho, muy probablemente el lugar de la reunión hizo que los candidatos se comportaran de esa manera, haciendo puro “teatro”.

En el segundo evento fue algo más intelectual, el lugar volvió a ejercer su “poder” y el Tec de Monterrey (y el moderador) dieron lugar a un debate más técnico con propuestas tan generales en algunos casos que podrían haber sido aplicadas desde temas de conservación del agua hasta el control del tráfico vehicular en la autopista Saltillo-Monterrey. Es claro que se hizo un esfuerzo por presentar un debate de mayor altura que el primero, lo cal se logró, pero nuevamente de forma somera en cuanto a propuestas. No ha habido datos puntuales sobre ningún tema para resolver los problemas que hoy nos aquejan.

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Los debates han servido eso sí para exponer las posiciones ideológicas para cada candidato y su anclaje en el pasado. Fue evidente que en el primer evento, todo se centró en recordarle las malas relaciones de administraciones anteriores a uno de los candidatos, a otro su mal desempeño en puestos que ya había ejercido, pero los otros tampoco dieron muestras de modernidad ni en sus ideas ni en su comportamiento. Al primer debate lo llamaría “Reviviendo el pasado”. y al segundo “Mundos distópicos” porque para mí fueron capítulos de una mala serie de televisión. Habrá que preguntarse si después de los debates alguien cambió su intención de voto, por lo pronto yo no.