Justo como en aquellos tiempos lúgubres y de decepción, en aquel 2012 donde el ahora compañero presidente López Obrador se enfrentó al fraude electoral, al uso desmedido de recursos públicos, a las calumnias, mentiras y engaños de los que se creían amos y señores de México, y nos demostró que el ánimo jamás debe decaer porque la lucha no se logra de la noche a la mañana, sino que se tiene que trabajar a todas horas y sin quitar el dedo del renglón por la transformación radical y profunda de la realidad nacional.