Coahuila: debe alarmarnos la incidencia de muerte por consumo de drogas
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Aunque nuestra entidad registra un número bajo de fallecimientos asociados al abuso en el consumo de drogas, no debe esperarse a que dicha cifra crezca para reaccionar de forma adecuada
El consumo de drogas -lícitas e ilícitas- constituye un problema de salud pública en el mundo entero y, por desgracia, Coahuila no es ajeno a dicho fenómeno. De acuerdo con estadísticas del Instituto Nacional de Estadística y Geografía, el abuso de sustancias nocivas es la causa de algunos fallecimientos en la entidad.
El número de personas cuya muerte se asocia a esta causa es, por fortuna, pequeño. Pero un solo deceso debería bastar para que se enciendan las alarmas y se dispare una respuesta institucional de parte de las instituciones relacionadas con el fenómeno.
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La estadística de fallecimientos elaborada por el INEGI contiene una clasificación denominada “por intenciones no determinadas” que incluye, además de los fallecimientos por abuso de sustancias nocivas, las causadas por ahorcamiento, ahogamiento, contacto con armas de fuego y envenenamiento. En ese rubro, Coahuila ocupó, en la estadística de 2022, el cuarto lugar a nivel nacional.
Vale la pena tener en cuenta que, en el caso del consumo de drogas, la muerte es la consecuencia última, pero antes de ello quien se encuentra atrapado en ese mundo, así como su familia, sufren consecuencias de muy diverso tipo que resultan sumamente lesivas.
También es preciso alertar respecto del surgimiento de nuevas drogas, sobre todo las de carácter sintético, que incrementan el riesgo de perder la vida. El caso del fentanilo, en los Estados Unidos, representa una amenaza concreta y cercana ante la cual debemos reaccionar.
Y es que si ya contamos casos en los cuales una persona avanza en el proceso de consumo de drogas y ello le ubica en el terreno del abuso, la posibilidad de que se multipliquen los casos de sobredosis puede ser alta y convertirse en un mayor problema de salud pública.
En este sentido, las estrategias de prevención representan la mejor herramienta que tenemos a la mano, pues lo mejor que podemos hacer como sociedad no es rehabilitar a quienes han caído presas de este flagelo, sino evitar que quienes no se encuentran en dicha situación se inicien en el consumo.
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Todos estamos llamados a contribuir a dicho propósito. No se trata solamente de un trabajo para las autoridades de todos los órdenes de gobiernos, sino también para los padres de familia, para los educadores e incluso para los líderes religiosos.
El propósito colectivo debe ser el contener y reducir el consumo de estas sustancias y para ello debemos ser persuasivos con los jóvenes y los niños convenciéndoles de una idea fundamental: el consumo de drogas no constituye una experiencia que pueda aportarle nada positivo a sus vidas.
Los fallecimientos por exposición excesiva a sustancias prohibidas se encuentra hoy en un nivel bajo, pero suficiente para alarmarnos. Y encender las alarmas en este rubro implica asumir la responsabilidad -individual y colectiva- de impedir que dicho número crezca.
Encuesta Vanguardia
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