Desde un insecto hasta un bosque...

Opinión
/ 1 marzo 2022

En 2013 la Organización de las Naciones Unidas proclamó el 3 de marzo como el día mundial de la Naturaleza con el objetivo de fomentar la conservación de la flora y fauna silvestres, por ello también se difunde como el día mundial de la vida silvestre.

Cuando hablamos de vida silvestre hablamos de Naturaleza en plenitud, es cuando plantas y animales se desarrollan sin intervención de las decisiones y acciones humanas.

La construcción y desarrollo de las ciudades, carreteras, presas, parques eólicos, toda acción humana irrumpe estos ciclos, altera y modifica los procesos, propiciando una adaptación que indudablemente afecta a plantas y animales, al hábitat en general.

Conservar la vida silvestre significa, alejarnos de ella, no intervenir en sus procesos naturales ni realizar alteraciones en el medio, permitir su equilibrio. Y es que existen tantos procesos y servicios ambientales que realizan la flora y fauna silvestres, que ni toda la ciencia y el conocimiento nos alcanza para conocer y entender plenamente la función e importancia directa e indirecta que tiene cada insecto, cada planta, cada ser que forma parte de un ecosistema. Así como un bosque ayuda a recargar los acuíferos, evitar erosiones y proveer oxígeno, una pequeña abeja conlleva una gran responsabilidad en el complejo sistema ecológico a través de la polinización.

Para poder fomentar el crecimiento económico y urbano es necesario incorporar criterios ambientales en la planeación, buscar un desarrollo basado en la Naturaleza, que respete sus procesos y que incluso encuentre en la misma dinámica del ecosistema soluciones a los problemas que enfrenta. ¿Cómo podríamos lograrlo? Primero, creando los instrumentos de planeación que den prioridad a la protección de los recursos naturales como base para el crecimiento, como el ordenamiento ecológico. En segundo, implementando una efectiva transversalización de la política ambiental, capacitando a los funcionarios públicos para que, desde las áreas de desarrollo urbano, obras públicas, servicios públicos, desarrollo económico, entre otras, tengan las competencias suficientes y efectivas para tomar decisiones basadas en criterios ambientales y no sólo que exista un área ambiental que se encargue de lo “verde”. Que las decisiones que toma cada dirección municipal conozcan y pueda evitar o reducir los daños ambientales que generan sus funciones.

A nivel individual, nuestra responsabilidad se centra en no alterar la flora y fauna de los lugares naturales que vistamos y no tener animales exóticos silvestres. En Coahuila, la mayoría de las ciudades cuenta con grandes riquezas naturales a sus alrededores que no son valoradas y son afectadas por los visitantes, es común encontrar grandes cantidades de basura en los senderos de las montañas. Hagamos conciencia, se requiere de gran compromiso y responsabilidad para hacer frente al gran reto de proteger desde un insecto, hasta un bosque, a la Naturaleza entera.

COMENTARIOS

NUESTRO CONTENIDO PREMIUM