Dont cry for my Israel
Oscuridad de casa. Lumbrera de la calle. Los exabruptos del presidente argentino Milei en el muro de los lamentos olvida sus ovejas sudamericanas
Oscuridad de casa. Lumbrera de la calle. Los exabruptos del presidente argentino Milei en el muro de los lamentos olvida sus ovejas sudamericanas. A los descamisados, los habitantes de las villa cartoneras.
Milei tan extremo y falso. Patalea y abraza al rabino. Luego enjuga las lágrimas. En el mundo imaginario del presidente argentino no caben Quino, Calamaro, Los Fabulosos Cadillacs, Martín Caparros, Los Auténticos Decadentes, Damas Gratis y a quienes vagan por los supermercados.
Hacen cuentas. Ya ni siquiera del papel higiénico genérico les alcanza. Volverán al uso del papel periódico. Comer. Casi a la carta. Quien tenga el as es quien se lleva el platillo de las tres porciones.
Milei sigue su viaje. Le rodean los oligarcas y esa camarilla de gestores del Fondo Monetario Internacional. Terapia de choque. Ni siquiera. Muerto el ajusticiado, el despedido, los burócratas, los profesionistas liberales.
La Argentina arde. Ni siquiera el ir y venir del apasionamiento futbolero. Impuestas nuevas normas legales. Les inconforma del único plato fuerte en los barrios populares.
Al alza los secuestros exprés, el robo a las casas habitación. Migrar a la bella Italia, a los pasajes de lavaplatos en Texas. A bailar en los centros nocturnos para mujeres y varones.
Milei llora y continúa acongojado por las filas de nombres de agraviados por su herencia hebrea. Mientras arde la pampa y el aliado de bifes baratos para exportación. Los preferidos de los restaurantes de estrella Michelin en la quinta avenida de Nueva York. A donde van a parar los comensales dolientes al finalizar sus consejos morfológicos del neoliberalismo sudamericano.
Encuesta Vanguardia
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