El argumento comparatista. Desde Siena hasta Arteaga
Hace algunas semanas, la profesora Tania Groppi fue investida como doctora honoris causa de nuestra universidad. Ella, además, recibió de la Academia IDH el nombramiento de Investigadora Ad Vitam. Su gran trayectoria académica, liderazgo y compromiso con la casa morada la hace merecedora de estos títulos que, sin duda, generan en nuestra comunidad universitaria mejores oportunidades de educación para formar a la próxima generación de personas defensoras, con perspectiva comparada e internacional.
Desde hace tiempo, nuestro instituto nos ha convocado a reflexionar el modelo del jurista del siglo 21. Desde la concepción original del jurista napoleónico, privativista o publicista, hasta el perfil global. En la perspectiva contemporánea, el jurista comparatista e internacionalista es una referencia necesaria para entender el Derecho en la actualidad. Ya no basta con leer el código civil. Es necesario, además, comprender el derecho común que se ha desarrollado en el mundo.
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¿Por qué es importante entonces formar comparatistas? El Derecho Comparado es útil para tener un enfoque, por comparación, que permita ver el Derecho desde diferentes contextos, tradiciones e instituciones similares o diferentes. Los comparatistas desarrollan esta ciencia jurídica que nos aporta, entre otras cosas, una alternativa de significar el Derecho por espejos, es decir: examinar uno o más sistemas jurídicos para establecer sus relaciones, diferencias o semejanzas conforme a las iusfamilias que se desarrollan en el mundo de la norma jurídica. El comparatista, por tanto, nos ayuda a sistematizar las ideas jurídicas que circulan en el constitucionalismo global para proponer soluciones comunes o diferentes para resolver los problemas de nuestra comunidad.
Este enfoque es una característica esencial, entre otras, del perfil de egreso de la Academia IDH. Para ser un buen profesional de los derechos humanos, según nuestro programa educativo, es necesario aprender a usar en forma correcta el argumento comparatista en la interpretación del derecho.
Ejemplifiquemos. Cuando salimos a observar el mundo nos damos cuenta de que cada comunidad desarrolla diferentes soluciones a sus problemas comunes. Una casa puede tener una misma esencia en todas partes (edificación para habitar), pero la forma de diseñarla, construirla, e incluso para habitarla, puede ser similar o diferente, por sus estilos arquitectónicos, materiales o funciones. Si aprendemos a conocer las diferentes versiones de una casa, tendremos mayores posibilidades de construir un mejor modelo para nosotros, según nuestras necesidades.
Pensemos en una idea simple: la recámara. Si aprendes a implementar en forma adecuada los diferentes modelos, estilos y formas de organizar el cuarto, vas a poder disfrutar un mejor lugar para descansar. Si quieres, por el contrario, implementar una idea, sin las condiciones que se requieren, seguramente vas a tener una mala consecuencia: poner iglús en el desierto no es muy recomendable.
En el mundo del Derecho pasa algo similar. El Derecho es una práctica social que, por su función común de normar a la sociedad, pretende regular los supuestos de la realidad para darle seguridad, orden y racionalidad a todas las actividades de las personas e instituciones. Cada comunidad, según su tradición jurídica, desarrolla sus instituciones del Derecho para enfrentar sus problemas. El entenderlas, por la vía de la comparación, nos permite tomar mejores decisiones sobre su implementación.
Otro caso: la forma de organizar el poder. Existen ideas comunes: la división de poderes, pero la forma de operar este principio, en forma parlamentaria o presidencial, resulta diferente en cada sistema jurídico, porque depende de diferentes contextos políticos que, si no los entendemos, podemos generar regulaciones absurdas, inútiles, disfuncionales e innecesarias.
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IUS COMPARATISTAS
La comparación jurídica, por tanto, nos ayuda a ser prudentes con las ideas que circulan en el mundo del Derecho. Si sabemos por qué una institución jurídica funciona en una determinada realidad, podemos buscar que esa idea se implemente en otro lugar para lograr fines similares o mejores.
Luego si el argumento comparado es una opción más que tiene el jurista del siglo 21 para servir mejor a su comunidad, necesitamos formarlos de manera rigurosa. Para que la importación o exportación de las ideas jurídicas no generen más problemas que los que se pretendan resolver. Hay que saber usar −y no abusar− del argumento de derecho comparado.
Con el apoyo de la Escuela de Siena, no tengo la menor duda que en la AiDH se va a desarrollar una buena enseñanza del derecho comparado en beneficio de nuestra comunidad universitaria. Es un enfoque que nos diferencia de los demás.
Nuestros juristas mirarán el Derecho más allá de sus fronteras. Viajarán. Irán más lejos. Sus sueños se harán realidad.
Continuará...
Encuesta Vanguardia
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