El efecto Rashomon y Los Burros Pardos
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La película “Rashomon” (1950) dirigida por el director japonés Akira Kurosawa es considerada una obra maestra. En 1951 obtuvo el León de Oro en el Festival de Venecia y en 1952 el Óscar a la mejor película extranjera.
¿Qué historia cuenta la película? Y más importante aún, ¿cómo la cuenta?
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Ambientada en el siglo 12, “cuenta la historia del asesinato de un samurái y de la violación de una mujer, desde cuatro puntos de vista diferentes; los de los tres implicados (asesino, mujer violada y samurái, a través de una vidente) y un cuarto personaje (un leñador) que presenció también los hechos”.
Ahora, ¿cómo la cuenta? Los cuatro personajes dan sus testimonios, desde su subjetividad personal, sobre un mismo suceso: el asesinato y la violación, para mostrar un hecho: “es posible reducir todo fenómeno social a hechos de lenguaje que descansan bajo una capa de intereses plurales y progresivamente falsos”.
De esta manera, “la verdad queda oculta bajo subjetividades marcadas por la falsedad de intenciones”. Y “la verdad queda reducida al lenguaje como hecho”.
El asesino, la mujer violada, el samurái (a través de una vidente) y el leñador ofrecen relatos parciales desde los límites de un lenguaje marcado por sus intereses. Por ende, ¿cómo juzgar un hecho de manera objetiva cuando las historias/narraciones sobre lo sucedido parten de los intereses de los personajes?
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Algo similar ocurre con el movimiento estudiantil de los Burros Pardos que desde el 18 de septiembre cerraron el bulevar V. Carranza y la avenida Universidad, y se plantaron ahí para exigir el cumplimiento de su pliego petitorio.
En el estilo de la película Rashomon, imaginemos un diálogo entre cuatro personajes que observan el mismo suceso: la movilización estudiantil de los Burros Pardos.
El izquierdista romántico: “este es un evento histórico, que digo histórico, épico, que sin duda hará retemblar las estructuras del poder de una ciudad tan anquilosada (y aburrida) como Saltillo. Al sentir su energía disruptiva se me enchina la piel y los ojos se me ponen llorosos porque me hacen recordar aquellas palabras de Salvador Allende: ‘...mucho más temprano que tarde, se abrirán las grandes alamedas por donde pase el hombre libre para construir una sociedad mejor’”.
El purista cultural: “Ya ni lo joden las autoridades municipales: ¡qué respeten la explanada del Tec Saltillo por su valor cultural y patrimonial saltillense! Sí en verdad respetan nuestra historia, exijo que en desagravio pongan en nuestra explanada una estatua de un vaquero de rodeo montado sobre un toro como la recién instalada frente a la plaza Tlaxcala en el Paseo Capital. La mayoría de los estudiantes, por amar el rodeo, la cuidarán como propia. Y ahí sí, ¡qué se cuide el que la toque!”.
El oportunista de ocasión: “Ya chingamos, a río revuelto, ganancia nuestra. El movimiento estudiantil no tiene liderazgos o ideología definida. Seré solidario y los integraré a Morena o al Partido del Trabajo en las próximas elecciones. Mientras, me apareceré de sorpresa como el “Bebesaurio” Berdeja o transmitiré un Facebook Live desde las afueras del Tec como lo hicieron José Ángel Pérez y Reyes Flores Hurtado”.
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El cínico profesional: “La demanda original de destituir a la directora María Gloria Hinojosa Ruiz era de los maestros de la Sección 38, ligados algunos a Morena y al PT. Una vez conseguida su destitución, el movimiento de los Burros Pardos tomó vida propia, pero sin una dirección clara, en cuanto a liderazgos sólidos y una negociación puntual con las autoridades del Tec Nacional, acotada a protocolos y tiempos precisos. Hoy, el tiempo es su peor enemigo. El movimiento empezará a desgajarse. Las simpatías ciudadanas disminuirán ante un bloqueo que entorpece el flujo de sus vidas cotidianas sin ver resultados favorables a su sacrificio. Las autoridades del Tec nacional negociarán con ellos −ya debilitados− y acordarán sin cumplir las demandas del pliego petitorio a cabalidad. El nuevo director o directora desmantelará la aparición de cualquier movimiento similar en el futuro”.
El Rashomon de los Burros Pardos no es el de Kurosawa, pero las similaridades asustan.
Nota: El autor es director general del ICAI. Sus puntos de vista no representan los de la institución
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