Fábrica de Tesla: ¿no puede instalarse en nuestra región?
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Con intenciones que parecen más políticas que ambientales, el Presidente se ha propuesto ‘arrebatar’ el proyecto de Tesla a la región noreste de México
El presidente Andrés Manuel López Obrador afirmó ayer que intentará convencer a los directivos de la empresa Tesla, fabricante autos eléctricos, de no instalar en Nuevo León la planta que proyecta construir en México, porque “no hay agua”.
Durante su conferencia de prensa matutina el mandatario aseguró que “hay ya lugares en el país en donde no se tiene agua suficiente y tenemos que cuidar el agua para el consumo doméstico, y uno de los estados que tiene problemas por falta de agua es Nuevo León”.
Por otra parte, el Presidente aseguró que su gobierno está tratando de “ordenar también el crecimiento” nacional, lo que implica que no solamente el norte del país se industrialice sino que también en el sureste “se pueda crear empresas”.
Ya el sábado anterior López Obrador había advertido, durante una gira de trabajo por Sonora, que su gobierno pondría como condición a las empresas que quieran instalarse en el país “que no contaminen, no consuman agua en exceso, que no tenemos nada más que para la gente”.
Sin duda tiene razón el mandatario cuando se refiere al problema de escasez de agua que padece la zona norte del país, en particular las ciudades que han crecido en un ecosistema semi desértico. Sin embargo, ese no ha sido históricamente un impedimento para su desarrollo económico.
¿Ha llegado el momento de ponerle coto al desarrollo industrial del norte del país debido a esta circunstancia? Por lo pronto, no parece claro que la falta de agua sea la razón fundamental por la cual el Presidente se muestra interesado en “quitarle” a nuestra región el proyecto de Tesla.
¿Por qué? Esencialmente porque no se trata de un proyecto que demande agua como componente fundamental de su proceso productivo y tampoco estamos hablando de un ecosistema industrial que vaya a provocar una migración que se traduciría en un incremento sensible de la población de la región.
De hecho, es probable que el conjunto de inversiones que están evaluando la posibilidad de establecerse en la región noreste del país, producto del fenómeno denominado “nearshoring”, impliquen más fuentes de empleo que las representadas por el proyecto de Tesla.
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Así pues, al menos a primera vista pareciera haber más una intencionalidad política que ambiental detrás de la “cruzada” que ha iniciado el Presidente para “llevarse” la fábrica a otra zona del país.
Resulta obligado considerar, desde luego, el problema que representa para la región la limitada disponibilidad del vital líquido. Pero existen ejemplos, como el de Saltillo, que demuestran cómo ese problema puede resolverse con un mejor modelo de administración del recurso.
Habrá que reaccionar frente a la intención presidencial y, en todo caso, plantear un esquema de colaboración que implique conjuntar esfuerzos para cuidar los recursos naturales al tiempo que se aprovechan las vocaciones productivas de cada región. Y la nuestra, poca duda cabe, es la industria automotriz.
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