Huele a elecciones
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No hay plazo que no se cumpla, ni abono que no se llegue. En Coahuila ya sentimos que el fantasma de la sucesión nos respira en la nuca y ello provoca en algunos una notable pilo-erección, que es lo que conocemos como erizamiento de la piel o “carne de gallina” (no sé que se haya imaginado).
Aunque a muchos pueda poner nerviosos la transición sexenal (no confundir con la “sensación transexual”), para una gran mayoría es motivo de alborozo y emoción incontenible, como una Navidad que llega cada seis años, como unos Juegos Olímpicos postergados por -no sé- una pandemia... por decir algo.
Pasa que una nueva administración es una suerte de lotería en la que los concursantes pueden catafixiar su posición actual por una mejor. Así, el gato del gato del gato, puede convertirse en Secretario en el nuevo gabinete si es predilecto del nuevo ungido. Y si no, con amarrar la chamba para otros seis años, basta.
La sucesión en el Gobierno es como la lluvia, que se anticipa con el inconfundible, refrescante y muy grato aroma del petricor; nomás que la sucesión se anuncia con el hedor del animalerío que se pone muy inquieto, y cómo no, si se le cuecen las entrañas por bajarse de barco, pero nomás para abordar el siguiente.
Sabemos que la administración estatal ya trabaja en la sucesión de la misma forma en que, en el ámbito federal, la 4T de López Obrador trabaja con miras a la elección de 2024 desde el segundo día de su gestión, más o menos.
El domingo, la fuerza local tricolor y la marea morenista dieron por iniciadas las hostilidades pre electoreras para Coahuila y como declaración de guerra, se la sacaron a ver quien la tenía más grande, más nutrida y más alborotada (la militancia, desde luego); pues mientras los adeptos de la 4T se reunieron en la Laguna, en torno a los aspirantes a la candidatura presidencial, también conocidos como “las corcholatas”; el rebaño priista -comatoso y todo- hizo alarde de músculo celebrando una asamblea de no sé qué, pero eso sí, muy bulliciosa y concurrida.
El viejo dino-partido recurrió a su vieja confiable: Obligar a todo su aparato burocrático cautivo a salir haciendo alarde de vigor. Morena por su parte, le demostró al PRI que sigue siendo su alumno más destacado trayéndonos a tres de sus luminarias del pancracio político nacional: la jefa capitalina, Claudita “Lora” Sheinbaum; “el Conde de Bucareli” Adán Augusto López y un colado que dice que él también es presidenciable.
El evento del PRI, además de convocar a toda su primera plana local, fue encabezado por su líder nacional y la estrella del mes en los noticieros mexicanos: ‘Alito’ Moreno, de quien me abstendré de hacer comentarios mordaces porque no quiero que me mate y menos de hambre, porque traigo antojo de chicharrón de la Ramos.
Otra de las acciones con las que el Revolucionario comienza a hacer sus ejercicios de calistenia antes de entrar a dejarlo todo en la cancha ‘democrática’ es la creación de un medio de comunicación impreso, sí, un periódico de priistas, por priistas y para priistas que ya circula por ahí. Cosa que ya ha hecho cualquier cantidad de veces en años pasados. Todo un clásico del PRI.
Sin embargo, fue desde la esquina lopezobradorista que se tiró el primer guantazo hacia el grupo político hegemónico comarcano, cuando se nos dio a conocer que la Fiscalía General de la República acusó a un personaje de rancio nombre en el servicio público coahuilense, el “book keeper”, Ismael “Lito” Ramos, el mero mero tesorero del Estado durante los años más aciagos y corruptos del moreirato.
Lito Ramos Flores ha manejado las finanzas durante las administraciones más impresentables y desaseadas de las que tenga registro el hampa, pero nunca jamás se le fincó responsabilidad legal alguna, no obstante, su nombre siempre salía a relucir cada vez que se destapaba un nuevo escándalo de corrupción.
A Lito se le señala ahora por el presunto desvío de 475 millones de pesos (millón más, millón menos); pero acusarlo a él es en realidad darle una vuelta de torniquete a esa parte de donde AMLO tiene pescado a Rubén Moreira. Pero ni se alborote, que al presidente López Obrador lo último que le interesa es la justicia o castigar a la corrupción.
El mensaje en cambio es: “Estimados amigos priistas, caciques coahuilenses: Han reinado durante el último siglo sin que nadie los perturbe, pero ya va siendo hora de que ahuequen el ala. Sabemos que no tenemos candidato con reales posibilidades para contender (lo de Mejía Berdeja es un chiste), pero sería una lástima que perdiésemos y nos quedásemos sin otra cosa que hacer que ponernos a revisar las cuentas de Coahuila de los últimos 20 años, porque muchos de ustedes podrían salir perjudicados y caer en el bote. Así que esperamos que por las buenas recojan sus chivas, nos dejen las llaves debajo de alguna maceta y abran las ventanas para que se oree un poco. Con cariño y AMLOVE, Andy”.
Como ya le vengo insistiendo desde hace algunas entregas, el destino de Coahuila no se decidirá en las urnas sino a puerta cerrada; y lo peor es que, ni veremos justicia por los delitos cometidos en el pasado, ni tendremos un gobierno renovado, ni de cambio, ni honesto porque está visto que Morena y la 4T son igual de mañosos, pero con gente más fea.
Huele a elecciones, sin duda, pero el futuro se está cocinando en otra parte.