La relevancia del diálogo con las familias de personas desaparecidas

Opinión
/ 4 septiembre 2022

Este 1 y 2 de septiembre se llevó a cabo el Observatorio Internacional de Derechos Humanos denominado: “A diez años del Modelo de Diálogo e interlocución en Coahuila”, organizado por la Academia Interamericana de Derechos Humanos. La experiencia fue dolorosa porque después de una década no hemos encontrado a los nuestros, pero también enriquecedora por los conocimientos adquiridos y las discusiones tan necesarias que tienen un sólo objetivo: que todas las personas desaparecidas regresen a casa.

Las familias de los ocho colectivos que existen hoy en Coahuila participamos en los paneles y mesas de trabajo sobre la búsqueda e investigación, el modelo de diálogo e interlocución, armonización legislativa y atención integral. Reconocimos los avances, subrayamos las áreas de oportunidad y exigimos las mejoras necesarias. A 10 años de trabajo, hicimos un recorrido por el desmadre con el que iniciamos –perdón por la expresión— y que poco a poco fuimos transformando en un modelo único en el País.

En una década, hemos logrado que las autoridades escuchen nuestras demandas y las atiendan. Hemos sido acompañadas por personas solidarias y hemos aprendido juntas. El camino no ha sido fácil: vivimos con el corazón roto. Encima de eso, el dolor de la ausencia de los nuestros ha deteriorado nuestra salud. Aun así, hemos resistido y nos hemos capacitado. Sin títulos profesionales, hemos sido abogadas, investigadoras, peritas y defensoras de derechos humanos.

Hemos construido una familia a partir del mismo dolor y los colectivos tienen hoy una visión distinta de la búsqueda, de la verdad y la justicia. Cada una de esas posturas nos permite escuchar diferentes voces y tomar decisiones más integrales. Las buscadoras de personas desaparecidas recorremos el País en espera de encontrar alguna pista de nuestros hijos; nos encontramos con otras familias y compartimos experiencias. Lastimosamente, en otros estados, nos topamos con un escenario mucho más adverso que el nuestro. Los gobiernos cierran las puertas de sus palacios, no escuchan a las familias y mucho menos asignan presupuestos destinados a la búsqueda de las personas desaparecidas.

En Coahuila hemos abierto brechas, y a partir de demandas justas y claras nos reunimos con los gobiernos de, hasta ahora, tres administraciones. Gracias a nuestra digna rabia y el conocimiento de nuestros derechos contamos hoy con el primer Centro Regional de Identificación Humana en el País. Logramos la publicación de una ley para la recuperación e identificación y restitución de personas en el estado. Contamos con el Grupo Autónomo de Trabajo que es un mecanismo de facilitación del diálogo entre familias y autoridades conformado por personas expertas en materia de desaparición entre las que se destaca la participación de la oficina de la Alta Comisionada de la ONU.

Nos hemos convertido en especialistas de los derechos de las personas desaparecidas y sus familias gracias a las ofertas educativas de la Academia Interamericana de Derechos Humanos y otras instituciones sensibles y empáticas que no tienen otro interés más que ayudar a defender nuestros derechos en medio de estas historias de horror. Tenemos hoy un Programa Integral de Atención a Familiares de Personas Desaparecidas que aporta a la satisfacción de nuestras necesidades básicas en materia de salud, alimentación, vivienda, trabajo, empleo, educación y acceso a la Justicia. Porque la desaparición afecta todas las esferas de nuestras vidas.

Con este observatorio hacemos una pausa para reflexionar sobre nuestro caminar y el panorama actual para clarificar los pasos siguientes en esta lucha de amor incansable. Agradecemos a la Academia Interamericana de Derechos Humanos por brindarnos estos espacios de construcción conjunta con personas expositoras de talla internacional, nacional y local y sobre todo por colocar siempre al frente nuestra participación. Agradecemos a cada persona involucrada en este evento por compartir con nosotras sus conocimientos, propuestas y, sobre todo, su solidaridad con todas las víctimas.

Para cerrar nos gustaría retomar las palabras de Carmen Rosa Villa, presidenta del Comité Contra la Desaparición Forzada de la ONU, que nos devuelven la esperanza. Y es que se necesita una fuerte y clara voluntad política; fuertes consensos sociales; y recursos financieros y humanos comprometidos para prevenir, atender y erradicar las desapariciones forzadas.

¡Vivos se los llevaron, vivos los queremos!

La autora es representante del colectivo de familiares de personas desaparecidas “Buscando Desaparecidos en México” (BÚSCAME), y comparte esta opinión en conjunto con María de la Luz López Castruita, representante del colectivo “Voz que Clama Justicia por Personas Desaparecidas”; Olga Lidia Saucedo García, representante del colectivo “Alas de Esperanza”; y Claudia Janette Soto, representante del colectivo “Rastreador@s Nacionales de Desaparecidos” (RANADES)

Este texto es parte del proyecto de Derechos Humanos de VANGUARDIA y la Academia IDH

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