La sinfonía autobiográfica de Tchaikovsky
La madrugada del lunes 6 de noviembre de 1893 fue encontrado muerto en el departamento de su hermano Modest, el músico Piotr Ilich Tchaikovsky, a la edad de 53 años. Los últimos tres días había sido presa de diarrea y vómitos, siempre vigilado de cerca por el médico Vasili Bertenson. El miércoles anterior, 1 de noviembre, había cenado en el restaurante Leiner’s en compañía de Modest, su sobrino Vladimir Bob Davydov, y otros amigos. De acuerdo a su biógrafo Aleksander Poznanski (1950), en el Leiner´s ordenó un vaso de agua fría, para acompañar los alimentos, según su costumbre. Se le hizo saber que en ese momento no se disponía de agua hervida —advertencia a propósito del brote de cólera que azotaba San Petersburgo—, a lo que Tchaikovsky “...dijo que no temía contraer cólera y bebió el agua de todos modos.” Seis días después terminaba la vida de un hombre atormentado por su homosexualidad en un mundo caracterizado por la terrible condena a esta inclinación, pero permisivos con los miembros de la nobleza. Tchaikovsky, conocedor de las costumbres zarinas por su relación de 14 años con la aristócrata Nadezhda von Meck, y por la amistad con la nobleza rusa, ocultó su gusto al grado de casarse para aparentar heterosexualidad. En una carta a su hermano Modest, también homosexual, escribe: “En lo que a mí respecta, haré todo lo posible por casarme este año, y si me falta el coraje necesario, en cualquier caso abandonaré mis hábitos para siempre (...) En resumen, busco matrimonio o algún tipo de relación pública con una mujer para poder callarles la boca a una serie de criaturas despreciables cuyas opiniones no significan nada para mí, pero que están en posición de causar angustia a quienes están cerca de mí.” (Piotr Ilyich Tchaikovsky, Cartas a su familia: una autobiografía). En 1877 casó con Antonina Milyukova a quien pidió que sólo fueran amigos, y con quien consumó el matrimonio tras amenaza de queja pública.
El dictamen médico estableció al cólera como causa de muerte, lo que es extraño en un hombre meticuloso, de costumbres fijas y ordenadas en sus alimentos, y sumamente pulcro en su arreglo personal. ¿Guió la mano del músico una fuerza contraria a su rutina? La historiadora y musicóloga rusa soviética emigrada a EUA, Alexandra Orlova en Illich, biografía del compositor, propone que sí. La mano en la oscuridad fue el dictamen de un llamado “tribunal de honor” conformado por los ex compañeros de Escuela de Derecho de San Petersburgo, realizado el lunes 30 de octubre de 1893. Dos días después bebió el vaso de agua sin hervir. En el artículo “¿Se suicidó realmente Chaikovsky?”, de Donal Henahan, publicado el 26 de julio de 1981 en el New York Times
se refiere que la misma historiadora Orlova propone que un tal August Gerke, abogado y antiguo compañero de clase de Tchaikovsky, entregó arsénico en la mano del músico, por disposición del “tribunal de honor”. Los síntomas del cólera y por ingestión de arsénico son parecidos: vómito, diarrea y deshidratación, por lo que era fácil hacer pasar lo uno por lo otro.
Nueve días antes, el sábado 28 de octubre, había dirigido el estreno de su sexta sinfonía en sí menor, Op. 74, en el salón de actos de los señores de San Petersburgo. La sinfonía conformada por cuatro movimientos, es literalmente la autobiografía sonora del autor: I. Adagio – Allegro non troppo, II. Allegro con grazia, III. Allegro molto vivace, y IV. Finale. Adagio lamentoso. Arranca con un movimiento lento, el adagio-allegro non troppo que es esencialmente umbrío. Abre desde la oscuridad con un tema presentado por un sombrío fagot acompañado de las cuerdas, creando una atmósfera reiteradamente oscura. En el compás 90 —más o menos el minuto 10, dependiendo de la interpretación—, estalla el Allegro non troppo, pleno de dramatismo estridente y a la vez contenido, en el que el autor parece rebelarse mientras entiende que su rebelión es imposible, y se muerde a sí misma.
El segundo movimiento, allegro con grazia, es un vals aparente, un movimiento “de estructura irregular” le llama el crítico Juan Arturo Brennan”, alegre, muy tarareable, que esconde el tema de la aflicción. Es un movimiento para reír llorando.
El tercer movimiento, allegro molto vivace, es Tchaikovsky mismo, ágil e inquieto, que desemboca en una consecución triunfal y explosiva como en un gran finale.
El cuarto movimiento, finale. Adagio lamentoso es paradigmático en la música orquestal, sólo repetido por Mahler en su sinfonía 9, y por Górecki en su tercera, ya citada. En ambas, como el Tchaikovsky, es el espíritu que se extingue paulatinamente y en plena conciencia. El ruso sabía que había llegado su fin.