La vida es tan frágil que las condiciones cambian de un momento a otro. ¿Sabemos acompañar a otros y permitir que otros nos acompañen?

COMPARTIR
Me avisaron hace apenas unos minutos. La muerte ha visitado de cerca. De nuevo. En mi interior estoy convencida de que la muerte es un paso, un pequeño salto, de este lugar a otro. Tal vez es una especie de victoria para quien se va, y tal vez mis ideas tienen más que ver con una necesidad de no enfrentar un final y el dolor de la separación. Hoy, parte de mi familia pasa por un proceso difícil, un proceso que no tiene como final la restauración de la normalidad, sino la aceptación de que la vida ha cambiado para siempre.x
Me encantaría poder minimizar el dolor de otros. No está dentro de mi alcance. Y si lo estuviera, de todas maneras, el trabajo de pasar por el proceso pertenece a quien pasa por él. Todo proceso personal es así...personal. Y cada uno buscamos nuestra manera de atravesar los retos de la vida. Una cosa que sí puedo decir: es de gran ayuda darnos cuenta de quien nos acompaña. Es difícil para muchos de nosotros dejarnos acompañar, y es muy importante establecer la manera en que podemos aceptar el acompañamiento. Para quienes deseamos acompañar a otros, es primordial preguntar y percibir lo que la persona desea y puede aceptar. El respeto es clave.
Cuando alguien fallece, buscamos atenderlos, darles de comer, resolver situaciones... A veces tendemos a quererles dar a otros lo que quisiéramos para nosotros si estuviéramos pasando por lo mismo. Recuerdo un momento. Estaba en el velorio de una persona muy importante para mí. Una amiga se sentó a mi lado y dijo, “Pues yo sí te voy a abrazar.” Mi cuerpo se tensionó, jalé hacia atrás, y recibí un abrazo que no sentí bienvenido de manera alguna. Lo que procede es preguntar. “¿Puedo abrazarte?” Y se pregunta mientras procesamos la cuestión de quién en realidad requiere el abrazo. Sí, proyectamos nuestras necesidades en otros.
Cuando un amigo nos dice que quiere tomar un café o vinito con nosotros para platicar, debemos ir solamente si somos capaz de escuchar al amigo y no responder a menos de que nos pida que lo hagamos. ¿Entendido?