Lluvias, polvo, mi mente, y la transmutación; los elementos y nosotros como su reflejo
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Cambió el aspecto del patio de mi casa con las lluvias recientes. El ladrillo del piso está oscurecido, las piedras brillan, las hojas de los árboles están verdes. No he atendido ni el patio ni las plantas como debe ser, pero allí están. Al frente de la casa, al trueno le urge una recortada, pues ha invadido la banqueta y camuflajeado la canasta de la basura, haciéndola imposible de alcanzar. Eso hace el agua. Promueve movimiento, crecimiento, flujo, vida. Y viéndome rodeada de los efectos del agua, me pregunto sobre los efectos de los otros elementos.
Aquí en casa, normalmente, abunda la tierra. Sí, esa que hay que sacudir, pero también el elemento en sí. Ladrillos, polvo, sequedad, cemento, los cafés y verdes característicos. La tierra inspira a la estabilidad, la seguridad. Para tocar la tierra hay que ponernos de rodillas. Es impactante y majestuosa. Miro el entorno y desde casa veo montañas, y sé que está cerca el desierto. Me da un poco de envidia pensar en los senderistas que exploran constantemente los recovecos, las formaciones, y los retos del elemento tierra.
Mi mente es aire. Ayer vi una publicación que dice, “Bienvenido a mi mente. Abróchate el cinturón. No saques las manos ni los pies del carrito. No alimentes a los animales ni hables con las voces. Disfruta del viaje.” Sí, Disneylandia quedaría pequeño a comparación. El aire se mueve y nos mueve. Pasa por encima y se cuela por cualquier grieta. Interrumpe comidas al aire libre y a veces hasta estructuras que pensábamos fijas. El caprichoso tal vez. Suaves brisas y tornados.
Ah, y el fuego. El sagrado rincón de una fogata, elemento encauzado, vigilado y cuidado. Parece que nos cuidamos más del fuego, elemento de transformación. Será interesante el día que, después de dejar este plano, mi cuerpo sea ofrecido a la transmutación. El fuego arrasa con bosques y casas y cuerpos. El fuego limpia. Como la carta de La Torre, destruye para construir sobre lo que permanece después. Nada será igual.
Creo que las personas tenemos rasgos de los elementos. Tú ¿a cuál te pareces?