Los médicos del patrimonio: Día Internacional del Conservador Restaurador

“Al llegar a cada nueva ciudad el viajero encuentra un pasado suyo que ya no sabía que tenía”.- Italo Calvino.

El pasado 27 de enero, se conmemoró el Día Internacional del Conservador Restaurador; esta fecha se eligió en honor al natalicio del arquitecto, teórico y restaurador Eugéne Manuel Viollet Le Duc, nacido en 1814.

Según su etimología, restaurar proviene del latín restaurare y significa “volver a poner en pie, restablecer”, la palabra está compuesta, según diccionario etimológico, por el prefijo re, que quiere decir hacia atrás y statuare, que significa hacer que se pare, establecer o determinar. Restaurar según Ana Calvo, autora del glosario de términos sobre Conservación y restauración, refiere a la acción realizada sobre un bien aplicando materiales y técnicas, anteponiendo el respeto por el interés patrimonial.

Este oficio requiere de sensibilidad, respeto por la memoria construida, apreciación del significado que confieren las obras o edificios que representan el pasado, que se encuentran en estado de deterioro, el análisis y estudio de nuestra historia, ya que a esta acción que le llamamos restaurar y que conlleva el significado también de conservar, implica acciones complejas y al mismo tiempo, estas tareas requieren extrema delicadeza y pulcritud. La acción artística casi poética de restaurar con la precisión de un cirujano este legado cultural que nos sitúa en tiempo y espacio, nos enseña el respeto y el deber de salvaguardar nuestras raíces que conforman nuestro pasado y nuestra identidad, para que sea posible que las siguientes generaciones lo disfruten pero más allá de esto; lo valoren.

En nuestra ciudad, existen restauradores consumados, expertos, de algunos tuve el honor de ser alumna o compañera de trabajo y de otros que se encuentran en formación tengo el honor de conocerlos y apreciarlos, quisiera este fin de semana que también cumplo un año comunicando para ustedes esta preocupación, respeto y el deseo de transmitir lo que para una comunidad significa la memoria, no solamente tangible sino intangible, celebrar a todas aquellas personas, que dedican su vida, su esfuerzo, que pacientemente efectúan un acto de magia cuando con sus manos y sus conocimientos intervienen la piel y la estructura de nuestros bienes culturales, donde además, como ya se ha mencionado en varias ocasiones, transcurre la vida, la cotidianidad, las memorias y está inscrita nuestra identidad.

Casi quince años de conmemorar una labor que nació con la cultura misma y aunque el nacimiento del concepto de patrimonio histórico o cultural ha sido tema de debate, el hecho es que este concepto nómada como lo enuncia Choay, persiste y lleva una trayectoria diferente, pero que resuena y que se expande. El autor además precisa, que entre tantas categorías con las que cuenta el patrimonio histórico, también se pueden encontrar los monumentos, estas dos dimensiones no son sinónimas y solamente constituyen una parte de nuestra herencia cultural. Sin embargo, agrega: “parece como si fueran necesarios compromisos afectivos tan poderosos como el amor al conocimiento o al arte para que se instaure una conservación material y sistemática de los monumentos históricos...” -a lo cual podríamos agregar también el patrimonio arquitectónico- y continúa: “...así como las estrategias regladas de defensa y de restauración son su corolario”.

El tema de la restauración y conservación del patrimonio cultural ya sea edificado o no, está vivo y requiere de atención, la intervención de los expertos que hoy celebro en las decisiones en las que se encuentran implicados nuestros espacios y bienes patrimoniales, son indispensables para la permanencia y enraizamiento de nuestras memorias, para que como comunidad, seamos capaces de apreciar y comunicar mediante la imagen de la ciudad lo que fuimos y así como el restaurador con infinita delicadeza interviene en nuestros edificios, logremos la continuidad de nuestra cultura en un mundo cada vez más acelerado y a veces confuso.