Mi deseo es que tengamos vidas interesantes, y mi mente traviesa se imagina tantísimas travesuras que la vida nos puede tender
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En estos días, cercanos a navidad (lo que eso signifique para cada uno), con el final de un año (ciertamente un tiempo que es invento de humanos, pero que tiene un significado ancestral desde las estaciones y el ciclo del año), el comienzo de otro ciclo, la celebración de la Virgen de Guadalupe (tan importante en la cultura de México, y una figura que a mí me representa a Tonantzin, la Madre), he estado muy en conexión con mi espiritualidad. Pensé que se había ido. Pero no. Tal vez se ha transformado.
Me ha tocado hablar con muchas personas sobre la espiritualidad, las creencias, la energía, Dios. Me sorprendió mucho esta mañana hablar con una chica que no entendía el sentido de la oración pero que tiene su espacio de vida acomodada según los preceptos de Feng Shui, para manejar la energía que ella desea en entre y que no entre a su vida. ¿No será lo mismo? Mis oraciones y compromisos espirituales se manifiestan en fogatas, en el árbol de las peticiones, en velas, menjurjes. Este año he puesto adornos de navidad en tres áreas de mi casa. No sé para qué. Algo sentí en mi adentro. Y sé que hubo un cambio. Últimamente no quiero hacer ciertas cosas sola. Le pedí a mi hija que viniera a poner el pino.
Esta noche participé en una meditación/brindis de fin de ciclo (el ciclo que cada uno estemos cerrando si es que en efecto estamos cerrando algo). Aún puedo meditar un buen rato. Aún puedo sentarme de piernas cruzadas en medio loto si acomodo mi espacio adecuadamente. Este año ha sido muy incómodo. ¿Se dieron cuenta? La incomodidad nos lleva a la transformación y al cambio. Nada es permanente. Les voy anticipando mis deseos para un buen viaje. Vayan abriéndose a lo que ya no es igual, y jamás será.
Dicen que hay una maldición china que desea al otro una vida “interesante”. ¡Abróchense los cinturones y acepten el deseo! Entrémosle a lo inesperado, lo que aún no sabemos que deseamos, y lo que descubriremos que necesitamos. Dicho de manera un tanto más tradicional, “Entreguémonos a la voluntad de Dios.” Cierro con un guiño del ojo y una sonrisa pícara.