Mirador 02/07/2024
José Vasconcelos se llamaba, igual que el gran oaxaqueño que mereció el título de “Maestro de América”.
Este otro José Vasconcelos es más conocido por su mote: “El negrito poeta”. Popular personaje en tiempos de la Colonia mexicana, fue ingenioso repentista, galano improvisador de versos. En cierta ocasión un tal Martín le ofreció un premio si hacía una rima con la palabra “patio”, a condición de que no fuera ninguna de sus derivadas. Bien sabía que esa palabra no tiene ninguna que con ella rime, o sea ninguna consonante. Sin vacilar recitó el Negrito Poeta:
El que no sabe latín
por Horacio dice Horatio.
Es consonante de “patio”.
Dame mi premio, Martín.
La palabra es lo que distingue a la criatura humana de todas las demás que pueblan la redondez del mundo. Y sin embargo las palabras son tan generosas que nos permiten jugar con ellas. Lo que no debemos hacer es usarlas para mentir o calumniar. Eso equivale a desvirtuarlas, a prostituirlas. Toda palabra debería ser de honor. Hacer mal uso de las palabras es lo mismo que hacer mal uso de nuestra humanidad.
No es cierto que a las palabras se las lleva el viento. Si se las llevara no existirían “La Ilíada” y “La Odisea”. Si se las llevara no existiríamos nosotros.
¡Hasta mañana!...