Miscelánea política (2): Bloqueo vial de estudiantes del Tec Saltillo ¿quedará sin repercusiones?
Punto uno: ¿Tomar las calles y hacer que ciudadanos jodidos, como yo y miles más, suframos por 10 días en nuestros trayectos por parte de la revuelta estudiantil de los estudiantes del Instituto Tecnológico de Saltillo, no va a tener repercusión legal alguna en la muchachada? Al parecer no. Es aquel verso de Arthur Rimbaud en “Iluminaciones”. Es el “antiguo salvajismo tolerable”. Así andamos.
Punto dos: Si usted me ha leído con frecuencia en este generoso espacio de VANGUARDIA, uno de mis libros favoritos ocupa mucho de mis citas. Es “Alicia en el País de las Maravillas” de Lewis Carroll; sí, el reverendo Charles Dodgson. No un libro para adolescentes y menos para niños, sino para lectores profesionales y se necesitan años para devorarlo, disfrutarlo y analizarlo en sus múltiples aristas y estadios: la vena gastronómica, la vena alucinógena de estados alterados, la vena filosófica, la vena matemática, la vena en materia legal, la vena fantástica... ¡Puf! Se necesita toda una vida para leerlo, releerlo y paladearlo.
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Punto tres: El siguiente punto legal lo pueden desplumar con suficiencia dos abogados y eruditos, Luis Carlos Plata y Víctor S. Peña, éste último encimado en el máximo poder universitario y político en Sonora y en Estados Unidos. Claro, también lo puede despachar con sobrada suficiencia el ingeniero y abogado, el sabio Carlos Alberto Arredondo. Entro en materia con el ejemplo de mi amado Lewis Carroll.
Punto cuatro: Todo sucede en el Capítulo XII, “El Testimonio de Alicia”: “¡Deliberen! Exclamó el Rey por vigésima vez durante la sesión. / ¡No! ¡No! Dijo la Reina. Primero la sentencia y luego la deliberación. / ¡Absurdo! ¡Absurdo! Dijo Alicia en voz alta. Jamás he oído sentenciar primero y luego deliberar. / ¡Cállese! Gritó la reina, roja de cólera... / ¡Córtenla la cabeza! Rugió la Reina...”. Brillante este maestro Carroll. Brillante.
Punto cinco: Estimado y sabio Carlos Arredondo, sé poco de Leyes y de Estado de Derecho. Sé tan poco que estoy del lado de “Alice Liddell” (la exdirectora del ITS, María Gloria Hinojosa Ruiz) y estoy en contra de los ladridos de las centenas de estudiantes del ITS, quienes sin juicio, deliberación ni pruebas de por medio... le cortaron la cabeza a mano alzada (son hijos de Andrés Manuel López Obrador, pues). Estimado Arredondo Sibaja ¿es primero la decapitación, la sentencia, como lo hacía Francisco Villa, un pinche cuatrero, o es primero un juicio legal, justo, digno y con la representación de las partes en pugna?
Punto seis: Estoy en contra de la ilegalidad, eso es todo. Qué pasaría si mi amigo, el empresario y político, el aguerrido Héctor Horacio Dávila, el famoso “HH” sumado a esta mamada de ilegalidad, convoca a todas sus huestes y empleados a cerrar la vialidad desde su feudo, Ramos Arizpe, sólo y sencillamente porque a su juicio no hay buenas vialidades, no hay un eficiente departamento de recolección de basura o, de plano, a última hora a él y los suyos no les parece la toma de protesta de Manolo Jiménez como gobernador y pide se convoquen nuevas elecciones. ¿Qué pasaría, cuando el ejemplo ya está visto: no pasa nada legal en contra de quien pasa por encima de la ley?
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ESQUINA-BAJAN
Punto siete: Con la revuelta estudiantil del ITS, la moral y el lenguaje de los muchachos se redujo a su expresión más simple y pedestre. El día siguiente de la revuelta (19 de septiembre), el vespertino de esta casa editora, “El Guardián”, marcando agenda, tuvo una portada de colección y sus letras son de oro: “¡Escuela sí, congal no!”. Para mí, una contradicción hasta biológica de los pobres muchachos. Le repito, no leen, no se preparan y están condenados a repetir los mismos errores, como bien lo dijo Heródoto y luego Lewis Carroll. Para los verdaderos estudiantes y chavos de valor, primero es el congal (son jóvenes), el aprendizaje de la vida, la responsabilidad de estudiar, divertirse y educarse, y algo de lo cual ya nadie habla: cambiar el mundo.
Punto ocho: Lo repito, fui los diez días que duró la revuelta y plantón estudiantil. Tres veces por día. Nunca los vi en una lectura colectiva de Gabriel García Márquez o de Albert Einstein. Jamás los vi leer poesía en sus mesas. Sí, aquello siguió siendo un congal: en sus altavoces escuchaban a todo volumen a un “cantante” (es un decir, pues) al cual ejecutaron y luego, en orden, ejecutaron a su esposa y luego a su amante: un tipo que cantaba como lluvia de granizo sobre techo de lámina, el abominable Valentín Elizalde. Escuchaban a “Peso Pluma”, harta música de banda, corridos alterados... es decir, el congal siguió, insisto.
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Punto nueve: Respeto este tipo de “gustos musicales”, pero mi libertad es eso, criticarlos por abominables y pedestres. Así no se puede avanzar y tampoco ir a ningún lado. La filosofía popular del grupo de “Los Dos carnales” o de “Los 67 carnales”, da igual, es intrascendente para mí, aquello de que “Kiko envidiaba al Chavo y no tenía nada”. Puf. Por cierto, en el área privilegiada, VIP, bien atendida viendo a “Frontera” estuvo una bella locutora que luego lanzó piedras a granel: Sandra Narváez. En fin. Nada nuevo.
LETRAS MINÚSCULAS
No pido, exijo que mi amigo el alcalde, “Súper Chema” Fraustro Siller, organice otra tocada del mismo estilo y en el mismo lugar. Han pegado de a madre. Prometo ir cuando traigan a “Apocalyptica”.
Encuesta Vanguardia
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