Mujeres, otra vez
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Apenas el 15 de febrero pasado, se celebró en México el Día de la Mujer Mexicana, y este próximo martes 8 de marzo se celebrará en todo el mundo el día internacional de las féminas. En su origen fue en realidad el Día Internacional de la Mujer Trabajadora. Avalado por la ONU, surgió para rendir homenaje a las mujeres obreras de la industria de la confección que en 1857 se manifestaron en Nueva York por su derecho al trabajo y a mejores condiciones laborales, y recibieron como respuesta el despido y el incendio de la fábrica, en cuyo interior se encontraban encerradas muchas mujeres costureras que murieron heroicamente.
En torno al Día Internacional de la Mujer, todavía en los años noventa los gobiernos de todos los niveles, así como agrupaciones religiosas, femeninas, educativas, políticas, organismos no gubernamentales, asociaciones de defensa de los derechos humanos y otros por el estilo organizaban, eventos, foros, conferencias y actividades de toda clase, como carreras, obras de teatro, festivales, etcétera. En esas iniciativas de carácter social solían participar artistas, cantantes, escritores, formadores espirituales, psicoterapeutas y líderes de opinión, hombres y mujeres, que manifestaban sus convicciones y experiencias en lo relativo a la equidad, la discriminación, la marginación, la violencia de género, la violencia intrafamiliar y otros temas conducentes.
En los últimos años y en torno al tema se manifiestan las agrupaciones feministas de izquierda, derecha, homosexuales, lésbicas y las comunidades LGBTI que agrupan diversas orientaciones sexuales y de identidad de género, y en cuyas marchas y manifestaciones suelen causar zafarranchos y destrozos de toda clase, tanto que las autoridades se ven en la necesidad de proteger con altas barricadas edificios y monumentos de valor histórico para impedir el daño.
Las manifestaciones de las mujeres no son cosa nueva. El auge feminista se dio en México y en casi todo el mundo en la década de los setenta. Las mujeres mexicanas, animadas por la revolución cultural de los años anteriores y las tendencias internacionales sumadas al ya fuerte arraigo de los ideales socialistas y anarquistas en toda América Latina, salieron a las calles y a ocupar los oficios y disciplinas anteriormente destinados sólo a los varones. Con ello pudieron establecer las bases para el surgimiento de un tipo de feminismo de carácter radical y luchador, militante y vanguardista. En los primeros tiempos en México los grupos de activistas los integraron mujeres intelectuales y artistas, y los hicieron autónomos y sin filiaciones políticas ni partidistas. No tenían un plan estratégico de acción, pero en cambio eran movidos por un entusiasmo que no ha tenido igual en la historia del movimiento feminista en el País.
Sus protestas iban encaminadas, por ejemplo, a protestar por los símbolos principales del patriarcado, contra el que se revelaban amparadas y embebidas en el espíritu rebelde de la época, asimismo, organizaban acciones simbólicas e intervenciones artísticas urbanas de protesta. En 1976, organizaron una importante manifestación de protesta contra la celebración del Día de la Madre el 10 de mayo, por considerar que se fundamentaba en una base ideológica conservadora que no aprobaban. En esa ocasión se vistieron de luto y caminaron por las calles de la Ciudad de México hacia el Monumento a la Madre, donde colocaron coronas funerarias decoradas con sustancias, píldoras y hierbas que entonces se usaban para realizar abortos caseros. En otra ocasión protestaron fuertemente frente al Auditorio Nacional contra el concurso de Miss Universo, por el estereotipo que promovía en la sociedad y la cosificación que exigía de las mujeres.
Así fueron las primeras manifestaciones feministas en México. Los logros han sido lentos, pero seguros, apoyados ya por la legislación que en su favor han dictado los estados. Coahuila es, quizá, el más adelantado en la materia.