Nuevo modelo educativo: ¿oportunidad o amenaza?
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El ‘nuevo modelo educativo’ que el Gobierno de la República pretende instrumentar representa una transformación radical de la educación, pero que no necesariamente sería para bien
El debate sobre los nuevos libros de texto se encuentra instalado en la mesa de la discusión pública. Y hay buenas razones para ello pues, como ya se ha comentado anteriormente, se trata de un tema relevante para toda la comunidad y no solamente para el denominado “circulo rojo” o para la élite intelectual del país.
Sin embargo, los aspectos controversiales que se han estado publicando en los medios, respecto del contenido de los nuevos libros desarrollados por la Secretaría de Educación Pública en realidad constituyen la parte más visible de una discusión mucho más amplia que es necesario recrear.
Y es que, como publicamos en esta edición, el problema de fondo tiene que ver, de acuerdo con especialistas, con el intento de instrumentar un nuevo modelo de educación que no puede tomarse simplemente a la ligera porque implica una transformación radical.
El modelo, bautizado por el Gobierno de la República como “Nueva Escuela Mexicana” postula, como núcleo central de su filosofía, que “la comunidad es la forma de organización de la que podemos aprender que la solidaridad, la igualdad, la justicia y el respeto son valores indispensables para la conciencia del ser humano”.
A partir de este planteamiento, el modelo educativo que se propone está diseñado para que los niños “aprendan” a partir de la experiencia en comunidad mediante el desarrollo de actividades que, en teoría, incluyen todos los conocimientos necesarios para la formación académica.
Sin embargo, como lo han señalado múltiples voces, el modelo tiene un problema central: subordina la adquisición de conocimientos a la ideología, pues lo importante no parece ser que los alumnos aprendan los rudimentos de las matemáticas, el idioma o las ciencias naturales, sino que “experimenten” la actividad en comunidad.
Resulta difícil aceptar que un modelo de este tipo tenga como objetivo mejorar la calidad de nuestro sistema educativo. Se antoja mas bien asumir que se trata de un intento por convertir a las escuelas del país en un gigantesco mecanismo de control político.
Más allá de las diferencias ideológicas que podamos sostener con el actual Gobierno, lo cierto es que México no es una isla sino parte de una sociedad globalizada que, nos guste o no, funciona a partir de ciertas reglas que implican, entre otras cosas, la necesidad de competir a partir de ciertos parámetros, entre ellos los relativos a la educación y la formación profesional.
Esto quiere decir que para competir en el mundo globalizado es necesario contar con ciertos conocimientos, habilidades y aptitudes que, además, solamente pueden adquirirse a partir de una metodología específica de amplia aceptación.
No estamos pues ante un asunto menor, sino frente a una discusión relevante que no podemos ni debemos evadir, porque hacerlo podría pasarnos una factura muy cara.