De médicos y boticas en el Saltillo antiguo

Politicón
/ 2 agosto 2020

El directorio de profesionistas en el “Anuario Coahuilense” de 1886, de Esteban L. Portillo, registra en Saltillo 14 médicos y una población de alrededor de 25 mil habitantes. Dos de ellos eran norteamericanos: Santiago Smith, de origen tejano, había llegado a Saltillo con las tropas estadounidenses durante la Intervención de 1847, y Ricardo H. L. Bibb, quien radicó y ejerció su profesión por un buen tiempo en la ciudad. Su esposa, Fanny Chambers, residió posteriormente en la Ciudad de México durante varios años y de sus dos estancias en nuestro país resultó un libro, “Los Mexicanos Vistos de Cerca”, con una única edición en inglés, de la cual el cronista de Coyoacán, Luis Everaert Dubernard, hizo una traducción al español y la publicó el Banco de México.

Fanny Chambers, de estilo muy ameno, hace una descripción fresca de Saltillo, enfocada en las costumbres y modos de vida cotidiana y las personas de todas las clases sociales que trató de cerca. Entre otras cosas, narra un “Viaje a Palomas”, actual población de Arteaga, en el cual su marido y otro colega hacen la extracción de amígdalas a un montón de chiquillos en la casa de “un hacendado”. Por su parte, el doctor Bibb escribió una larguísima carta al periódico estadounidense “Statesman” en la cual informa la población de Saltillo, su altura, temperatura, mortalidad, enfermedades endémicas, comodidades para visitantes, costos de la vida, posibilidades de hacer negocios y la supuesta influencia positiva del clima sobre enfermedades como el asma y la tisis. La carta, publicada también en el Periódico Oficial de Coahuila el 20 y 23 de octubre de 1882, contribuyó a la buena fama de que gozó nuestra ciudad por su atmósfera y las bondades de su clima, a decir del médico, con poder curativo para algunas enfermedades.

Dos de los médicos registrados por Portillo destacaron también como directores del Ateneo Fuente: Dionisio García Fuentes, quien le dio nombre al Paraninfo, y Ramón Dávila de la Peña, fundador y director del primer hospital civil de Saltillo y presidente Municipal. José María Barreda, Jesús García Fuentes, Mauricio G. Barreda, José I. Figueroa, Jesús María Gil, Fernando Mier, Francisco Cárdenas, Luis de la Garza Cárdenas, Fernando Villarreal y Jesús María Fuentes Peña, se suman a la lista de Portillo.

Dos únicos farmacéuticos, registra don Esteban: Sóstenes de la Fuente y Juan D. Carothers. La antigua frase “De todo como en botica” puede aplicarse a la lujosa Botica de San Luis, propiedad de Carothers. Ubicada en los portales de la plaza de Armas, era un almacén de medicinas, drogas, productos químicos y farmacéuticos, y vendía artículos de perfumería, papelería, fotografía y ferretería. Su lista de productos era larga: perfumería, jabones finos y polveras; cepillos para dientes, uñas, ropa y cabeza; peines, esponjas, aceites; colores, barnices, brochas, tintas, anilinas; mata-gusano; artículos para fotógrafos; máquinas eléctricas; medicinas de patente francesas, americanas e inglesas; papel rayado de todas clases para cartas y facturas, libros en blanco, copiadores de cartas, sobres, plumas de acero, mangos, tinta fija y de copiar, tinteros, lápices, gomas, reglas, secantes, tarjetas de todas clases y un surtido completo para el escritorio. Según anunciaba, era el “único agente” de las medicinas caseras del doctor Jayne e Hijo, de Filadelfia; de las medicinas de patente del doctor J. C. Ayer, de Massachusetts, y de los Fosfatos ácidos de Horsford, de Providence.

La Botica del León, por el contrario, parece ceñirse al esquema clásico de este tipo de establecimientos. Ubicada en la antigua plaza de Tlaxcala, su propietario, el señor García Barreda, la anunciaba escuetamente: “Siendo este uno de los establecimientos de su clase más bien montado de la plaza, puede ofrecer a sus consumidores un surtido completo de los artículos del ramo a los precios más bajos del mercado”.

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