Que sea esta una muy feliz Navidad para todos
La magia de la Navidad nos hace ver la vida de manera distinta y por ello deberíamos esforzarnos más por mantener ese encanto más allá de las fiestas
La esencia cíclica de la existencia permite a los seres humanos organizar la vida −la individual y la colectiva− en torno a momentos cuyo simbolismo impide que olvidemos nuestra esencia y, con ello, que recuperemos el sentido profundo de lo que implica justamente ser humanos.
Uno de esos momentos es la Navidad, una tradición que tiene un origen netamente religioso, pero que hoy se ubica más allá del puro sentido místico para convertirse en una invitación universal a conducirnos como personas piadosas y actuar con generosidad.
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En prácticamente todas las culturas, la llegada del fin de año se convierte en ocasión para el encuentro −y el reencuentro− familiar, para restañar heridas, olvidar agravios y procurar la reconciliación con quienes nos hemos distanciado por cualquier motivo.
Todos nos sentimos invitados a contribuir para cargar el ambiente con energía positiva y ello nos conduce, de manera natural, a distanciarnos de la crispación, que suele ser el común denominador a lo largo del año. Nos convertimos así en la mejor versión de nosotros mismos.
Nadie nos obliga a ser afectivos, a convertirnos en personas generosas, a practicar el desprendimiento. Es la atmósfera de la época que nos envuelve, nos influye y nos devuelve a nuestra propia naturaleza, un estado del cual nos alejamos, acaso sin darnos cuenta, a lo largo de los meses precedentes.
Por ello, justamente, el poder conservar, a lo largo del año, la esencia de la Navidad, es decir, eso que nos convierte en una comunidad de mejores personas, sea quizá el reto más importante que debemos afrontar los seres humanos.
¿Qué hacer y cómo hacerlo para que la atmósfera construida de forma colectiva no se diluya, no se disipe tan pronto como inicia el nuevo año? ¿Qué hacer y cómo hacerlo para mantener viva la llama que enciende cada diciembre en nuestro interior y nos llena de calidez el corazón?
Se trata, sin duda, de preguntas de difícil respuesta. La lucha cotidiana que cada individuo debe librar para construir su propia historia se convierte con gran facilidad en competencia descarnada en la cual no importan los medios, sino los fines, aunque solamente ciertos medios sean capaces de convertir en virtuosos los fines que se persiguen.
Para fortuna colectiva, la contienda que libramos cotidianamente a lo largo del año alcanza la tregua en la Navidad, y ello nos renueva la esperanza en la posibilidad de encontrar, por fin, la fórmula que nos permita mantener la magia de esta época de forma permanente.
Por ello, en VANGUARDIA deseamos que la Navidad se convierta, para usted y su familia, en ese momento mágico del año en el que somos capaces de ver con optimismo el futuro y de reconstruir los sueños que hacen que vivir la vida valga la pena.
Que sea esta una muy feliz Navidad para todos.