¿Funcionan los nuevos programas sociales?
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Hay quien piensa que los programas sociales del gobierno son poco útiles y hasta perniciosos. Se aducen lugares comunes como "no hay que dar el pez, sino enseñar a pescar", para acusarlos de asistencialismo. También hay una fundada sospecha sobre su intención electoral, como fuente de votos que lucran políticamente con la necesidad de las personas.
Y, sin embargo, al referir a becas para niñas, niños y jóvenes de escasos recursos, o a mejoramientos de viviendas precarias, o a transferencias para personas con discapacidad, la opinión se torna positiva y se concede el aplauso al gobernante en turno.
Ambas posturas, tanto la descalificación a priori como el aplauso facilón, están mucho más basadas en prejuicios y emociones que en datos, argumentos y evidencia sólida.
Por eso resulta relevante la función del Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social (Coneval). Este es el organismo encargado por mandato constitucional, de evaluar la política social, así como de medir la pobreza. Este lunes 6, Coneval presentó resultados las evaluaciones a los 17 programas prioritarios creados en este gobierno.
La evaluación es relevante porque muestra los resultados del uso de una gran cantidad de recursos públicos. En programas de protección social se invierten casi 2 billones de pesos en 2020, el 42% del total del gasto programable.
En el contexto actual de debate polarizado con pocos argumentos, la evaluación resulta también relevante para contar con evidencia. Permite verificar si más allá de la intención del presidente, están logrando los resultados esperados.
Y ahora con los efectos de la pandemia, resulta aún más importante ante los retos económicos y sociales que estamos enfrentando y que afectan mucho más a personas en pobreza y vulnerabilidad.
Las evaluaciones dadas a conocer por Coneval refieren al diseño de los 17 programas creados en 2019 y consideran también una primera aproximación a su funcionamiento a través de trabajo de campo, con un enfoque participativo.
Hay mucho que analizar. Para invitarles a conocer los estudios consigno solo pocos hallazgos. Uno grave: en varios programas el problema a resolver no está bien definido (por ejemplo, en Sembrando Vida). Lo cual impide identificar los resultados a obtener.
Varios de los programas se centran más en medir los avances en la entrega de bienes y servicios, que en identificar con claridad el resultado que logran en la población que atienden y los efectos en sus condiciones de vida.
El uso del "censo del bienestar" también presenta problemas. Y Coneval no ha recibido aún con la información para evaluar su confiabilidad y alcance. Esto es grave, porque mantiene en la opacidad uno de los aspectos esenciales para el resultado: la selección de beneficiarios.
Los recortes reiterados y los cambios en la normatividad también generan problemas en su operación. Para dar el tono positivo, Coneval anunció que la evaluación ya rinde resultados pues los programas han empezado a mejorar al conocer los hallazgos.
Pero también se confirmó que ante la pérdida de ingresos y fuentes de trabajo para millones de personas por la crisis económica asociada al COVID-19, los actuales programas carecen de alcance para paliar los efectos de empobrecimiento.
El problema no sería de los programas como tales. El problema radica en pretender que cubren al 70% con menores recursos, lo cual no es real. Por eso crecerá la pobreza, pese a los 252 mil millones de pesos que se aplican en estos 17 programas nuevos y en la pensión de adultos mayores.