La naturaleza tiene memoria
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En los últimos 85 años la población de Saltillo creció casi 14 veces, de 60 mil a 830 mil habitantes. Este significativo crecimiento de la población dio lugar al incremento de la superficie impermeable en las zonas urbanas debido a la construcción de viviendas, otros edificios y vialidades; además de un mayor número de actividades sociales, culturales, comerciales y de servicios; lo cual ha tenido un impacto muy importante sobre el sistema de drenaje pluvial de la ciudad, afectando su funcionamiento y superando en muchos casos las condiciones para las que fue diseñado, aumentando los riesgos de inundación en las áreas bajas al norte de la ciudad y ocasionando importantes problemas y pérdidas económicas.
La capacidad de los sistemas convencionales de drenaje pluvial, cuyo diseño inicial se basa en transportar rápidamente el agua de lluvia hacia las cuencas receptoras, está comprometida por el aumento de las áreas impermeables que –al impedir la infiltración del agua– dan lugar a grandes cantidades de escorrentía. Esto provoca que las ciudades sean cada vez más vulnerables a las inundaciones.
La urbanización es una tendencia global con efectos adversos sobre los recursos hídricos, ya que el aumento dramático de la superficie impermeable reduce la recarga de los acuíferos, a la vez que genera problemas de inseguridad al incrementarse el riesgo de inundaciones en las zonas de menor altitud.
En Saltillo la planeación de la ciudad se ha visto complicada debido a su topografía que va de 1800 msnm en la parte más alta a 1554 en la más baja, y por las pendientes muy pronunciadas en algunas zonas. Pero hay otros factores que contribuyen a que el efecto de las lluvias sea aún más grave. Uno de ellos es el hecho de que muchas personan utilizan irresponsablemente los cauces de los arroyos como receptores de la basura acumulada en sus casas, además de muebles viejos como roperos, colchones y bicicletas y todo lo que se considere desperdicio. A lo anterior se suma la falta de una intensa campaña de cultura de la basura, de labores de limpieza, de vigilancia y de aplicación de multas por parte la autoridad.
Debido a la reducción de su capacidad, además de la eliminación de zonas forestales y erosión del suelo, los cauces naturales están en riesgo latente de desbordarse ante una lluvia extraordinaria. El volumen de los escurrimientos es ahora mayor para una misma precipitación pluvial, debido al crecimiento de la mancha urbana y la invasión de la zona federal de los arroyos por viviendas, yonkes y marraneras, entre otros. Todo esto crea una combinación explosiva que ocasiona derrumbes de casas, bardas, puentes, levantamiento de la carpeta asfáltica y arrastre de todo tipo de objetos y de seres vivos. La muerte de una señora y su hija, que fueron arrastradas por el agua, y la desaparición de una niña de la misma familia en el área metropolitana de Saltillo es un hecho trágico que nos conmovió y nos preocupa.
Las viviendas de construcción endeble en las colonias marginadas de Saltillo han sido afectadas en varias ocasiones; las lluvias intensas han dado lugar a que algunas familias pierden todo su patrimonio. Pero el huracán Hanna también dio lugar al derrumbe de bardas y al deterioro de casas y comercios, además de la carpeta asfáltica en colonias residenciales de gran valor, ubicadas en la parte más baja de la ciudad.
La falta de supervisión, por parte de instancias responsables de los tres niveles de gobierno: la Comisión Nacional del Agua, la Comisión Estatal de Agua y Saneamiento, y las Direcciones de Desarrollo Urbano y de Servicios Primarios del Municipio, ha sido inadecuada y escasa a pesar de que percances como los que vivimos en días pasados se han presentado en Saltillo en varias ocasiones; por ejemplo con el huracán Beulah de categoría 5 en 1967; el Gilberto en 1988; y el más reciente, Hanna, en 2020. Lo cierto es que se echan la bolita entre las autoridades y la consecuencia es el deterioro que hoy presentan los seis principales arroyos que cruzan la ciudad
Podemos encontrar muchos ejemplos de países y ciudades que desde hace siglos han realizado obras de gran envergadura para manejo del agua; por ejemplo en Israel en el año 720 a.C. se construyó un gran depósito de agua; en Turquía entre el año 428 y 443 después de Cristo, se construyó la Cisterna de Teodosio; y en muchas ciudades de Europa se conocen obras milenarias para el manejo del agua, tanto para el abastecimiento a los habitantes como para el desalojo de agua sanitaria junto con agua de lluvia.
El futuro de la ciudad de Saltillo y de sus habitantes exige un plan a largo plazo para la gestión del agua de lluvia, así como el compromiso y supervisión de los tres niveles de gobierno y de la ciudadanía (universidades, cámaras empresariales, representantes de sindicatos y de organizaciones de la sociedad civil, etc.) a través de una Contraloría Ciudadana, no solo para el diseño del plan, sino también para verificar el cumplimiento de las metas y la correcta aplicación de los recursos públicos asignados para atender los problemas.