Santa Semana

Politicón
/ 27 marzo 2021

La pandemia del COVID-19, su personaje central, han ido determinando las condiciones y las reglas del juego humano. Del comprar y vender, del estudiar y enseñar, del trabajar y compartir. Las costumbres y ritos se conforman y deforman, se cancelan o se reinventan. Todos somos actores y testigos de los cambios circunstanciales, y vamos descubriendo nuevas luces y sombras, nuevas alegrías, pesadillas e incertidumbres. Las rutinas, los rituales y Las emociones están preñadas de sorpresas. La religión tampoco le es ajena.

Mañana empieza la “Semana Mayor” o la “Semana Santa”, con el mismo guion durante 20 siglos ¿será igual que la de los años, siglos, anteriores? ¿Su impacto en las personas, familias, instituciones, estructuras sociales será diferente? ¿La costumbre, la curiosidad y la búsqueda tan propias del ser humano sufrirán algún cambio? Son preguntas que se prestan para la reflexión personal de cada día, para comparar el ayer y el hoy, y descubrir o construir la diferencias en el interior de cada quien. La pandemia con sus prohibiciones de diversión ha generado el vacío del silencio, muy propicio para la introspección, la fantasía, los recuerdos y sus acompañantes de juicios y prejuicios.

El drama que empieza mañana fue un hecho tan histórico que definió la cronología de la humanidad en un “antes de Cristo” y “después de Cristo”. Desde entonces se ha convertido en una historia que abandona el escenario cada año y se incorpora en el corazón de los que se atreven a tener fe y hacerlo presente.

La vinculación de las contradicciones ha generado esa la Fe durante milenios. La Pasión, Muerte y Resurrección de un Dios hecho hombre son contradictorias en la lógica racional: la eternidad de lo divino excluye la fragilidad temporal de lo humano, la muerte corrompe no resucita. Sin embargo los cristianos creemos desde hace 21 siglos no solamente que el dolor y el sufrimiento son connaturales al vivir humano, sino que son heroicas entregas del amor humano, que la muerte tiene una dimensión invisible: la resurrección eterna del hombre. Hemos integrado las distancias contradictorias.

El drama revivido en la Semana Santa para algunos puede ser una película muy repetida, un espectáculo que ni divierte, ni llama la atención. Para muchos otros será una primavera que despierta la conciencia y sorprende de nuevo la realidad de lo incomprensible, como la pobreza, el hambre y la sed, el abandono y la exclusión, lo siniestro de la maldad y el poder del amor incondicional… todo encarnado en Jesús de Nazaret y multiplicado durante milenios en los prójimos que vivieron y viven todavía.

Esta es la primavera que nos ofrece la pandemia del 2021.Es una semana más santa que  las anteriores.

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