Tomar lo aprendido y dejar ir

Politicón
/ 16 marzo 2018

“Somos quienes somos por aquello que algunas personas dejaron en nosotros, pero somos absolutamente quienes somos gracias a aquello que hemos perdido, gracias a eso que ya no está con nosotros"

 Como cada viernes, busco compartirles una reflexión que haga eco en mi propia vida, y es que justo he estado reflexionando en mis “idas y venidas”, en los cambios de ciudad, las experiencias que Dios permite que atravesamos, en las cuáles entran y salen personas de nuestra vida, dejando algo positivo o una lección que aprender. Personas que siguen pero que tal vez en este momento no me suman, me restan. Luis Díaz escribió, “La calidad de tu relación contigo va de la mano de la calidad de las relaciones que tienes con los demás.” Y es que muchas relaciones que tenemos en vez de impulsar nuestra parte positiva impulsan la negativa. Hay relaciones que no sabemos soltar, que tenemos en intermitentes, porque estamos adictos a ellos, a su compañía, dependemos económica, física o emocionalmente, pero lo único que origina es que sigas en una relación de confort contigo mismo. ¿Cuántas relaciones en tu vida se han quedado en intermitentes? ¿Cuántos malentendidos? ¿Esa amistad que abandoné o la dejé ir? Cómo seres humanos nos vamos fundando en las relaciones, pero ¿somos culpables de alejarnos de ciertos seres queridos? El ir y venir de personas en nuestra vida es parte de un proceso natural de crecimiento y desprendimiento. Existen relaciones de amistad, pareja o sociales que tal vez en cierto momento dejamos sin un cierre consciente, sin hablar las cosas, “dando por entendido”; o simplemente no estamos convencidos de que querer a esa persona o no nos  sentimos cómodos con su presencia.

Los árboles crecen, proveen oxígeno y forman hojas preciosas, éstas dan sombra, acompañan a los pájaros, aportan lo que les toca, y en el momento que llega la siguiente época, estas hojas se caen, para que en otro tiempo surjan nuevas, y creo que así son las relaciones. Nosotros somos como árboles, nos rodeamos de hojas que son parte de nuestra vida, las tenemos grabadas, pero en algún momento se irán porque habrán cumplido su misión y nos habrán enseñado algo. No todas las amistades de toda una vida se van, pero en ocasiones es normal que exista cierto desprendimiento en alguna etapa. Todo ser humano vive constantemente cambios y desprendimientos, porque conforme va viviendo circunstancias el ser cambia en la forma de observar las situaciones, de pensar, las prioridades y las experiencias. La realidad es que soltar a una persona o una situación no es lo mismo que olvidar o abandonar, es dejar ser el momento presente. Los apegos nos llevan a aferrarnos a personas y no siempre de forma sana, pero como individuos vivimos diversos procesos que nos separan y entrelazan con diferentes personas, no siempre las mismas.  La realidad es que crecer implica dejar gente en el camino muchas veces.  Hay momentos en que no entendemos lo que sucedió con esa persona o esa situación, pero simplemente lo que sucedió, sucedió. Así que si hay algo que hablar, explicar, aclarar para reparar o reconectar una amistad o alguna relación, házlo. Pero si en este momento ya no hay nada que en verdad te ate o te haga regresar, no lo hagas. Regresamos por las personas que aportan, nutren y nos ayudan a ser más en nuestra esencia. Desprenderse de lo que ya no está en nuestra vida nos ayuda a vivir más libres, limpios, sacudidos.

Te comparto un ejercicio de visualización para soltar eso que hoy te pesa. Comienza visualizando a esas personas y esos sucesos que pasaron en tu vida, incluyendo lo bueno y lo doloroso. “Imagínalas en una bolsa y compárteles toda tu luz: “Aquí dejo a estas personas que en algún momento me nutrieron, pero hoy ya no están en mi vida. Desde mi corazón “Decido cerrar estas relaciones, perdonar, agradecer y soltar este ciclo. Me abro a recibir todos y cada una de las personas positivas que vienen para acompañarme en mi crecimiento.” Cierra la bolsa completamente e imagina que la sueltas totalmente y la pierdes de vista. Agradece desde el corazón las experiencias vividas: “Hoy suelto lo que no corresponde a mi presente. Me perdono y libero por querer retenerlo. Hoy elijo aprender de eso y recupero mi presente y mi libertad.” Toma lo aprendido y deja ir a quien tiene que irse. Deja ir a quien te aleja de tu esencia, te ayuda a crecer, a ser más tú. Para poder soltar y cerrar, debemos aceptar, agradecer y amar. Cuando las cosas terminan, terminan. Las pausas no ayudan porque los tiempos son perfectos, cada cosa nueva que llega a nosotros sucede porque un aprendizaje nos está esperando. Debemos aceptar que lo que pasó es para nuestra evolución y para trascender. La negación solo hace más pesado y lento el proceso. Lo que sucede tiene un ciclo y una finalidad, y si lo aceptamos de esa forma podremos ser personas más armoniosas, equilibradas y felices.

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