Por primera vez, el Presidente designará a una Ministra de la Suprema Corte
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Tras el fracaso de la política parlamentaria, lo que sigue es presenciar un hecho inédito: la designación unipersonal, por parte del Presidente, de una integrante de la Corte
Desde temprano, ayer, se perfiló el desenlace del proceso de nombramiento de quien ocupará la silla que se encuentra vacante en la Suprema Corte de Justicia de la Nación: con toda seguridad será directamente el Presidente de la República quien designe a la nueva Ministra de la Corte.
Se trata de un hecho inédito. Nunca antes en la historia de México se había registrado un hecho igual. Es cierto que las designaciones han recaído hasta ahora necesariamente entre quienes son propuestos por el titular del Poder Ejecutivo, pero a partir de una terna entre quienes escogía el Senado.
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Lo inédito de la situación obliga al análisis particular del hecho, pero también a las circunstancias en las cuales se registra.
Es importante decir al respecto, en primer lugar, que esas son las reglas establecidas en la Constitución, en su artículo 96, y que estas no fueron promovidas por el gobierno actual, sino que se encuentran allí desde hace casi tres décadas.
En otras palabras, debe tenerse en cuenta que todo mundo conocía las reglas antes de iniciar el proceso para realizar la designación: el Presidente debe enviar una terna al Senado y, si esta es rechazada, es decir, si ninguna de las personas propuestas reúne las dos terceras partes de los votos, el Presidente debe enviar una segunda propuesta. Si esta es rechazada también, el titular del Ejecutivo designa directamente.
En segundo lugar debe decirse que la designación debe ser producto del acuerdo. Sobre todo cuando, como es el caso, ninguna fuerza tiene los votos necesarios para lograr la designación por sí sola. Y quienes integran el Senado no fueron capaces, hasta en dos ocasiones, de construir dicho acuerdo.
Finalmente es preciso tener en cuenta que el proceso ocurre en medio de un clima de polarización política que no es nuevo sino que está presente en la agenda legislativa desde hace tiempo ya, pero sin duda se recrudeció en el Senado tras la salida de Ricardo Monreal, quien había fungido como líder de la mayoría.
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La polarización ha derivado en que los dos frentes en pugna, el oficialismo y la oposición, se hayan colocado desde hace tiempo -no en todos los casos, pero sí en algunos de carácter clave- en la posición del “todo o nada”.
Lo más probable es que en las próximas horas conozcamos la decisión del presidente López Obrador, es decir, el nombre de quien, por su decisión unipersonal, ocupará el onceavo asiento de la Suprema Corte de Justicia de la Nación. El hecho quedará para la historia.
¿Se tratará de un suceso que marcará un antes y un después en la biografía del Poder Judicial Federal? Eso lo sabremos cuando atestiguamos la conducta de quien llegue a la máxima magistratura del país. Habrá que juzgar a quien el Presidente designe por la calidad de su argumentación y por sus votos.
Por lo pronto, sin embargo, la forma en la cual ocurrirá el nombramiento no deja un buen sabor de boca.
Encuesta Vanguardia
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