‘Alito’ Moreno será el ‘enterrador’ del PRI
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El cúmulo de derrotas acumuladas por Alejandro Moreno parece insuficiente para dejarle claro cómo se ha convertido en el verdugo de su propio partido y todo indica que no pretende cederle a nadie el papel de enterrador del PRI
Desde el año 2000, cuando el Partido Revolucionario Institucional perdió por primera ocasión la Presidencia de la República frente al descocado Vicente Fox, muchos han ordenado misas de réquiem para dicho partido. Ha transcurrido casi un cuarto de siglo desde entonces pero la muerte no ha ocurrido.
No solo eso: en 2012, luego de dos sexenios de gobiernos del PAN, el tricolor logró lo impensable: regresó al poder. Y lo hizo sin cambiar de nombre, ni modificar su logotipo... ni mudar de costumbres.
Pero en 2018 la cosa cambió: Andrés Manuel López Obrador por fin conquistó la Presidencia y un año después de las elecciones presidenciales, en las cuales el tricolor fue relegado al tercer lugar, Alejandro, “Alito” Moreno llegó a la dirigencia nacional del PRI.
Está ahí desde el 18 de agosto de 2019 y durante estos años no ha hecho sino acumular derrotas. Cuando asumió la dirigencia el PRI aún gobernaba en 12 entidades; hoy solamente le quedan dos y eso solamente en el papel, pues al duranguense Esteban Villegas ya todo mundo lo considera morenista.
En estricto sentido pues, el otrora partido hegemónico de México solamente gobierna en Coahuila. En los comicios del pasado 2 de junio apenas logró votos para contar con 35 diputados federales y 16 senadores en la próxima legislatura federal.
Por donde se vea, los resultados electorales de la dirigencia encabezada por Alito Moreno han sido un desastre. En otros tiempos tales números habrían llevado a que el presidente nacional pusiera su renuncia sobre la mesa y abriera la puerta al relevo.
Lejos de tal posibilidad, el campechano ha decidido redoblar la apuesta: no solamente no muestra intenciones de irse, sino intentará modificar los estatutos partidistas para permanecer hasta ocho años más al frente de los despojos de su partido. Hasta el año 2032.
Como era de esperarse, la intención de Alito ha generado una ola de críticas dentro y fuera del tricolor. Uno de los puntos álgidos de este proceso se registró ayer, cuando la CTM, otrora uno de las bolsas electorales más importantes del tricolor, marcara distancia y amenazara con la ruptura.
Hasta ahora, sin embargo, no parece haber ningún elemento en el horizonte capaz de hacer desistir a Moreno y su camarilla del intento por mantenerse en la dirigencia partidista. Lo más probable es atestiguar mañana la aprobación de los nuevos estatutos y con ello la prolongación del mandato de Alito.
¿Cuál es el destino del tricolor si se consuma lo anunciado?
Muy probablemente el mismo al cual le conducirá cualquier decisión adoptada por quienes aún tienen algún poder para hacerse con la dirigencia nacional: el empequeñecimiento paulatino y finalmente la extinción.
Porque cualquier posibilidad de revitalizarse debería pasar necesariamente por un proceso de reflexión en el cual se reconocieran sin ambigüedades los pecados cometidos, se realizara un acto de contrición y se fijara un nuevo rumbo orientado a redignificar la política.
No parece existir una sola voz dentro de dicho partido capaz de orientar la discusión en la dirección señalada. O al menos ninguna con la capacidad para obligar a realizar un alto en el camino y concitar la reflexión.
El PRI se muestra incapaz de reinventarse porque sus figuras relevantes no tienen ningún interés en mudar de costumbres. Están aferrados a sus vicios históricos... incluso parecen orgullosos de ellos.
En este contexto, Alejandro Moreno es el sepulturero idóneo, el individuo más capaz para llevar a cabo la tarea de administrarle los santos óleos a un partido cuyos vicios lo han carcomido por dentro y por ello no tiene al frente otro destino sino la extinción.
Mañana quedará sellado su destino.
¡Feliz fin de semana!
@sibaja3
carredondo@vanguardia.com.mx