¿Recesión o crisis? La expectativa para México en 2024 y 2025
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Hace poco más de un mes, el presidente de nuestro país dijo que “el nuevo presidente enfrentaría una crisis económica en 2025 por las condiciones económicas mundiales...”. Lo que es muy seguro es que habrá un desequilibrio económico importante el año que viene o el siguiente eso es seguro, y el tamaño del problema dependerá de ciertas circunstancias de las que se ha hablado muy poco. Desconozco la razón, pero es necesario comentarlo porque en la economía siempre debe uno intentar adelantarse a las circunstancias para saber medir la estrategia de los políticos y de esta forma, prepararse adecuadamente para los impactos venideros.
Desde hace poco más de un año, los empresarios regionales y nacionales han estado investigando si habrá una “crisis” de final de sexenio por el manejo actual de la economía. La respuesta que los analistas hemos dado es que no habrá ninguna crisis, por el momento, ya que ha habido condiciones internacionales que nos han ayudado a aliviar el foco del problema central de nuestra economía, la inflación en todos sus aspectos. Sin embargo, la que más nos ha impactado es la relacionada a las materias primas, aquella en que los costos de producción se ven afectados. Las empresas han tenido que estar aumentando sus precios a pesar de acuerdos innecesarios e ineficaces como el PCIC I y II, los precios de garantía a los productores del campo, por mencionar solo unos cuantos. Pasaron sin pena ni gloria estos programas y solo sirvieron para dar material de diversión a los economistas. Con todo lo vivido hasta ahorita, queda claro que los precios subieron para el consumidor y el productor y no van a bajar, eso está claro porque los precios en México son bastante rígidos. Esto ya está ocasionando una caída en el consumo que si bien en el indicador nos dice que en marzo fue de -0.3 por ciento, en la realidad las familias de más escasos recursos y las microempresas están empezando, los primeros a no completar el gasto, y las segundas a cerrar sus puertas.
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Por el lado internacional, las cadenas de suministro de materias primas siguen siendo un problema para México, hay carencias importantes de diferentes productos para la industria automotriz, alimentos y bebidas y algunas restricciones al turismo, ya sea por la apreciación del peso mexicano o por los miedos prevalecientes al COVID-19, a pesar de que las restricciones sanitarias están totalmente levantadas. El turismo ahora empieza a padecer el efecto de un dólar barato, que ya empieza a afectar la ocupación hotelera, que se ha reducido un 2 por ciento con respecto a años anteriores. Con el peso 12 por ciento más fuerte, quiere decir que los vecinos norteamericanos ya pueden ir más lejos en sus viajes, llegando al sur de Asia, por casi el mismo costo de unas vacaciones todo incluido en Cancún. Si a eso le agregamos que el Ringgit Malayo se ha depreciado un 5 por ciento con respecto al dólar, podemos encontrar una razón para la disminución de la actividad turística en nuestro país. Sabemos que este sector depende de la aviación que sigue en proceso de completar al 100 por ciento su cadena de suministros en términos de piezas de reemplazo y hasta de nuevos aviones más eficientes en el consumo de combustible y menos contaminantes. También estamos en un problema porque no hemos recuperado la categoría 1 y ello nos impide aumentar rutas y frecuencias a Estados Unidos, hacia donde hemos perdido el 18 por ciento del mercado en la actualidad. A eso agregue que, a pesar de una industria de la aviación emproblemada, dos empresas de este ramo han quebrado durante este sexenio. No están operando nuestras empresas al 100 por ciento por falta de materiales y equipo o por un tipo de cambio que no nos favorece en nada.
Viene aquí lo más peligroso, una tasa de interés de referencia sobre el 11.25 por ciento que se ha traducido en tasas de la banca comercial muy por arriba del 60 por ciento. Los créditos empresariales rondan el 20 por ciento si se logran conseguir, pero los créditos al consumo llegan en algunos casos ya al 90 por ciento anual. Simplemente no es posible sostener una economía con intereses tan elevados porque se dedica más dinero al pago de deudas que al sostenimiento cotidiano de las familias. Los bancos obtuvieron tres veces más utilidades que el promedio empresarial de 12 por ciento de acuerdo con Inegi. Esta claro que los bancos son los grandes ganadores de la situación actual y lo seguirán siendo porque así se mantendrán las cosas. Durante la crisis de 1995 y de 2009, el primer síntoma de desequilibrio económico fue la masiva captación de dinero de los bancos, lo siguiente fue un dólar barato y luego que la gente ya no tenía dinero para pagarle a los bancos, vino toda la problemática que ya conocemos. El camino es el mismo, aunque las personas y las instituciones no, la pregunta para mi es ¿aprendimos la lección o ya se nos olvidó?
Si todo lo anterior no pareciera ser suficiente, aunado al problema del consumo y de la demanda agregada, se tiene el problema de un debilitamiento de la demanda interna ante la necesidad de una mayor restricción monetaria para abatir la inflación. A pesar de que el control inflacionario está funcionando, no hay claridad si se debe al comportamiento del ciclo económico en su fase baja o si realmente el consumo ha disminuido gracias a la tasa de interés y no a la caída del salario por ejemplo o a la incapacidad de la gente de comprar los artículos que desea por falta de estos en el mercado.
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Para terminar el pronóstico, agregue la turbulencia política que habrá a partir de septiembre debido a la carrera presidencial que ya comenzó en Morena. Juan Carlos Lara, de ESGLAB SWISSE, argumenta que el peso caerá estrepitosamente porque la Reserva Federal en Estados Unidos está implementando el quantitative tightening or QT (restricción monetaria), todo lo contrario al quantitative easy (relajación monetaria) que prevaleció durante la pandemia y es la culpable de la inflación mundial actual. Para su referencia, el año pasado se implemento el QT en septiembre y octubre y el freno económico en el vecino del norte fue tan terrible que se eliminó rápidamente. Sin embargo, este año si habrá QT a partir de noviembre para eliminar de una vez por todas la inflación y la debilidad del billete verde. No hay que tener miedo, solo prudencia o una buena planeación estratégica, para mí sólo será una recesión de unos nueve meses en promedio para eliminar las ineficiencias del mercado. El resto solo será aprendizaje en un contexto de dificultad económica en el que hemos vivido desde 1974. Nada nuevo.
Encuesta Vanguardia
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