Sí los veo, sí los oigo

Opinión
/ 31 octubre 2021

El 1 de noviembre de 1994 fue el sexto informe de gobierno de Carlos Salinas de Gortari (CSG). A veces pudiera parecer inútil leer y analizar documentos históricos como ese informe, después de todo han pasado muchos años y la transformación de Salinas acabó siendo más que efímera. Aun así, recomiendo que de vez en cuando tratemos de ver cómo se percibía el País y el mundo hace años o décadas. ¿Qué prometían los políticos, qué nos vendían? En este caso podríamos ver que CSG estaba convencido, o al menos eso quería mostrar dos meses antes del famoso error de diciembre, de que él había hecho un excelente trabajo. Frases como esta salieron de su boca ese día: “en estos años se ha controlado la grave crisis que en la década pasada tanto lastimó las expectativas y las oportunidades de la mayoría. México saneó sus finanzas, mejoró la competitividad del aparato productivo y detuvo el deterioro de los salarios, iniciando su recuperación”. También dijo: “atrás quedaron los problemas de deuda, déficit, inflación y crisis. Asumimos los retos de aumentar la productividad, promover la inversión y mejorar la distribución del ingreso. Avanzamos en lo importante, en ampliar oportunidades en justicia y en bienestar”. Triunfalista nos indicaba que “por primera vez en un cuarto de siglo, México comienza una fase de expansión económica que no está apoyada por endeudamiento excesivo, por el incremento artificial de la demanda”. Proseguía con esta frase que dos meses después sonaría insultante cuando (me consta de primera mano) los banqueros internacionales no querían siquiera contestar las llamadas de Hacienda para buscar créditos en dólares: “México ha consolidado su retorno a los mercados voluntarios del capital. La estabilidad macroeconómica y los cambios estructurales en el aparato productivo han aumentado el potencial de crecimiento de la economía mexicana y han dado viabilidad a numerosos proyectos de inversión. México ha dejado de transferir recursos al exterior y hoy se registra la entrada de importantes flujos de capital”. Como un artista del autoengaño, o bien ignorando lo que era inminente, se mostraba confiado en que “el nivel de las reservas nos permite fortalecer la solvencia de nuestra moneda”. Tal vez fue ahí donde se introdujo a la vida política del País la noción de “los otros datos” que se le alimentan o aceptan al Presidente.

En lo que parece una carambola de tres bandas, vino a mi mente ese informe de Salinas a raíz de la homilía que nos dio el padre el domingo pasado. El evangelio trataba de un ciego al que Jesús le regresaba la vista. Un ciego que no veía con sus ojos, pero sí con su corazón. El padre hizo referencia a que muchas veces no queremos ver algo o a alguien porque si lo vemos entonces estamos obligados a actuar en consecuencia. Se refirió a las injusticias que nos rodean: la discriminación, la desigualdad, la pobreza, la falta de justicia, la impunidad. Dijo, con bastante razón creo yo, que a veces es más fácil hacer como que no vemos porque así no tenemos que hacer nada por remediar la situación. Y es ahí donde salta esa famosa frase de Salinas de Gortari: “ni los veo, ni los oigo”, refiriéndose a miembros del PRD (partido del que era miembro AMLO en ese entonces y que ahora es aliado del PRI y del PAN) que protestaban durante el informe de Salinas. Contrario a la astucia e inteligencia que le caracterizaba, Salinas cayó en la provocación y soltó una frase que muchos nunca olvidaremos y que de cierta forma pudiera ser uno de sus epitafios como político. No pensó Salinas que unos ocho meses antes de aquel último informe Luis Donaldo Colosio lo pondría en evidencia, ya que él sí parecía estar viendo y escuchando a México cuando dijo: “Yo veo un México con hambre y sed de justicia. De gente agraviada por las distorsiones que impone la ley y quienes deberían servirla. De ciudadanos angustiados por la falta de seguridad. De empresarios de la pequeña y mediana empresa que demandan una economía que
les ofrezca condiciones más favorables. Un México que exige
soluciones”.

Y aquí termino la carambola. ¿No será razonable pensar que la victoria y popularidad de AMLO, independientemente de sus aparentes pobres resultados parciales, se debe a que el ciudadano cree que él está viendo y escuchando algo que los otros no quisieron, pudieron o supieron ver ni escuchar? ¿No será nuestro problema, como sociedad, que no hemos sido capaces de ver y oír lo que pasa a nuestro alrededor? ¿No será que esa oposición que quiere “rescatar al País de las garras de la 4T” tiene que abrir ojos y oídos? Para quien quiera lanzarse de candidato, aquí le regalo un buen lema de campaña: “pondré manos a la obra, porque sí te oigo y sí te veo”.

@josedenigris

josedenigris@yahoo.com

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