‘Blanco de verano’: La prueba de fuego de un amor madre-hijo
El filme de Rodrigo Ruiz-Patterson, que llega pronto a cines nacionales, presenta un amor co-dependiente en el que la integración de un tercero pondrá a prueba a todos los involucrados
Valeria es una madre soltera, y Rodrigo, su hijo, es el amor de su vida. La intimidad que comparten es tanta que sus rutinas dependen del otro la mayor parte del tiempo. Sin embargo, entre las inquietudes del adolescente y el deseo de ella por involucrar a un tercero en tan estrecha comunidad que podría culminar de manera hermosa o catastrófica.
Esta es la película “Blanco de Verano”, con la que el director Rodrigo Ruiz-Patterson propone un viaje a través de tres personajes y la convivencia de sus errores más arraigados, y que llegará el próximo 18 de noviembre a salas de cine nacionales.
En entrevista con VANGUARDIA, tanto su director como el elenco, integrado por Sophie Alexander-Katz, quien interpreta a Valeria; Adrián Rossi, que da vida al joven protagonista en esta, su primera película, así como Fabián Corres, quien interpreta a Fernando, el hombre que llegará de la mano de la madre a modificar la dinámica hogareña, platicamos sobre el desarrollo de este drama familiar.
“Fue un proceso de casting para el personaje principal, el de Rodrigo, casi intensivo, donde al final nos decantamos por Adrián y tratamos de que Adrián tuviera un cierto proceso de coaching express y estas escenas me siento muy orgulloso de que al final siempre hablamos con Adrián de que no era él que se estuviera interpretando a sí mismo, sino que estaba interpretando a un personaje de ficción y en ese sentido me siento muy cómodo porque, si tú conoces a Adrián es exactamente lo opuesto al personaje”, explicó Rodrigo sobre la creación de esta historia con un actor joven y primerizo a la cabeza, “creo que en México a veces se castea al personaje, no al actor, especialmente en los personajes que son jóvenes, y aquí no, al final es un actor interpretando a un personaje”.
A la misma pregunta Corres agregó que que “fue una cuestión de percepción, de traer al chamaco a unos canales que en la actuación, cuando sabes dividir dónde está la ficción, van entrelazándose alrededor de partes íntimas, tuyas, privadas. Estas grandes sensaciones que Rodrigo fue creando a través de la película, con estos implantes, fueron muy sutiles y creo que hace platicábamos de eso, hay una cuestión de delicadeza en la película que todo el tiempo va guiándola y el engranaje es muy claro cuando vienen las cosas no tan sutiles, incluso en un diálogo, en una mirada, en una imagen”.
Mientras que para Sophie explicó que existió un trabajó previo junto a su joven co-estrella. Guiados por el director, a través de una serie de ejercicios de improvisación, comenzaron a generar la familiaridad suficiente para establecer el vínculo necesario para llevar a buen puerto sus interpretaciones.
“No solo eran madre e hijo, sino que eran una madre y un hijo que eran completamente dependientes el uno del otro, entonces fue construir esa co-dependencia y las razones por la que una mujer, con las características de Valeria podía esta completamente atada a su hijo en todos los rubros de su vida, y luego intentar meter a un tercero en esa ecuación”, comentó.
Asimismo, Rossi señaló que la experiencia le costó más que nada por la presión de estar en una producción así a tan temprana edad.
“Sentía el peso del tiempo, del dinero, de todo, entonces me costó trabajo en mí, no salirme de estar concentrado, porque me venían muchas cosas a la cabeza antes de grabar. Me costó trabajo pero también fue algo que logré muy bien de la mano con Rodrigo, siento que fue una experiencia que se dio bien en equipo”, compartió.
La película, cuyo jugo se encuentra en la creación de estos personajes, de sus cualidades y defectos, así como de las circunstancias que provoca el choque de todo esto, ha participado en festivales como Sundance, donde se estrenó en 2020, además del Festival Internacional de Cine de Morelia y FICUNAM, entre otros, nació precisamente de la libertad que su autor le dio a dichos personajes para que la historia se desarrollara de manera natural y encontrara un cauce propio.
“Un poco hacer el ejercicio de escuchar a los personajes y ver cómo actúan de una forma determinada y lo que arrojó es que estos dos personajes estaban en una especie de dependencia emocional. Eso salió por ahí y es una cualidad que los define y que define su relación, pero no fue algo como desde el inicio me interesara hablar de esto, simplemente creo que la adolescencia es un proceso donde empezamos a sentir emociones complejas por primera vez en la vida y no sabemos dónde ponerlas, dónde acomodarlas y eso genera impredictibilidad, intensidad, que creo que funcionan para las películas”, concluyó el director.