Librerías de viejo: El gran bastión de la literatura en Saltillo
En el marco del Día Internacional del Libro platicamos con los dueños de tres librerías de segunda mano en la ciudad, que a pesar de la pandemia se mantienen en pie para diversificar la oferta
Será su olor tan característico que hizo que Karl Lagerfeld le dedicara un perfume, serán sus páginas amarillentas que nos recuerdan a otro siglo, su tipografía, las marcas que le dejo su antiguo dueño, lo cierto es que ya sea una novela clásica, un libro científico, una biografía o un diario, cualquier lector que se respete preferirá un libro viejo a uno nuevo. Y si algún día el libro electrónico arrasa con el papel, las futuras generaciones se perderán de todo un placer tanto en la lectura, así como la experiencia de visitar esas librerías de viejo y poder hojear, tocar esos montones de libros dispares y oler, oler a libro viejo.
En VANGUARDIA con motivo de El Dia Internacional del Libro, nos dimos a la tarea de visitar algunas librerías de viejo en Saltillo, esas que además de ofrecerte un buen libro, también te llevas una buena plática y una que otra recomendación que se termina sumando a tu librero. Además, estas librerías salen al rescate de la poca oferta de novedades que existe en la ciudad.
Dinolibros
Ubicada en el corazón de la ciudad, en la calle Pérez Treviño #779 casi esquina con Guillermo Purcell, Dinolibros surgió hace siete años, como nos lo relató su propietaria Brenda Angelica Ruiz, por el interés tanto de ella y de su esposo por los libros desde pequeños.
“Dinolibros surge porque tanto a mi esposo y a mi nos encanta leer, los libros siempre han estado presentes en nuestras vidas, de hecho, nos conocimos en una librería, y fue el encargado de esa librería, el cual era conocido de mi esposo, que nos incitó a poner una, sabiendo del interés que teníamos por los libros”, mencionó a VANGUARDIA Brenda Ruiz.
A lo largo de estos siete años la librería ha crecido bastante, cuando inició tenía la mitad o poco menos de los estantes que tiene ahora y a pesar de la pandemia, la cual le afectó mucho, afortunadamente no se vio obligada a cerrar sus puertas permanentemente.
“Muchas librerías de libros nuevos han tenido que cerrar ahora con la pandemia y eso hace que las librerías de viejo nos volvamos necesarias para suplir algunas carencias que tenemos de libros nuevos”, agregó.
Cuando le preguntamos a Brenda sobre el atractivo que tiene para muchos lectores un libro viejo frente a uno nuevo, nos comentó que lo más importante es el contenido, sin embargo, mencionó que nos resulten más interesantes porque nos pueden contar más de una historia.
“El libro es exactamente el mismo si es nuevo o es usado, sin embrago, los libros viejos tienen algo más que contar, porque los libros usados ya tienen historia, creo que en si mismos tienen dos historias, la escrita por el autor y la del propietario, algunas veces te encuentras con cosas muy gratificantes cuando estas con un libro usado, porque la persona que lo leyó anteriormente hizo propio el libro con algún comentario, una dedicatoria. A nosotros nos gusta eso y sobre todo darle una segunda, tercera y hasta cuarta oportunidad, porque de nada sirve tener un libro guardado sin utilizar”.
Dinolibros se encuentra abierta de lunes a viernes en un horario de 9:30 a 18:00 horas, mientras que los sábados de 10:00 a 17:00 horas, su oferta es variada y sus precios accesibles, de hecho, este Dia Internacional del Libro tendrá un descuento del 20% en todos los libros.
Rodríguez Libros
“Hace 26 años comencé con 10 mil libros y ahora tengo más de 130 mil ejemplares”, relata Rufino Rodríguez con una sonrisa en el rostro y un poco asombrado de los libros que se encuentran en “Rodríguez libros”, una de las librerías más antiguas de Saltillo que abrió sus puertas en 1996, porque a su propietario le encanta leer.
“Me considero un lector compulsivo, pero contrario a otros que desde pequeños les gusta leer, yo me hice lector en la preparatoria, un buen profesor me recomendó un muy buen libro y de allí comencé a leer. Y cuando comenzaron a cerrar algunas librerías de Saltillo me surgió el interés por poner una. Ya tenía un acercamiento con el mercado de los libros, porque trabaje hace tiempo para Limusa, una editorial de México, lo que me permitió conocer muchas partes de la República y visitar muchas librerías de este tipo, mis amigos me pedían algún libro y yo se los traía, así inicié”, relata.
Esto de pedir libros de otros lugares sigue vigente en la ciudad, dado que no hay las suficientes librerías para enfrentar la demanda de libros, hoy probablemente ya no se le pida a un amigo, sino por internet.
“Las librerías han ido desapareciendo con el tiempo, si me preguntas ahora por una buena librería solo te puedo hablar de una que está en Monclova. Y en muchos lugares es así, en Monterrey también se cerraron muchas librerías, porque ahora la gente lee cada vez menos. Me han tocado estudiantes de literatura que vienen a preguntar por resúmenes de grandes obras, estos libros chiquitos que resumen lo ‘importante’ de una obra”.
Incluso, las bibliotecas públicas no son una buena opción, así lo cree Rufino quien relata que cada vez más las bibliotecas públicas están muriendo. “Hay muy buenas bibliotecas personales, por el hecho de que no hay buenas bibliotecas públicas, que necesidad tenía yo de comprar muchos libros si estaban en la biblioteca, si podía pedirlos y leerlos, las bibliotecas ya no se preocupan por tener libros actualizados. Por ejemplo, si Vargas Llosa saca un nuevo libro, cuanto tendrá que pasar para que este en una biblioteca”.
Aunque, al entrar en ‘Rodríguez Libros’ no sabes dónde poner tu mirada, debido a que hay libros por todas partes, su propietario asegura que los tiene organizados y que, si buscas un género en específico, él sabrá en que parte de la librería encontrarlo. ‘Rodríguez Libros’ está ubicada en el Centro Histórico, en la calle Guillermo Purcell #844.
Librería Quijote
De lo digital a lo físico, y a través de una pandemia, la Librería Quijote ha sobrevivido sin perder su visión. Creada hace más de 5 años por Arturo Recio y su familia, primero como una plataforma en redes sociales, de venta de libros de segunda mano, y luego con un local en el 330 de la calle Abasolo, que inauguró en febrero del 2018.
“Nos ha ido bien, con sus altibajos. Este es un negocio que es de mucha paciencia y la verdad ayuda mucho el apoyo que tienen las generaciones de lectores, que vienen empujando. En mi experiencia mi mayor público está situado entre los 25 y 40 años. Son lectores jóvenes y eso da gusto”, comenta el también periodista.
Los últimos dos años, sin embargo, pusieron en riesgo esta empresa, y llegaron a considerar cerrar el local, pero gracias a diversas estrategias, entre las que mencionó el servicio a domicilio que manejan, así como una clientela fiel, pudieron subsistir hasta que comenzó la reactivación económica.
“Nuestra principal ventaja es que tenemos un sistema de crédito, de apartado, y eso ha resultado de maravilla, porque mucha gente lo aprovecha”, explica.
Si bien, a pesar de estas dificultades, el negocio sigue, también considera que hace falta mucho apoyo a las librerías en la ciudad por parte de las instituciones de cultura.
“Hace falta apoyo no solo para la promoción de la lectura, sino para este tipo de negocios de segunda mano, que bien podrían hacer una labor de difusión. No pedimos dinero, simplemente apoyo; colocarnos en ferias, en parques, que nos den permisos para estar en la vía pública, etcétera”, dice.
Como parte también de su estrategia en la pandemia redujeron su horario de apertura y actualmente solo abren los miércoles y sábados por las mañanas, esto más que nada para entregar los libros apartados y minimizar costos.
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