Whitman: Poemas como hojas de hierba

Artes
/ 21 diciembre 2022

    Me gusta ver las fotografías de Walt Whitman. Parece que nos acompaña desde otros tiempos. Su rostro profundo, sombrero a la vieja usanza y ropas de hombre humilde (atuendo que conservó luego de un viaje largo y revelador por los ríos de Estados Unidos) avivan todos los días su mito. Muchos lo retrataron en la lente y en la palabra. Siempre acudo al insuperable poema de Federico García Lorca: “Ni un solo momento, viejo hermoso Walt Whitman, / he dejado de ver tu barba llena de mariposas, / ni tus hombros de pana gastados por la luna, / ni tus muslos de Apolo virginal, / ni tu voz como de una columna de ceniza”. Es que este poeta decimonónico, que cantó a la democracia, se convierte, aún con el pasar de las décadas, en un acontecimiento, en un icono (en el mejor de los sentidos que pudiera tener esta expresión).

    Escuché el nombre de Whitman por primera vez en una de mis clases de literatura con el maestro Gerardo Carrera. Después busqué al escritor en la biblioteca de la universidad. Gracias a ese ritual tuve muchos de mis encuentros literarios más importantes. Aquel día hallé “Canto a mí mismo” en una edición de bolsillo de la editorial Océano, no se me olvida. En ese entonces, a mis 18 años, no estaba muy enterada de la obra de Whitman. Solo sabía que era norteamericano y del siglo antepasado. El título me pareció un tanto presuntuoso, pero cuando me adentré en el poema entendí que su sentido era el opuesto: no se trataba de una exaltación de él mismo, sino de un largo y bello escrito sobre la hermandad de las personas, sin importar género, color o edad. Era algo así como un viaje espiritual por la esencia humana y su armonía con la naturaleza, con los otros seres. Al cantarle a los demás, Whitman se canta a sí mismo, porque la vida es una celebración compartida. Nunca me había sentido tan conmovida de esa manera por la poesía. Quería que todo el mundo lo leyera.

    Walt Whitman es un hombre de un solo libro: “Hojas de hierba” (Leaves of Grass). Lo publicó en una edición de autor por primera vez en 1855 y fue un fracaso. Dicen que no vendió un solo ejemplar de los 800 que imprimió. Las escasas respuestas que obtuvo fueron insultos y calumnias. Lejos de desistir, el autor agregó más poemas a “Hojas de hierba” y lo volvió a publicar. Muy pocos entendieron sus versos extraños, sin la rima y la métrica convencional. Uno de ellos fue el filósofo Ralph W. Emerson (de quien hablamos en la columna pasada). “Me parece la más extraordinaria obra de ingenio y sabiduría con que América ha contribuido”, le escribió. Paso a paso Whitman ganó admiradores y se colocó como uno de los poetas más queridos. El libro se llamó “Hojas de hierba” porque su poesía quería ser humilde y luminosa como el pasto. Miguel R. Mendoza comenta que la hierba “Alimenta generosamente a todas las especies más humildes, no excluye a nadie y contribuye con su verdor a la belleza del mundo”.

    Dejemos hablar a Whitman, en la traducción de León Felipe, polémica y a la vez bella. Dice en “Canto a mí mismo” (que está dentro de Leaves of Grass): “Creo que una hoja de hierba no es menos / que el día de trabajo de las estrellas / y que una hormiga es perfecta, / y un grano de arena, / el huevo del régulo, / son igualmente perfectos, / y que la rana es una obra maestra, / digna de los señalados, / y que la zarzamora podría adornar / los salones del paraíso, / y que la articulación más pequeña de mi mano / avergüenza a las máquinas / y que la vaca que pasta, con su cabeza gacha, / supera todas las estatuas, / y que un ratón es un milagro suficiente, / como para hacer dudar / a tres millones de infieles”. Whitman creía en la igualdad y en el amor; era abolicionista y apoyó a los soldados heridos de la guerra civil, sin importar el bando. Prefería pasar las horas tumbado en el pasto o contemplando un árbol. Leer su poesía es una revelación, alienta a comenzar de nuevo con otra energía. Lo elijo siempre al cerrar el año para recordar, en medio de la temporada de consumo, la belleza de lo sencillo y profundo de la vida.

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