“Escribí las tres novelas con ánimo de venganza”, es la primera línea del prólogo que redactó Ariana Harwicz (Buenos Aires, Argentina, 1977) para la “Trilogía de la Pasión”, la edición de Anagrama España que reúne sus tres novelas: “Matate Amor”, “La débil mental” y “Precoz”. Para la narradora la literatura tiene esa capacidad de provocar y rebelarse, de fascinar y atemorizar, de revolcar el lenguaje, de transgredir.
Hace diez años Ariana escribió de forma furibunda “Matate Amor”, una obra sobre la alienación de una joven madre que debe cuidar a su bebé junto a un marido que, instalado en la rutina marital, encuentra difícil conectar con las emociones de su esposa. Toda la historia, fragmentaria, caótica a ratos, pero indudablemente hipnótica, transcurre en la campiña francesa. Y si bien esta primera novela tardó un tiempo en llegar a las librerías, tras algunos rechazos de editoriales argentinas y españolas, una vez en las estanterías encontró a miles de lectores en todo el mundo. Uno de esos lectores es Martin Scorsese, quien compró los derechos del libro y producirá la película inspirada en esta historia bajo la dirección de por Lynne Ramsay y con Jennifer Lawrence como protagonista.
En México, la obra de Ariana es publicada por Dharma Books, que apostó por la escritura de la argentina y ha publicado “Matate Amor” (con dos ediciones desde la primera de 2019) y de forma más reciente “La débil Mental” y “Desertar”. Los vínculos familiares, el deseo, la violencia, los cuerpos en tensión, las atmósferas asfixiantes que, como los ambientes selváticos, exudan belleza y peligro, forman parte de las historias creadas por la argentina. Historias que sacuden al lector.
En su primera visita a Saltillo, Harwicz participará en la primera jornada de la Feria Internacional del Libro Coahuila 2023 este viernes 28, donde será parte de la mesa de diálogo “Vínculos familiares y escritura” junto a Brenda Navarro y Jesús Ramírez-Bermúdez y la moderación de Penélope Montes, esto a las 17:30 horas, seguida de la presentación de su libro “La débil mental”, a las 19:00 horas, ambos eventos en la Sala Julio Torri.
- ¿Cuándo comenzaste a escribir las novelas te diste cuenta que se estaba desarrollando “La Trilogía de la Pasión”? ¿O las historias de estos vínculos familiares se fueron entretejiendo de forma natural?
“Finalmente llegamos a armar las tres novelas juntas en esta trilogía, que también salió en Argentina con Mar Dulce, y con Anagrama en España, pero antes de poder reunirlas no surgió como una idea global juntar las tres o llamarlas trilogía. Yo no tenía conciencia de que arman un conjunto, una familia muy estrecha y que son realmente como fotos de un álbum familiar. No era consciente de eso ni en la forma, ni en el estilo, ni en la música, ni en la temática.
“Finalmente es una obviedad, pero cuando uno escribe no está consciente de todo, de muchas cosas, ese no estar consciente es fundamental. Tiene que haber un momento en el que hay zonas de misterio. Y bueno, fue algo que se dio poslectura, cuando empezaron a surgir los parecidos como un juego de semejanzas”.
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-Me parece que un punto de unión de las tres novelas son los personajes, que no son parte de lo que se considera normal, que son marginales, un tanto desequilibrados. Tal vez la idea es que estos personajes no son como los demás creen que deberían ser.
“Es cierto. Cuando escribo no me doy cuenta de su condición de anormales, de cuan extremos son, cuan patológicos son. Alienados o no, están incluidos en la sociedad, pero son inadaptados. Yo no me doy cuenta, cuando escribo ellos son normales en su locura, ellos se consideran más normales que el vecino, pero no lo son. Hay una inadecuación entre el mundo y ellos.
“Siempre trabajo en esa inadecuación. Ellos no se pueden adaptar al mundo, no pueden funcionar normalmente, no entienden el mundo y éste los odia, los rechaza, los aborrece. Simplemente observo a los seres humanos: a mí, a los vecinos. Observo mucho los casos en los que hay de violencias extremas, de crímenes, para tratar de pensar cómo un ser humano llega a eso y de ahí salen los personajes, de lo más extremo de un ser humano”.
¿Cuánto tiempo lleva escribir una novela? ¿Y una trilogía? ¿Se corrige mientras? ¿Es mejor aislarse? La forma en que aparece la escritura nunca es lo que se cuenta, con la novela terminada. Escribir, ayer, fue mirar a una lechuza escupir los restos de los cerebros no deglutidos.
— Ariana Harwicz (@ArianaHar) February 28, 2023
-En “Matate Amor” exploras la maternidad que se desarrolla en una zona oscura de la que no se quiere hablar, pero que está ahí. La maternidad no es sencilla, no siempre es bella y agradable. Ahora circulan muchas novelas sobre la maternidad, pero cuando tú escribiste esta novela todavía no se publicaba tanto sobre el tema.
“Fue así tal cual, porque ‘Matate Amor’ tiene diez años, realmente salió a las librerías en noviembre de 2012. Es muy fuerte el recorrido. Claro, hay libros que recorren siglos, pero para mí en lo personal, en mi biografía, que haya recorrido el camino de aventura que tuvo en una década habla de los cambios sociales, políticos. Pasa con cualquier libro, pero cuando ‘Matate Amor’ surgió para los lectores españoles, argentinos y luego latinoamericanos, eran otros, había otra conciencia.
“Al principio la novela fue rechazada, era un libro mucho más excéntrico, que molestaba más incluso a las mujeres, se le estigmatizaba más como si yo trabajara con madres asesinas, o que rechazan a sus hijos, o que los odian. Cuando no es eso. El entendimiento del libro, la exégesis, fue cambiando, como suele pasar con cualquier obra cuando impacta en una sociedad. Fue cambiando la manera de leerlo, siempre fue otro libro, otro libro.
“Es verdad, no había tantos libros sobre maternidad ni obras. El discurso no estaba en el aire. El feminismo, el ‘ni una menos’, fue en 2015 y esto fue antes, era otra Argentina con otros libros que se exponían. El lugar de la mujer en la literatura por supuesto que ya estaba afianzado, pero no era lo que es hoy. Así que todo eso hizo que el recorrido de ‘Matate Amor’ fuera exitoso, aunque durante muchos años no lo quisieron publicar, no lo quería traducir nadie. Era rechazado el libro.
“Cuando lo escribí no pensé en nada, no pensé en el feminismo. Si lo hubiera pensado, habría salido mal el libro. Simplemente escribí como lo hacen muchos, desde la desesperación”.
-Ahora “Matate Amor” ha ganado premios, se ha traducido a varios idiomas, será llevado al cine con Martin Scorsese de productor y Lynne Ramsay como directora. Vaya camino.
“Fui muy paciente, esperé que surgiera la propuesta que más me interesaba a mí, que le hiciera más justicia y honor. Obviamente es una locura. No sólo se compraron los derechos, Martin Scorsese la va a producir, pero bueno yo me auto publiqué en Argentina, en España arranqué con una editorial muy independiente y fue un camino de muchos años con una sola traducción al hebreo, el inglés llegó en 2018, pero con la nominación al Booker Prize (en 2018) llegaron las otras 20 lenguas, pero al principio fue un rechazo tras rechazo. A veces el camino es ese, que te rechacen tantas veces hasta que el libro entra”.
Lo esencial para escribir una novela no es tener tiempo, talento o una lengua única. Mucho menos un editor o un tema: lo esencial es tener enemigos. Que esos enemigos sean crueles y locos, tanto, como para arruinarte la vida y arrastrarte a las catacumbas. Desde ahí, escribir.
— Ariana Harwicz (@ArianaHar) February 20, 2023
-Como dices, han pasado muchas cosas en esta década: la nueva ola del feminismo, el Me Too, la legalización del aborto en varios países, incluyendo Argentina, una mayor exposición de escritoras por parte de la industria editorial. ¿Esto ha influido de alguna forma en tu escritura, en los temas que abordas, en la forma de explorarlos?
“Influyó en que trato de todos modos de nunca ceder a la tentación de escribir ya no digo un libro, una línea, para complacer ese lugar ganado por las mujeres en la industria, en el mercado, en el campo literario y en el arte en general. Trato de no aprovecharme de eso y hacer un libro de relatos de mujeres, no porque esté mal, pero si lo haces sólo para pescar editores o adelantos... No voy a hacer el libro de una heroína de los mitos griegos pensando en que eso puede generar un interés editorial, entonces me lo compra Netflix o Amazon.
“Esa especulación casi económica nunca tiene que entrar, la literatura tiene que estar blindada ante eso, blindadísima. Soy consciente, pero debo tratar de aprovechar el interés en las mujeres para escribir lo más verdadero que yo pueda hacer, sabiendo que después voy a poder tener espacio en ferias, en radio, en una entrevista que después va a leer mucha gente. Entonces eso, no ceder a la tentación de lo fácil, ir por el camino más difícil. Eso es lo que hace un artista, no hay otra manera, siempre tiene que revolucionar el propio camino”.
-En una entrevista mencionaste que no se le puede pedir a la literatura que sea parte del mismo plano de la realidad en el que nos movemos. Ahora se viven tiempos de corrección política donde libros y escritores son cancelados en redes sociales no sólo por sus dichos públicos, también por los temas que abordan en sus obras.
“No hay que confundir, no hay que poner en un mismo plano, no hay que hacer una amalgama a propósito entre la figura del autor, sus libros, su obra. Yo no soy mi obra, lo que dice una obra no es lo que piensa ideológicamente, o políticamente, sobre la guerra en Rusia o sobre el machismo de un autor. A veces los libros contradicen la opinión política pública que tiene un autor. Si no fuera así sería muy fácil que nuestros libros sean nuestros representantes.
“Un libro no es un vocero, si no habría que dedicarse a la política, que está muy bien. A mí me encanta la política, pero como me encanta la política si me preguntan qué pienso de Putin, Ucrania o los feminicidios, lo digo, pero no hago decir a mis personajes lo que pienso yo. Siempre hay que separar la figura del autor de su obra porque si no se escrachan autores por cosas que dice un personaje, o se endiosan autores y se veneran porque tienen personajes muy justos, pero tal vez el autor es una persona corrupta, o discriminadora. Se amalgama moralmente la obra y los autores que ceden a eso escriben cada vez peor por miedo a que sean catalogados. Es una ecuación muy mala para el escritor”.
Escribir novelas me enseñó que un personaje que se miente a sí mismo, que se niega a sí mismo, es mucho más inquietante y peligroso que un personaje que le miente a los demás. Un personaje que se estafa a sí mismo, no está muy lejos del crimen.
— Ariana Harwicz (@ArianaHar) February 27, 2023
-En “La débil mental” existe una relación orgánica, casi animal, entre madre e hija. Sus sentimientos parecen ocupar todas las páginas de una forma total, sin filtros. Hay quienes han dicho que estos personajes padecen, precisamente, una enfermedad mental.
“Siempre se tiende a patologizar, a diagnosticar. Así como no somos políticos, o voceros políticos o sindicalistas, o no tenemos cargos políticos, tampoco somos psiquiatras, asistentes sociales, jueces de familia. Yo me niego, por más de que esté escrito en una contratapa o en un prólogo, me niego a pensar a mis personajes mujeres desde el lugar de la tipificación criminal. Perversa, incestuosa, la loca, la desequilibrada, la inestable son epítetos, categorías que no ayudan a pensar toda la dimensión de un personaje.
“Es una obviedad lo que digo, pero hoy en día no está de moda esa contradicción de forma, esa complejidad. Tiene que ser bueno y malo a la vez, inocente o culpable a la vez, puede ser sumamente violento un personaje y tener zonas de sumisión. Así somos todos. Se intenta arrinconar a los personajes en categorías como una noción de salud, no es un hospital, es la feria del libro”.
-Tus novelas también se han llevado al teatro. Una adaptación que muestra lo performáticas que pueden ser las historias que cuentas.
“En este momento están ‘La Débil mental’ y ‘Matate Amor’ en el cartel teatral de Argentina, también estaba’ Precoz’. Ahora se va a estrena en Madrid en unos días. Entonces es maravilloso ese pasaje de la novela al cuerpo teatral, al escenario. Me parece un pasaje obligado en mis libros porque yo ya las pienso como obras de teatros, lo son y no lo son. Obras de teatro muy literario por la forma en que están escritas. El traspaso al teatro es muy orgánico, no hay una violencia muy grande ejercida. Para mí es un buen destino que pueden tener mis libros y encuentran la misma ferocidad del texto en el cuerpo de los actores y funciona muy bien, son espacios cerrados, pocos personajes. Las tres novelas se pudieron pasar al teatro sin problemas, casi sin modificar los textos”.
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-Desde 2007 vives en Francia. ¿Cómo ha funcionado ese distanciamiento al momento de escribir?, pensando en términos de lenguaje, pero también de política, de relaciones sociales.
“Influyó muchísimo porque empecé a escribir realmente en Francia. Hice mis estudios, documentales, cortometrajes, obras de teatro pequeñas en Argentina, antes de irme, pero realmente todas mis novelas, el camino en la literatura fue construido desde afuera. Eso es imposible de olvidar, imposible de saltar y de no mencionar.
“Siempre lo digo, no sé si hubiera escrito en Buenos Aires. Así que pensar la violencia argentina, pensar la historia nuestra argentina, pensar nuestro lenguaje, la forma de hablar de los argentinos de Buenos Aires fue mucho más interesante hacerlo desde afuera porque tengo un espejo más interesante para mirar, un retrovisor. Siempre es una cuestión de cómo se mira algo. Es mentira que hay que estar en un lugar para mirarlo, yo lo aprecio mucho mejor de lejos. Se me aparecen todos los detalles, los contrastes, toda nuestra historia, el uso del lenguaje se me extraña. El exilio mío consiste en escribir”.