Marcha LGBT+: Cuando el orgullo entierra a la vergüenza

Una marea multicolor se adueñó de Reforma y llegó al corazón de la CDMX, en una marcha que convocó a más de 250 mil personas con una consigna que se hizo escuchar en todo el país: ‘Existo porque resisto’; VANGUARDIA te trae la crónica de cómo vivió la marcha y celebró la diversidad en la capital del país y la queso...

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/ 27 junio 2023
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Lo contrario al orgullo es la vergüenza y si alguien no fue invitada a la marcha del sábado en la CDMX, fue esta última. Y es que, en un país de machos bragados, durante años se apostó por la invisibilidad de un colectivo que calladito y en el closet se veía más bonito. Pero la lucha de décadas de valientes activistas hizo que la vergüenza y la invisibilidad no tuvieran cabida el sábado (ni nunca), cuando miles de personas salieron a la calle a gritar con orgullo “esto es lo que somos y nadie va a detenernos”.

La marcha número 45 del Orgullo LGBTTTIQ+ fue todo lo contrario, la emblemática avenida Reforma, la calle Juárez y el Centro Histórico, con un Zócalo a reventar, se vistieron de fiesta, algarabía, baile, performance, encuere, porras y también protesta, rabia, puños en alto y exigencia de un colectivo que sabe celebrar, pero también luchar por los derechos de todes.

A las 12 del mediodía, las calles aledañas al Ángel de la Independencia se pintaron de colores, todos iban rumbo al Ángel, que esperaba sonriente, travestido, vestido de chica dorada y con su propia corona en la cabeza: Una descarga de glitter, plumas, pestañas postizas, medias de red, plataformas, sombreros de todos los tamaños y formas, coronas, maquillaje que se veía a kilómetros de distancia, playeras y pancartas con frases y declaración de principios, cadenas y pantalones de piel, látigos y máscaras, faldas escocesas, alas de todos los colores y banderas, muchas banderas que muchos llevaban amarradas a sus espaldas como si se tratara de lo que todos pudimos ver: Héroes anónimos que han luchado por algo que no es poca cosa, ser ellos mismos.

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Los vendedores ambulantes, que hicieron su agosto, anunciaban al unísono: Banderas, diademas, sombrillas, cervezas, peluches, todo con la marca de la casa: Un reluciente arcoíris que este fin de semana cotiza como nunca en la bolsa mexicana de valores. El Pink Market tiene su propio Super Bowl, su grito de Independencia, su Día de la Revolución. Y es que, si la comunidad no se hace valer por sus exigencias, lo hace presionando de otra manera: A través de su poder adquisitivo.

Las calles fueron una pasarela imaginaria por donde desfilaron todas y cada una de las letras de un colectivo que está más allá de las etiquetas y las clasificaciones. Personas felices, ese fue el enorme conglomerado que tomó por asalto a la ciudad más grande y emplumada del mundo. El tráfico estaba desquiciado, los Ubers te dejaban donde podían y las estaciones del metro jotearon como nunca lo habían hecho en esta colorida mitad de año. La Glorieta de los Insurgentes, ahí donde se llevó a cabo el enfrentamiento del siglo: Emos contra Punks, ahora era puro amor y canciones de Alaska coreadas por generaciones enteras. No había necesidad de gritar mucho, abanicos tronando, daban el tono y le ponían ritmo a los coros. El paso lento, los agarrones de broma, los chicos, chicas y chiques cuidando sus “ofnis” que prepararon durante semanas. Ahí estaban muchos de ellos pegando piedras preciosas que los envidiosos dirían que es pura bisutería, también forrando plataformas, cosiendo plumajes, inventando prostéticos, haciéndole crepé a los pelucones de infarto, porque el día del orgullo más vale muerta que sencilla.

Y de pronto llegabas al Ángel y te lo topabas tronando los dedos en el aire, gritando a los bugas “soporten panzones”, envalentonado, empoderado, fuera del closet, siendo el mismo sin miedo al qué dirán, sin el temor a ser encarcelado, vapuleado, criticado, desconocido, apaleado y hasta asesinado por amar de otra manera. El Ángel está rodeado de los suyos y se sabe en un espacio seguro. No por nada baila, ríe y sueña a sus anchas. Y jotea, jotea como no dejaron jotear en público a las generaciones que iniciaron la lucha, esos que dieron la cara y empezaron a pavimentar el camino y dar visibilidad a pesar de las pedradas, la cárcel y la muerte.

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Pero la marcha se tiene que marchar a pie, en el aire hay una electricidad que no se puede explicar más que estando ahí, paso a paso, hombro con hombro, siendo mucho más que dos. Y es que llega un momento en el que no hacen falta carros alegóricos, ni la presencia de ninguna draga famosa, ni tampoco la cantante de moda, ni las marcas de lujo, la marcha se hace marchando y le da sentido la gente que peregrina, esa que va al lado tuyo con una sonrisa de oreja a oreja, con su historia encima, feliz de ser una sobreviviente.

Vivir la marcha le da sentido a una palabra que no es menor: Hermandad. Esa que surge que da saber que todos hemos luchado solos, en silencio y también gritando y defendiendo con uñas y dientes tu identidad, tu derecho a ser tu mismo, a estar feliz de sentir como sientes y eso te lo da caminar entre la multitud, saberte acompañado por los tuyos y sonreír y cantar y decirle a todo el que se te atraviese: “feliz orgullo”. Dos palabras que parecen sinónimos y que juntas son dinamita pura. Que tiemble el heteropatriarcado, el Estado machista y la sociedad LGTBIfóbica.

Unos pasos apenas y corren litros de cerveza y bebidas de colores y las bocinas en diablitos haciendo fiestas particulares con travestis que te hacen voltear a verlos porque están tan bien producidos que parece que fueron arrancados del Carnaval de Brasil, pero en lugar de Sambra bailan a ritmo de “La Negra tiene Tumbao”. Las divas mexicanas se pelean el micrófono, María José se oye a lo lejos, luego entra La Trevi con ese himno que no deja de ser coreado “Y Todos me Miran”, Thalía llega arrasando y Fey y las JNS y OV7 hacen un 90’s Pop Tour callejero sin la necesidad de ser estafado por ticketmaster o los revendedores.

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El estigma que aún viven las personas seropositivas se hizo escuchar en un contingente que se proclamó como el bloque disidente. Y es que un reclamo que ha tenido la marcha es la cantidad de marcas que se quieren sumar, los famosos y celebridades, los carros alegóricos de cadenas de televisión, plataformas digitales y marcas comerciales de todos los giros que se quieren colocar la estrellita en la frente y sólo lo hacen en el mes del orgullo como una estrategia comercial. No por nada, las porras que salían de este contingente hacían sentido: “Quieren tu voto, no quieren tus derechos, quieren tu dinero, no quieren tus derechos”.

Una pancarta de un chico resumía el sentir de un conglomerado rabioso, que aprovecha para darle sentido al día, a la marcha, a la historia del colectivo: “El VIH no mata, tu ignorancia sí”. Y es que esta marcha se trata de seguir luchando, seguir en pie de guerra y no bajar la guardia. Todos sabíamos cuál sería el destino de una piñata de López Gatell que llevaban en alto, y es que el desabasto de medicamentos ha sido una constante de esta administración: “No se va a caer, lo vamos a tumbar”, se escuchaba la porra que estaba por llegar al monumento del Caballito, la señal de que se está muy cerca de Bellas Artes y el Zócalo.

Atrás los carros alegóricos son la sensación de un público que celebra su paso: Arriba van las dragas más famosas del país, influencers como Kunno, Luisito Comunica, BellaKat, Las Perdidas y la mujer escándalo Niurka, además de la astróloga Mhoni Vidente, los actores Regina Blandón y Alan Estrada y una fauna variopinta que arrancaba aplausos o bocas torcidas, porras o mentadas, pero que nos recuerda la diversidad de nuestro colectivo y que en gustos se rompen géneros.

La marcha es eso, fiesta y conciencia, perreo y activismo, el puño levantado y abanicos sonando, pestañas postizas y sangre sobre el cuerpo, el paria y el privilegiado hombro con hombro, marcas en los atuendos y desnudos que recuerdan que el cuerpo es política, alzar la voz para cantar a pulmón batiente y olvidar el trago amargo de ser discriminados diariamente, pero también los que sueltan porras anarquistas y no le aflojan en las luchas individuales y colectivas, los que proclaman por la inclusión de quienes aún son discriminados dentro de las letras de un colectivo que debería celebrar la diferencia y abrazar a todes.

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“Existo porque resisto”, es la pancarta de una chica trans que se hace presente y nos recuerda que 35 años es el promedio de vida de quienes pertenecen a un colectivo peluseado y todavía mal mirado dentro de la propia comunidad LGBT+. Más adelante y frente a Bellas Artes vuelve la porra del grupo disidente: “El que no brinque es marca, el que no brinque es marca”.

Los ojos se llenan de lágrimas al llegar al corazón de la ciudad y del paí y no es para menos: Estamos joteando libremente encima de un lugar lleno de historia, ahí donde se celebra y se lucha, donde se canta y se llora, donde se agradece, se suplica y se exige libertad, inclusión, amor, derechos y justicia. La vista del Zócalo capitalino no podía ser más hermosa: Miles de sombrillas de colores, banderas y más banderas por cada metro cuadrado, dos escenarios con la promesa de celebridades, cantantes y activistas anunciado en un cartel que dio inicio desde temprano. Y enfrente de ti un mar de gente llegando al destino soñado de 250 mil personas que peregrinaron de todos los rincones del país para atiborrar la segunda plaza más grande del mundo de puro, hermoso y reluciente orgullo. Eso que es lo contrario a la vergüenza. El Palacio Nacional luce monumentales banderas de arcoíris en su fachada, pero nadie se atreve a asomar la cabeza. Y al centro, enorme, con el cabello al aire, joteando también, la bandera de todos, la bandera de México que lleva sangre en su tela, esa que un día recibió con honores a los grupos indígenas de todo el país convocados por el EZLN y que pidieron algo que en el día del orgullo hace mucho sentido: “México: no venimos a decirte qué hacer, ni a guiarte a ningún lado. Venimos a pedirte humildemente, respetuosamente, que nos ayudes, que no permitas que vuelva a amanecer sin que esa bandera tenga un lugar digno para nosotros”.

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