Otras maneras de estar
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Anoche, justo cuando iba a dormir, comenzó a llover. De inmediato entró aire fresco a la recámara, junto con el sonido de las gotas en las hojas del pirul. Hay cosas que aportan una sensación especial a ciertos momentos, una especie de consuelo. Eso sentí una vez que iba manejando del trabajo a la casa, de mal humor porque las cosas no salían bien. Al dar vuelta en una esquina y al mirar hacia la sierra, me encontré con un arcoíris completo y bien pintado. En ese momento recordé que dicen por allí que en algún momento (ah, en la historia de Noé, creo) Dios usó el arcoíris como una promesa de que todo iba a estar bien. Bueno, el mundo siempre ha sido y sigue siendo y seguirá siendo un caos, pero sí hay cosas (como un arcoíris y el aire lluvioso que entró por las ventanas de mi recámara) que extrañamente me aportan algo de tranquilidad.
Acabo de caer en cuenta de que tomar el consuelo y el contento que me puede proporcionar mi parte sensitiva (mi reacción sensible y sentida ante ciertas cosas) me causa esperanza y alegría. Claro que hay cosas a las que reacciono más bien con tristeza o enojo, etc. Por supuesto. Pero anoche, justo cuando subía a dormir, comenzó a llover. El calor se disipó, el olor a lluvia llegó a mi nariz, y respiré.
Sé que no soy la única persona que me preocupo por cosas que no valen la pena, ni la única que gasta tiempo y energía en intentar arreglar cosas en la mente 24/7. Respirar y sentir a veces logra distraerme lo suficiente para ver que hay otras maneras de estar, cuando menos en ratos.