Los celulares, nuestra perdición

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Supongo que todo esto empezó hace un par de años. Ahora la cosa está totalmente fuera de control. En algún momento, los celulares acapararon la consciencia colectiva de los usuarios de las computadoras. Ahora es de lo único que hablan.
Noté este fenómeno en un podcast reciente en que me pidieron participar. Se suponía que se trataría grosso modo de la tecnología -las computadoras, en especial-; pero el 90 por ciento de la conversación giró alrededor de los celulares, y los problemas de los nuevos modelos, en particular.
Esta tendencia es espantosa pero no es la tendencia lo que me choca. Lo que me tiene hasta el copete es el hecho de que se habla poco de otra cosa que no sean las características del hardware. La gente habla de la pantalla, del teclado, del botón de encendido y apagado, de la organización de los iconitos, etcétera. Nadie toca el tema de las aplicaciones que dejan que desear. A ver, a ver. ¿Dije "que dejan que desear"? A lo mejor ése es el motivo.
¿Se imaginan que estos temas fueran los principales en el caso de las computadoras? ¿Se imaginan una conversación larguísima de la pantalla y el teclado? Ése fue el caso de las computadoras PS/2 que lanzó IBM. La gente se la pasaba quejándose del monitor CRT. Pero eso no duró gran cosa. Sin duda no se prolongó por años, no señor.
Bueno, ¿y qué cosa nos queda? Una industria entera cautivada por los chismes de los celulares. Qué idiotez más grande.
Entiendo que el celular es una nueva plataforma de cómputo. Pero ¿dónde está su VisiCalc, esa killer app que me haga adoptar un SO móvil? No hay ninguna. Hay juegos, lectores de PDF y otras cosas de sobra, aunque en realidad no se ofrece nada que impulse a alguien a comprar un modelo en especial.
El propio iPhone es la killer app. Sí, puedo hacer llamadas. De algún modo es por eso que tengo un celular cualquiera. Pero insisto: ¿por qué me hace falta un iPhone en particular?
Me he puesto a meditar esto al ver cómo juega la gente con sus iPhones. Las razones fundamentales para conseguir uno son: a) la navegación web al azar (cosa que quienes tienen un iPhone hacen normalmente para presumir el hecho de que pueden navegar Internet en su aparato), o b) perder el tiempo. Esto último parece ser el uso principal de los celulares en la actualidad. Incluyo las llamadas telefónicas en esta categoría. Para ser francos, ¿cuánto tiempo necesita colgarse alguien en el teléfono? Casi siempre que oigo una conversación telefónica, la platiquita es casi estúpida e innecesaria.
Y cuando la gente no anda ocupadísima hablando por teléfono, manda mensajitos a todos sus amigos sin razón aparente. De vez en cuando he llegado a ver un reportaje en la tele de algún estúpido que acumuló una deuda absurda por mandar 10,000 mensajes de texto en un solo mes. Háganme el favor.
Cuando la persona no habla por teléfono ni manda mensajitos, quizás esté jugueteando con el teléfono. Antes, cuando las personas hacían colas o tenían que esperaba algo, se ponían a leer algo o tejían o meditaban, por ejemplo. Ahora se la viven jugueteando con el teléfono. Y cualquier teléfono basta. Se ponen a jugar, ordenar mensajes y buscar aplicaciones nuevas. O sea, pierden el tiempo. La verdad es que el iPhone nada más es el mejor teléfono del mercado solamente porque ofrece más formas de desperdiciar el tiempo que cualquier otro modelo.
Y como la economía está del cocol, tal vez esta forma de pasar los ratos de ocio sea tan buena como cualquier otra. Pero reconozcamos que el chiste de todo esto de los celulares nada más es desperdiciar el tiempo. Los incrementos de productividad y otras explicaciones no son más que pretextitos falsos para enmascarar lo que está pasando de veras.
Los celulares nos están arruinando. La economía se ha desplomado en proporción a la popularidad creciente de los celulares. Esto no es mera coincidencia, desde mi punto de vista. Esto solamente va a empeorar mientras estemos programados para desperdiciar más el tiempo. Para mí, la prueba es la conversación infinita de los celulares que mencioné antes.
Nada más volteen a ver lo que los rodea. Fíjense en cómo la gente pierde el tiempo con los celulares y en general. Tenemos que reconcentrarnos en la computadora de escritorio, aparato que sí mejoró de hecho la productividad. Debemos dejar de ver, de revisar y de hablar de los teléfonos. De hecho, simplemente dejemos de ocuparlos.
Sí, ya sé que van pensar que estoy loco y nadie me hará caso. De hecho, ocurrirá exactamente lo opuesto mientras nos obsesionemos más y más con estos aparatos. Tal vez aparezca una killer app y haga que mis quejas sean cuestionables. Lo triste es que no veo ninguna en el horizonte. - por John C. Dvorak