El Episcopado retomó el artículo 18 de la Declaración Universal de los Derechos Humanos, donde se puntualiza que “toda personas tiene la libertad de manifestar su religión o creencia, individual y colectivamente, tanto en público como en privado”
La idea de laicidad en México no sólo surgió como una postura de retórica liberal, sino como un principio que garantizara el desarrollo de las capacidades del individuo y el avance de la sociedad hacia la justicia social, la igualdad de oportunidades y la democracia.