Lanzan convocatoria al Premio Nacional de Poesía Amado Nervo 2017

Vida
/ 24 mayo 2017

El certamen está dirigido a todos los poetas mexicanos o residentes que demuestren al menos cinco años de estancia en el país. No podrán participar ganadores de ediciones anteriores. Los trabajos deben ser inéditos con tema y forma libre.

A 98 años de su muerte, ocurrida el 24 de mayo de 1919, el poeta y prosista mexicano Amado Nervo sigue vigente a través de su obra, el festival cultural que se realiza en su natal Tepic, Nayarit, y los premios nacionales de Poesía y Novela Breve que llevan su nombre.

El Premio Nacional de Poesía Amado Nervo llega este año a su XVI edición y mantiene abierta la convocatoria hasta el próximo 30 de junio. El ganador recibirá un premio de cien mil pesos, la publicación de su obra y un reconocimiento a nivel nacional.

El certamen está dirigido a todos los poetas mexicanos o residentes que demuestren al menos cinco años de estancia en el país. No podrán participar ganadores de ediciones anteriores. Los trabajos deben ser inéditos con tema y forma libre.

De acuerdo con las bases de la certamen impulsado por la Secretaría de Cultura y el Gobierno del estado de Nayarit, los resultados se darán a conocer el próximo 15 de agosto y la premiación se realizará en el Festival Cultural Amado Nervo 2017, programado del 25 de agosto al 1 de septiembre próximo. 

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Además, en honor al autor de “El diablo desinteresado”, se lleva a cabo el Premio Nacional de Novela Breve Amado Nervo, cuya edición 2016 fue otorgado al escritor Alejandro Badillo (1977) por la novela titulada “Por una cabeza”.

Según datos biográficos, Amado Nervo, seudónimo de Juan Crisóstomo Ruiz de Nervo y Ordaz, nació el 27 de agosto en Tepic, Nayarit, en el seno de una familia española.

Tras la muerte de su padre, Nervo fue enviado a estudiar a un Colegio de Padres Romanos en Jacona, Michoacán y, posteriormente, al prestigioso seminario de Zamora donde cursó la preparatoria. Ahí recibió lecciones de matemáticas, física, y lógica, interesándose por la ciencia y la filosofía, además de una sólida formación literaria y humanística que luego sería evidente en su obra.

Después inició la carrera de Derecho natural, sin embargo los problemas económicos que atravesaba su familia lo hicieron regresar a Tepic de donde luego partió a Mazatlán.

En esos años, Nervo encontró el sustento en el periodismo, profesión que desarrolló primero en Mazatlán, en “El correo de la tarde”, donde colaboró con traducciones de inglés y francés, escribió crónicas, redactó reportajes, pergeñó reseñas de eventos y editoriales, señala el portal “biografiasyvidas.com”.

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Más tarde, en 1894, decidió trasladarse a la Ciudad de México, donde continúo trabajando como periodista y logró abrirse camino en la “Revista Azul”.

Posteriormente junto a su amigo Jesús E. Valenzuela (1856-1911) fundó la “Revista Moderna”. Estas dos publicaciones fueron el resultado de las ansias e impulsos modernistas que aparecieron, en aquella época, en todos los rincones de la Latinoamérica literaria y artística.

En 1900, el diario “El Imparcial” lo envió como corresponsal a la “Exposición Universal de París”, y al ser cautivado por la ciudad francesa decidió residir ahí durante dos años, tiempo en el que entabló una amistad con el gran poeta nicaragüense Rubén Darío (1867-1916).

Además, en París, conoció a Ana Cecilia Luisa Dailliez, con la que compartió más de diez años, y cuyo prematuro fallecimiento fue el doloroso manantial del que emanan los versos de “La amada inmóvil” (1922), Nervo consideraba su obra como parte imprescindible de su más dolorosa intimidad.

De regreso a México ejerció como profesor en la Escuela Nacional Preparatoria y más tarde fue nombrado inspector de enseñanza de la literatura. En 1906 ingresó al Servicio Diplomático Mexicano, donde le confiaron distintas tareas en Argentina y Uruguay, y finalmente fue designado secretario segundo de la Legación de México en España.

Entre sus obras destacan “Ofertorio”, “Los grandes poemas de Serenidad (1912) y “Elevación” (1916), así como “El Bachiller” (1896), “Juana de Asbaje” (1910) y “El estanque de los lotos” (1917), entre otros.

Tiempo después, en 1918, fue nombrado ministro plenipotenciario en Argentina y Uruguay, último cargo que ocupó, pues un año más tarde, el 24 de mayo de 1919, murió de nefritis crónica en Montevideo, Uruguay.

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