FAO alerta de extinción

Nutrición
/ 26 febrero 2019

El Organismo de Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO), denuncia en un nuevo informe que la pérdida de biodiversidad está amenazando la variedad de especies que nos sirven de alimento.

Cada vez que un tipo de arroz o de frijol de-saparece, se pierde para siempre. De hecho, nunca tendremos la oportunidad de probar miles de plantas alimenticias que se extinguieron desde que el hombre comenzó a domesticar a las plantas silvestres. 

Para ponerlo más cercano, en los últimos 100 años la humanidad ha perdido variedades de todas las especies que fueron domesticadas por nuestros antecesores: frijoles, betabeles, mangos, cacahuates, manzanos, guisantes, camotes, piñas y arroces —por mencionar un pequeño grupo—, todos han sufrido una dramática reducción en sus variedades. 

En realidad, más del 90 por ciento de las variedades de plantas comestibles que se cosechaban en el siglo antepasado han desaparecido. 

Por supuesto, la pérdida de una variedad de frijol, sin importar qué tan nutritiva haya sido, no es un cataclismo, ya que todavía persisten cientos de variedades. Lo que pasa es que no son sólo los frijoles… Cuando perdemos una variedad de camote, aun si nunca la hubiésemos probado; como cuando perdemos un lenguaje, aun si nunca lo hubiésemos escuchado, estamos perdiendo mucho más de lo que creemos. 

Estamos perdiendo fuentes de información muy valiosa. 
Una variedad de frijol contiene información que ninguna otra variedad posee, y lo mismo se puede decir de un lenguaje. Toda la información acumulada por una cultura, durante miles de años, se encuentra depositada en su lenguaje. Por lo tanto, cuando se pierde una variedad de frijol o un lenguaje, la pérdida de información es enorme. 

¿Cómo fue que sucedió?
Los agricultores siempre han manipulado las plantas para satisfacer las necesidades de alimentos de la población. Hasta hace unas décadas, esas manipulaciones incrementaron la diversidad de las cosechas en vez de limitarlas. 

En realidad había miles de variedades, ya que en cada comunidad las familias y los cultivadores de plantas tenían sus propias preferencias, no sólo en cuanto a su sabor, sino a la bondad de esas variedades para resistir el clima de cada región. 

Y cuando los agricultores se mudaban de una localidad a otra, se llevaban sus semillas con ellos, y al sembrarlas en las nuevas condiciones aumentaban la diversidad, ya que las variedades tenían que adaptarse a esos ambientes y evolucionar nuevas defensas contra el clima, los insectos y las enfermedades. 

Durante 8 milenios los humanos cultivaron sus plantas, incorporando más y más variedades. Fue así como, de cada especie, digamos frijol o maíz, lograron domesticar miles de variedades. 

Todavía a principios del siglo 20, en sus parcelas pequeñas o grandes, los agricultores cultivaban diferentes variedades de plantas a la misma vez. Por ejemplo, usted podía ver crecer juntos maíces, frijoles, camotes, tomates, berenjenas, calabacitas, habas…, todo en el mismo predio; y, con frecuencia, esas plantas crecían 
entremezcladas unas con otras. 

Las ventajas de asociar especies

Lo interesante de ese sistema de producción es que también atraía a una gran variedad de insectos, benéficos y nocivos, que convivían juntos, de tal manera que resultaba muy difícil que un insecto ‘malo’ se convirtiera en una plaga y destruyera los sembradíos. 
Eran tantas las especies que crecían juntas, que si un gusano trataba de comerse las hojas de una planta de maíz, podía encontrarse con un insecto enemigo, digamos una avispa, que lo aniquilaba. 

Por eso en los sembradíos de la antigüedad no se necesitaban los insecticidas. De hecho, durante más de 8 mil años, las cosechas se produjeron sin la necesidad de rociar las plantas con ningún veneno. 
Luego, durante la llamada ‘Revolución Verde’ (a mediados del siglo pasado), los agricultores cambiaron al sistema de monocultivo (sembrar sólo una especie, digamos sólo maíz o sólo frijol). Y fue entonces cuando las plagas de insectos y las enfermedades se ensañaron con plantas que durante miles de años habían convivido con esos mismos insectos y esos mismos hongos y bacterias, sin que se convirtieran en un problema. Fue entonces cuando la agricultura tuvo la necesidad de apoyarse en los insecticidas, bactericidas y fungicidas. 

La FAO, el organismo de Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación, denuncia en un nuevo informe que la pérdida de biodiversidad amenaza la variedad de especies que sirven de sustento a la humanidad. Dice queel 24% de las especies alimentarias se encuentra en peligro de extinción.

La FAO, el organismo de Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación, denuncia en un nuevo informe que la pérdida de biodiversidad amenaza la variedad de especies que sirven de sustento a la humanidad. Dice que el 24% de las especies alimentarias silvestres se encuentra en peligro de extinción.

Hasta dónde hemos llegado 
Antes las plantas cultivadas se cosechaban a mano, pero ahora los cultivos que interesan son aquellos cuya cosecha puede hacerse con máquinas, o aquellos cuyo precio en el mercado puede pagar la costosa cosecha hecha a mano, como las hortalizas y los frutales. Por lo tanto, las variedades que ahora comemos no son necesariamente las más sabrosas o nutritivas, sino las que se pueden cultivar y cosechar con las máquinas. Lo cual ha contribuido a desechar una alarmante cantidad de variedades que antes formaban parte de la alimentación cotidiana. 

En la actualidad, las nuevas compañías biotecnológicas han llevado la manipulación de las cosechas al colmo de los extremos productivos, mediante métodos totalmente contranaturales. 

Por ejemplo, en 1997, la compañía Monsanto registró la patente de una variedad de soya cuya supervivencia depende de ser expuesta a una sustancia química, en este caso un herbicida. Esa variedad de soya le asegura que si usted la siembra, podrá rociarla con un herbicida que matará todo lo que no sea la planta de soya, y así la variedad producirá una gran cantidad de granos, ya que no tiene malas hierbas que compitan con ella. 

De esta forma, las ‘decisiones’ que tomó la Naturaleza durante millones de años, son ahora trastocadas por el hombre de la noche a la mañana, lo cual podría afectar de maneras impredecibles el medio natural. 

Además, muchas de las nuevas variedades son híbridos que ni siquiera producen descendencia, lo cual puso fin a la tradición milenaria de guardar semillas para la siembra del siguiente año. Tan grave es la situación que un grupo de países europeos decidió instalar cerca de los polos (en Noruega), un gran refrigerador natural para conservar las semillas de miles de variedades de plantas, antes de que se pierdan para siempre. 

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¿También el café?

Aunque usted no lo crea, nos estamos quedando sin café. La mayoría de las especies silvestres que producen ese grano ya están en peligro de extinción, y amenazando la producción de las variedades comerciales.
Una de las especies más amenazadas es la Coffea arabica, de la que proceden la mayor parte de las variedades cultivadas. 

Aunque solo tres especies tienen hoy interés comercial, la extinción de solo una de las demás, amenazaría el futuro tanto del café silvestre como del cultivado.

Casi el 100% de los 10 millones de toneladas de café en grano que se van a cosechar esta temporada son de la especie arábica (Coffea arabica) o robusta (Coffea robusta).

Hay una tercera especie (Coffea liberica) que se consume en diversas 
partes de África, pero su principal valor en el cultivo del cafeto es en como injerto para mejorar las otras dos especies. 
la situación actual

En la Naturaleza, sin embargo, hay mucho más café. Que se sepa, existen al menos 124 especies silvestres de Coffea. Y la mayoría no son originarias de las tierras húmedas de Etiopía. Las hay en Sierra Leona, en el extremo occidental del Continente Africano, incluso en el estado de Queensland, al este de Australia.

Ahora, investigadores del Real Jardín Botánico de Kew (Reino Unido) han determinado el estado en que se encuentran todas las especies silvestres conocidas de café. 

Los resultados, apoyados en una década de expediciones sobre el terreno, acaban de ser publicados en la revista Science Advances. 
De las 124 especies registradas, 75 están amenazadas (el 60%), según los criterios establecidos por la Lista Roja de la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN).

Entre las especies amenazadas de extinción están aquellas con potencial para ser usadas en el cultivo y desarrollo de los cafeses del futuro.

Pero no se trata de que salvar una especie de la desaparición sea un valor en sí mismo, lo que pasa es que, aún sin tener interés comercial hoy, muchas de esas especies pueden aportar resistencia a las enfermedades o ser capaces de enfrentar las cada vez más complicadas condiciones derivadas del cambio climático. O sea que el aprovechamiento y los estudios del café silvestre podrían ser determinantes para la sostenibilidad del café comercial a largo plazo.

Y un dato final: a diferencia del frijol y el maíz, la viabilidad de las semillas de café se reduce significativamente. De hecho, si los granos son secados o congelados a temperaturas extremas el embrión muere muy fácillmente.

La diversidad sí importa

El factor que asegura la supervivencia de cualquiera de los seres vivos es la diversidad, y esto incluye a los humanos y a las plantas que nos sirven de alimento… 

Un mundo con menos variedad de granos, legumbres, cereales, frutas y vegetales no sólo es un mundo con su fuente de alimentación en peligro, es también un mundo con menos nutrientes, menos sabores, menos aromas, menos colores y menos opciones saludables. 

Lo que queremos decir es esto: la Naturaleza ha sido exitosa porque ha sido diversa. Dicho con las mismas palabras: la diversidad es lo que ha permitido el éxito de la Naturaleza. 

Todas las variedades de plantas alimenticias que se han perdido ya no podrán contribuir a la diversidad del mundo en el cual nos encontramos, un mundo que todavía nos esforzamos en comprender.

Durante más de 8 mil años, las cosechas se produjeron sin la necesidad de rociar las plantas con ningún veneno. Luego, durante la llamada ‘Revolución Verde’ (a mediados del siglo pasado), los agricultores cambiaron al sistema de monocultivo (sembrar sólo una especie, digamos sólo maíz o sólo frijol). Y fue entonces cuando las plagas de insectos y las enfermedades se ensañaron con plantas que durante miles de años habían convivido con esos mismos insectos y esos mismos hongos y bacterias, sin que se convirtieran en un problema. Fue entonces cuando la agricultura tuvo la necesidad de apoyarse en los insecticidas, bactericidas y fungicidas. 

Flora en 
extinción

La FAO, el organismo de Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación, denuncia en un nuevo informe que la pérdida de biodiversidad amenaza la variedad de especies que sirven de alimento.

La FAO, el organismo de Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación, denuncia en un nuevo informe que la pérdida de biodiversidad amenaza la variedad de especies que sirven de alimento.Nada es más importante que la diversidad; sin ella no existiría la Naturaleza —y tampoco nosotros. Preservar la diversidad es lo que nos permite entender el mundo

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